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CICLISMO | VUELTA A ESPAÑA | 9ª ETAPA

Purito, como en casa

El líder atacó a tres kilómetros y volvió a sacar ventaja a sus rivales

<b>BARCELONA SALIÓ A LA CALLE. </b>Los ciclistas pasan por la Plaza de España poco antes de afrontar las primeras rampas de Montjuïc. La Vuelta no llegaba allí desde 1999.
dani sánchez / afp / reuters

De la cocina de la Vuelta no para de salir jamón. Del bueno, del que convierte infieles. Ni un frito sospechoso ni un día de transición. Cuando la carrera no consagra a un joven talento (Degenkolb), los favoritos se apoderan de ella. Más que una sucesión de etapas, vivimos una concatenación de clásicas de un día, parecidos nervios, los mismos gallos, ambiente similar.

Ayer, por ejemplo, venció Gilbert, mejor ciclista de 2011 (18 triunfos). Su victoria en Barcelona, la primera de la temporada, hubiera bastado para encontrar eco en todos los medios del mundo y para completar el relato de la jornada. Gilbert, ahora una estrella, se dio a conocer en la Vuelta y ha regresado a ella para reencontrarse a sí mismo. Bonita historia, amor de verano.

Sin embargo, esta edición ha salido tan grande que admite varias tramas al mismo tiempo. Mientras Gilbert recuperaba la memoria al olor del Mediterráneo y la paella, Purito alimentaba su leyenda de ciclista valiente, espectacular e imprescindible. Y temo más quedarme corto que exagerar.

El maillot rojo atacó a falta de tres kilómetros, perfecto conocedor del terreno que pisaba. Resulta evidente que le molestó no vencer en La Gallina, montaña de sus entrenamientos, y se resistía a abandonar Cataluña sin dedicar un triunfo a sus paisanos. Purito es así. Y de más maneras. Después de verse atrapado por Gilbert, el líder cambió de estrategia. El triunfo pasó a un segundo plano y su empeño fue sacar tiempo a sus atónitos perseguidores. Por eso tiró hasta los últimos metros y por tal motivo no gastó energías disputando el sprint a Gilbert.

La renta fue sustanciosa, especialmente para una etapa de transición: nueve segundos sobre Valverde y doce sobre Contador y Froome, a los que sumar ocho segundos de bonificación. Trasladado a la general, Purito aleja a sus principales rivales en los alrededores del minuto. Interesante colchón para la contrarreloj del próximo miércoles (40 km).

Pero Purito no fue el único insensato (bendito) de la etapa. Contador fue el primero en abrir fuego en las rampas de Montjuïc. No tuvo éxito, pero su actitud está siendo ejemplar, digna de un campeón antiguo y orgulloso. La sensación es que no arranca sólo contra sus adversarios, sino que se rebela ante su propia debilidad.

Galos.

Froome también debe tener profundas cavilaciones. Está cerca de pensar de los españoles lo mismo que Julio César de los galos. Viviría más cómodo en mitad de un enjambre de abejas enfurecidas. Después del calentón de La Gallina, ayer sufrió más de lo esperado y a duras penas consiguió mantenerse en el grupo de Contador. Su estado lo define a la perfección una palabra del argot ciclista: atufado.

Por Valverde no se preocupen, salvo que sean rivales. Ha decidido ver el lado bueno de la vida y a partir de ahora ganará etapas silbando o casi.