Vuelta 2012 | 8ª ETAPA
Valverde está de dulce
Sumó su segunda victoria de etapa y Froome perdió 15 segundos
Tras siete días de carrera y después de tres finales en alto, los cuatro primeros clasificados de la Vuelta a España caben en 50 segundos. Ninguno aparenta ser mucho más fuerte que los otros y quien menos opciones podría tener (dicen) no hace otra cosa que reforzar su liderato. Hasta ahora cada uno ha tenido su momento de gloria (y pena) y la etapa de ayer fue un ejemplo en miniatura de ese reparto de méritos. Atacó Valverde, dominó Froome, mordió Purito y se fugó Contador. El resultado es que todos nos parecieron, sucesivamente, favoritos indiscutibles; somos veletas.
La victoria de Valverde, el primero en lanzar los ataques, incide en la deliciosa confusión que nos acompaña. Su participación no se decidió hasta última hora y cuando se alistó dio la impresión de hacerlo para ayudar a Cobo, aquel Bisonte (ayer a 5:18). Valverde, que ya ha ganado dos etapas y ha sido líder, representa una extraña clase de hombre feliz pero escasamente optimista. A pesar de su gran estado de forma, teme que le pase factura lo cargado de su calendario (69 días de competición, por 53 de Cobo o 14 de Contador) y su propio director comparte los temores. El asunto nos recuerda que el ciclismo se ha convertido en una cuestión científica, casi matemática. Los ingenuos soñadores (de letras, generalmente) seguimos pensando que importa más el talento y a Valverde le rebosa la espuma.
Sin ánimo de despreciar la fisiología numerológica, será difícil que Valverde gane esta Vuelta si no lo pretende. Cualquier ciclista firmaría una temporada como la suya, hasta una vida entera. Sin embargo Valverde, y ya me empiezo a poner pesado con esto, no es cualquier ciclista. Por eso no sirven consejos, sólo recomendaciones: sigue bailando y deja de pensar en la muerte.
Fragilidad.
Contador, entretanto, nos está mostrando la versión más humana de sí mismo, la más cruda. Entre sus piernas y su ambición se ha desatado una guerra tan salvaje que ha debido mediar su cabeza. La sensación es que ha decidido correr al contragolpe y así lo hizo ayer. Dejó la responsabilidad de la subida a Froome y le rajó cuando vio que flojeaba. Todo perfecto, de no ser porque las piernas volvieron a traicionarle, esta vez casi sobre la línea de meta. No fue viento lo que le azotó, eran Valverde y Purito.
Froome pagó el desgaste (ejerce de líder virtual) y perdió 15 segundos en la cima, aunque no pareció nada afectado. Al contrario, irradia confianza en sí mismo, como si le impulsara el destino.
Algo similar sucede con Purito. Conserva el maillot rojo y siempre saca ventaja sobre algún adversario. No hay mejor ciclista para dignificar el liderato y dar sustancia a las entrevistas. Ayer comentó a TVE que Valverde tiene ese punto de clase que le falta a él. Y se fue tan contento, feliz y sobradamente optimista.