FINALES NBA | WARRIORS-CELTICS (1-2)
Todos los dedos apuntan a Green
Las desastrosas Finales del ala-pívot están siendo un problema gigantesco para los Warriors: lleva las mismas personales que puntos y más pérdidas que robos y tapones... juntos.
Los Warriors tienen que cambiar muchas cosas si quieren dar la vuelta a las Finales 2022. El cuarto partido, esta noche, debería ser el de su reacción… por la cuenta que les trae. Llevan 26 eliminatorias seguidas ganando al menos un partido a domicilio. Es el momento de que sean 27… o volverán a la Bahía con un 1-3 en contra. La última vez que estuvieron con un 2-1 desfavorable fue en las Finales de 2019, contra Toronto Raptors. Ganaron el quinto partido, en Toronto, pero se hundieron en el sexto, el último oficial en el Oracle Arena de Oakland. En el quinto se había lesionado Kevin Durant, en su intento de protagonizar un regreso heroico. En el sexto cayó fulminado Klay Thompson. También estaban tocados Kevon Looney, Andre Iguodala…
Antes, los Warriors solo habían estado tres veces con un 2-1 en contra en la era Steve Kerr: en la final del Oeste de 2016, cuando le remontaron un 1-3 a los Thunder antes de que los Cavaliers les levantaran a ellos eso mismo 3-1 que nadie había volteado en la lucha por el anillo. En 2015, rumbo a su primer anillo de la edad moderna, los Warriors se vieron dos veces con un 1-2: contra Memphis Grizzlies en semifinales del Oeste y en las Finales contra los Cavs. Esas dos veces, ganaron el cuarto… y las series.
Muchas de las miradas van a estar puestas esta noche en Draymond Green. La coraza emocional del equipo, un jugador esencial porque ha sido uno de los grandes defensores de siempre y, además, un excepcional distribuidor especializado en poner en marcha al equipo cuando los rivales se obsesionaban con frenar a Stephen Curry. Pero Green (32 años) está firmando unas Finales por ahora horribles. En el segundo partido, el que ganaron sus Warriors con una excepcional segunda parte, fue capaz (lo ha hecho mil veces) de sacar de quicio a sus rivales, controlar el ritmo emocional del partido y ensuciar las cosas cuando iban peor para sus intereses. En el traslado a Boston, Green estuvo espantoso, insultado por el público y zarandeado por los jugadores de los Celtics, más concentrados y pareció que con mucho más fuelle físico.
Green siempre está en el centro de las polémicas. Es parte de su personalidad como jugador, de lo que le ha hecho trascendental en el mejor equipo de la historia y algo que, además, ha hecho ganar muchas veces a los Warriors. También le ha pasado factura cuando ha salido mal, internamente (en la disolución de su amistad con Kevin Durant) y en momentos en los que ese hábito de ir al límite con árbitros, rivales y aficiones le ha costado caro. Nunca tanto como en las Finales de 2016, cuando su enganchón con LeBron James le costó una sanción para el quinto partido, cuando empezó la remontada de los de Ohio.
Ahora, para colmo, Green dedica las horas posteriores a los partidos a su podcast. Para algunos es extraño que un jugador analice y diseccione una serie en la que está jugando. Incluso hay quienes piensan que eso le descentra… y da ventaja a los rivales. El periodista Jake Fischer se lo dije en rueda de prensa, lo que motivó una agria respuesta de un Green que aseguró que él no daba pistas estratégicas trascendentales para el nivel de análisis interno que se maneja en una eliminatoria así. Sin embargo, el propio Fischer dejó claro que los equipos rivales escuchan el podcast de Draymond Green, y que ahora Ime Udoka siempre tiene a un asistente con la oreja puesta. Porque, sirva para algo o no, cualquier pequeño detalle puede ser importante en este momento de la lucha por el título.
Pero lo peor para Green está, sin duda, en la pista. Promedia en la Final 5 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias con una serie de tiros de 26% (totales), 0% (triples) y 50% (tiros libres). Lleva más faltas personales que puntos, más técnicas que triples, más pérdidas que canastas anotadas (y más que la suma de robos y tapones). En defensa, ha sido una sombra de lo que solía ser en dos de los tres partidos, algo que no se puede permitir un equipo con menos especialistas que en el pasado. Como defensor directo ha recibido 1,24 puntos por jugada, su peor cifra en playoffs desde la temporada 2013-14. En ataque, su incapacidad para anotar por fuera e incluso para acabar jugadas cerca del aro ha sido un problema capital, tanto cuando no ha buscado sus puntos como cuando lo ha hecho (2/12 en el primer partido). Los Celtics se olvidan de él y suman un defensor más a la pintura. Y no se obsesionan con presionar con varios jugadores a Stephen Curry, lo que deja a Green sin poder iniciar esas jugadas de cuatro contra tres que convirtieron a los Warriors (marca de la casa) en letales incluso cuando Curry no producía a gran escala. Él mismo reconoció que su tercer partido fue “una mierda” y aseguró que a partir de hoy estará a la altura. Más le vale que así sea, porque el tiempo se agota…