Valanciunas, atrapado

Jonas Valanciunas llevó el cántaro a la fuente con sus propias manos. El regreso a Europa del pívot lituano se rumorea desde hace años, la mayoría de ellos sin el menor fundamento, pero falta que fuera así para que de una vez por todas el jugador se decidiera a hacerlo. El problema es que lo ha tratado de hacer a las bravas, con un contrato sólido aún por cumplir, y las formas son precisamente las que han complicado la operación hasta hacerla casi imposible. Desenlace lejos del deseado.

Para aquellos que no siguieran el tema, una explicación rápida. A pesar de continuar siendo pagado en la NBA, con acuerdo en vigor y extensible hasta 2027, quería irse. Jonas cobrará 10,6 millones de dólares la próxima temporada y está en manos del equipo que tenga sus derechos renovarle por otros diez más el 26 de junio del 26. En la apertura de mercado el jugador quedó traspasado de los Kings a los Nuggets a cambio del croata Dario Saric, otro que suena desde hace años para el camino de vuelta a Europa. Los representantes de Valanciunas acordaron el que iba a ser el fichaje del verano, junto al de Shorts, en el Panathinaikos: 12 millones por tres cursos de servicio. Denver, que tenía pensado para él un rol de sustituto de lujo de Nikola Jokic, no ha accedido a que salga y menos en las condiciones en las que todo se ha dado.

Hasta ahí es todo un caso ya manido con jugadores internacionales que quieren volver al Viejo Continente. Ser rehenes de un contrato de media o larga duración en Estados Unidos es lo que lo impide. Pero se podía haber resuelto de otra manera, gratificante para las dos partes, según apunta la prensa local de Denver si la comunicación hubiera sido diferente. Negociar por detrás enfureció a los Nuggets de tal manera que la desvinculación del pívot de Utena es catalogada como improbable.

Excel, la agencia que le lleva en la NBA a través de Michael Tellem y Jeff Schwartz (y que trabaja activamente con Jokic, Westbrook y los Nuggets), pactó las condiciones del aterrizaje en el Panathinaikos, como indicó SDNA esos días. La comunicación con la que iba a ser la franquicia que le pagara -ya que el traspaso no era oficial al no haberse cumplido el periodo de moratoria de mercado- era nula. Esto enfureció a los directivos de los Nuggets, colmando el vaso y optando por retener a Valanciunas.

Donde podía existir un entendimiento, con reducciones económicas que vimos el año pasado con Vezenkov y éste con Micic donde la franquicia estadounidense también salía beneficiada, no hay mucho más. Y no era baladí. Porque Valanciunas presionó de esta manera, lo que demuestra que su cabeza ya estaba en Grecia, y volver a meter en dinámica a un jugador con una decisión tan trascendental tomada con rotundidad no es sencillo. David Adelman tendrá ahí una de las tareas de entrenador.

De lo poco que dijo, en un evento en Lituania, fue esto: “Cuando esté seguro, sabréis. Aunque a lo mejor no tendré que decir nada”. Y los días han pasado y a los que ha habido que preguntar ha sido a los Nuggets. El vicepresidente ejecutivo de operaciones de baloncesto, Ben Tenzer, se posicionó como garante de las exigencias del equipo. “Hemos tenido buenas conversaciones con él, positivas, y que iban encaminadas a que cumpla el contrato. Nos dijo que está encantado de jugar con los Nuggets”, apuntó a los periodistas en la presentación de Cam Johnson, el otro traspaso importante que han acometido (en ese caso, desprendiéndose de Michael Porter). Y eso que viajó a Grecia y pasó un reconocimiento médico, a sus 33 años, en lo que creía que sería el regreso a la Euroliga. No. Denver espera a Valanciunas para la pretemporada. Así se mató una de las historias del verano en la NBA.

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