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NBA | HAWKS 119 - JAZZ 125

Utah Jazz es mucho más que un milagro

Otra excepcional victoria de unos Jazz que apuntaban al tanking pero son el primer equipo que llega a diez triunfos en toda la NBA. Una historia increíble.

Utah Jazz es mucho más que un milagro
Dale ZanineUSA TODAY Sports

Los Jazz son la revolución: 10-3, el primer equipo de la temporada con diez victorias (horas después se les unieron los Bucks), y ya nadie puede hablar de casualidad. Sí de sorpresa: el equipo del tanking, el que iba a tirar la casa por la ventana (y casi todos los partidos con ella, se suponía) para perseguir la alargadísima sombra de Victor Wembanyama, es uno de los mejores de la NBA en este primer tramo de temporada. Ni su calendario ha sido fácil ni sus victorias tienen nada de fortuitas. Son un equipazo, perfectamente ensamblado por Will Hardy, un técnico de 34 años que es el primer favorito (queda mucha carrera) para el premio de Entrenador del Año. Salido del staff de Ime Udoka y como estratega esencial en los Celtics que se quedaron a dos victorias del anillo, Hardy no se ha enterado de que su equipo tiene que perder. En su vestuario tampoco saben nada. Bueno, sí: Markkanen ha reconocido que escuchan el ruido, escuchan las bromas sobre sus victorias y cómo eso perjudica al futuro de la franquicia y, básicamente, fabrican gasolina con ellas. Qué pregunten a los Hawks, congelados (119-125) después de tres victorias seguidas, la última contra los casi intocables Bucks.

Los Jazz son un equipo joven pero con el toque justo de experiencia (Mike Conley, timonel). Tienen variantes ofensivas para resistir en cualquier tipo de partido, jugadores con muchos puntos en los bolsillos. Hardy dosifica y libera cuando toca a los que saben anotar pero no tanto tomar decisiones (Clarkson, Sexton, Beasley), ha dado galones a Lauri Markkanen para que de zancadas hacia el All Star (no es exageración en absoluto) después de jugar mal entrenado en Chicago y con un rol menor en Cleveland. Y usa una fuerza de trabajo joven (Vanderbilt, Kessler…) para meter energía en un equipo que está en su mejor arranque desde 2005. Se dice pronto: después de traspasar a cuatro titulares, incluidas sus dos estrellas: Donovan Mitchell, Rudy Gobert, Bojan Bogdanovic, Royce O’Neale. Los Jazz ya no son una curiosidad freak, son un excelente equipo de baloncesto.

En Atlanta, cogieron 15 puntos de ventaja en la primera parte (33-48), se hundieron después (32 puntos de los Hawks en ocho minutos del tercer cuarto) pero jugaron los momentos importantes mejor que un rival que estaba en su pista y quiere hacer cosas importantes en el Este. Un parcial de 2-10 puso un 92-95 que sirvió de pista de despegue al golpe final (98-108). Contra el equipo que mejor defiende la línea de tres (32,5% de sus rivales hasta esta noche), los Jazz dieron un curso de movimiento de balón para sacar tiros liberados: 17/39 (43,6%). Markkanen firmó un 6/8 y anotó 32 puntos (16 en el primer cuarto) a los que añadió 8 rebotes. En el último cuarto apareció Beasley, con una tormenta de triples (4/5 en ese parcial) y 18 puntos. Anotaron Clarkson (23) y Olynyk (14), dirigió Conley (13 asistencias) y trabajó duro el pívot rookie Walker Kessler, 22 del draft… y nacido en Atlanta.

Los Hawks acabaron muy mal. Trae Young no cogió regularidad en ningún momento, no tuvo temperatura: 10/28 en tiros, ni un viaje a la línea de personal y 22 puntos. Dejounte Murray terminó con 26 puntos y Hunter con 22 en un partido que dejó sensación de oportunidad perdida para un equipo que venía en ascenso y que queda en 7-4. Pero que no tendrá titulares hoy. Eso son todos para Utah Jazz, que está dando una lección. De orgullo, de profesionalidad… y de baloncesto, que eso es lo más importante.