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NBA | PLAYOFFS 2024 | CLIPPERS-MAVERICKS

Un viejo enemigo, otra vez

Clippers y Mavericks se enfrentarán en primera ronda de playoffs. Doncic se encuentra otra vez con un rival que le ha eliminado dos veces.

Un viejo enemigo, otra vez
Richard RodriguezAFP

Hace un año, más o menos por estas fechas, los Mavericks parecían en proceso de descomposición. Como ya tenían a Luka Doncic agarrado con su extensión megamasiva (unos 207x5 en 2021, la más alta en ese momento para un rookie de la historia), al menos podían respirar en lo que se refería a la piedra filosofal, el quid de todas las cuestiones. Doncic estaba atado pero era una simple cuestión de tiempo que empezara a pedir cambios, algunas entradas y también salidas hasta que acabara llegando la hora de pedir la suya si los Mavs no eran capaces de poner a su alrededor algo (despachos, banquillo, pista) que demostrara que sabían cómo ser competitivos, que no se habían quedado en la primera parte del manual, el capítulo que dice que elijas muy alto en el draft y te santigües para que llegue una estrella generacional. Hace un año y detrás de ese, insisto, parecía haber, sencillamente, un montón de páginas en blanco.

La apuesta por Kyrie Irving, en declive profesional y sobre todo personal desde su salida de Cleveland hasta su llegada a Texas, parecía un riesgo más cercano a la improvisación y la desesperación que una zancada en un plan calculado. El equipo no tenía los mínimos básicos para que Doncic lo pudiera convertir (el resto corre de su cuenta en competitivo; Básicamente: músculo, defensa, rebote, intimidación y un poco de tiro exterior. Kyrie parecía un joker jugando con dinamita mientras todos a su alrededor miraban con aprensión (¿cuándo encenderá la mecha?) y Jason Kidd no encajaba, por decirlo suavemente, en el molde de mejor entrenador posible. Ni como estratega ni como gestor de vestuario. Nico Harrison, después de casi dos décadas en Nike, tenía una excepcional reputación y una agenda en la que estaban todos los números del universo NBA, pero todavía no se sabía muy bien qué quería hacer para sacar a los Mavs de la resaca de la era Donnie Nelson/Rick Carlisle, años de estabilidad que, con Dirk Nowitzki como eje, dieron a la franquicia un primer y único (por ahora) título al que no se veía compañía en el futuro. Pero en el deporte profesional, para lo bueno (como en este caso) y para lo malo, el futuro es un concepto profundamente líquido.

Un equipo completamente transformado

Porque hace un año, para colmo, estaba el asuntillo del pick de primera ronda, que se iría a los Knicks en el último coletazo de un traspaso por Kristaps Porzingis, otra solución que no fue, que quedará zanjado por fin este año cuando el pick de Dallas se marche a Nueva York. Así se cerrará esa hipoteca Porzingis después de que los Mavs se lanzaran a un tanking escandaloso, demasiado público, para perder los últimos partidos de la temporada pasada y no dañar sus opciones de mantener su elección en el top 10, donde estaba protegida del viaje a la Costa Este, y poder así usarla en aquel momento de más necesidad y mejores perspectivas. Lo hicieron: una operación con los Thunder, que querían asegurarse al base Cason Wallace, dio a los Mavs un 12 maravillosamente bien invertido en el pívot Dereck Lively II, ancla defensiva de Duke. Los Thunder, además, se comieron el contrato tóxico de Davis Bertans. El peaje de ese camino, una gestión brillante de Harrison, fue un desgaste todavía mayor (el tanking, el revuelo en los medios estadounidenses más por las formas que por el fondo) en la imagen pública de unos Mavericks que en un año habían pasado de jugar la final del Oeste a no estar ni en la repesca del play in. Se hablaba de disfuncionalidad. Y de Doncic: cuánto pesaba, cuánto se quejaba a los árbitros, cuánto se entendía con Kyrie. Cuánto tardaría en dar un toque a sus superiores: ¿Qué pasa aquí, que planes tenemos?

Así que los Mavs empezaron curso con la sensación de que una sombra los perseguía, el tic tac de una cuenta atrás que se había activado. Durante los primeros meses, la cosa era un encefalograma plano: lesiones, dependencia de Doncic, problemas de dureza (defensa, rebote), palos a Kidd, adicción al triple… Pero la cosa ha acabado funcionando. Doncic y Kyrie han podido jugar juntos, con continuidad y salud, de verdad. Y, por primera vez, rodeados por una guardia pretoriana que defiende, mete físico, corre la pista y tira (lo justo). Nico Harrison recuperó para la NBA a Dante Exum con un contrato de dos años y poco más de seis millones que se ha convertido en una ganga. Como el de Derrick Jones Jr, que juega por el mínimo y será agente libre en verano, o el de Lively II, un hallazgo bajo control en contrato rookie en el futuro inmediato. En el cierre de mercado invernal, el nuevo equipo (literalmente) se concretó con Daniel Gafford y PJ Washington, fichajes quirúrgicos con buenos contratos: hasta 2026 y muy amables para su rendimiento.

Una estrella A+ (Luka Doncic), una segunda estrella regenerada (o eso parece) competitiva y emocionalmente (Kyrie Irving) y un ejército al servicio de ambos (Jone Jr, Lively II, Exum, Gafford, Washington…) al que solo faltaría (no a a pasar) que Tim Hardaway Jr fuera de verdad un anotador/tirador eficiente. Cuando tienes las grandes estrellas (lo más difícil) y aciertas con los secundarios (la espada de Damocles) pasan cosas: 16-2 en los últimos 18 partidos, de equipo irregular de play in a tan aspirante como cualquiera que no se llame Boston Celtics y Denver Nuggets. En ese tramo han tenido, glups, la mejor defensa de la NBA y Doncic, encajado por fin en la primera línea de la batalla por un MVP que seguramente acabará ganando Jokic, ha promediado 32 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias.

El regreso del viejo enemigo en playoffs

Así que los Mavs han vuelto a llegar a las 50 victorias y han recuperado su lugar en los playoffs. Llegan en estado óptimo al momento adecuado. Y más les vale que así sea: quintos del Oeste con una opción mínima de ser cuartos, lo normal es que vayan por el lado del campeón, unos Nuggets que son líderes del Oeste justo a tiempo, y ya tienen garantizada una primera ronda de altísimos vuelos. De morbo, titulares asegurados y una de esas jugarretas del destino que esconden, si se quiere ser optimista, una gran oportunidad: su rival en primera ronda será el viejo enemigo, el primer gran demonio de Doncic en playoffs y un equipo que se juega mucho en un año de all in kamikaze. Su rival en primera ronda será Los Angeles Clippers.

Los Clippers, que tienen parado a Kawhi Leonard por problemas de rodilla, no aguantaron el ritmo de Nuggets, Timberwolves y Thunder. Su bajada de prestaciones (ocho derrotas en esos 18 partidos de descorche de los mavs) los envío, sumada a la crecida de los de Dallas, a una ruta de colisión que ya se ha confirmado. Uno será cuarto y el otro quinto, así que se enfrentarán en una primera ronda tremenda en la que, salvo cosa muy rara, los angelinos tendrán factor cancha: 51-29 por 50-30 con el desempate a favor, les vale una victoria en dos partidos sencillos (Jazz, Rockets) o una derrota de los Mavs en dos que incluyen uno chupado (Pistons) y uno duro (Thunder)... en caso de que haya motivos para hacerlo competitivo.

Es el cuarto billete para playoffs de Luka Doncic, que tiene un balance de 2-3 en eliminatorias del Oeste. Dos de las tres derrotas fueron contra los Clippers. La otra, en la final de Conferencia de 2022 contra los Warriors que acabaron ganando el título. El base esloveno ha jugado 28 de partidos de playoffs, y casi la mitad (13) han sido contra ese rival que pudo con él en 2020, en la burbuja de Florida y en 2021. Dos primeras rondas seguidas, un 4-2 y un 4-3. Las dos con ventaja de campo (aunque en el complejo de Disney poco importaba) para el mismo que salvo milagro la tendrá ahora, unos Clippers de todo o nada que tienen que legitimar el riesgo de haber sumado a Russell Westbrook y James Harden a ese último brochazo del prime de Kawhi y Paul George que fue demasiado para un Doncic que nunca ha estado tan bien acompañado, tan equipado para combatirlo. En sus dos derrotas anteriores contra un enemigo muy íntimo, su rotación era mucho peor que la actual. Y no tenía al lado esa válvula de escape premium que supone, en su actual punto de calma espiritual, Kyrie Irving.

En los anteriores duelos contra los Clippers en playoffs, Doncic se quedó corto aunque promedió 33,5 puntos, 8,8 rebotes y 9,5 asistencias. En partidos su balance es 5-8, en eliminatorias 0-2. En regular season está 7-11 y promedia 32,6+8,3+7,4. Este año, 1-2... pero no han jugado desde el 21 de diciembre. Es decir, los Clippers no han jugado contra estos Mavericks. Los que no paran de ganar desde que empezaron a usar el quinteto Doncic-Kyrie-Jones Jr-Washington-Gafford.

En sus enfrentamientos ha habido polémicas, momentos calientes, retos, acusaciones de dureza excesiva, gestos despectivos… una rivalidad de nuevo cuño que calentó motores en 2020, cuando los Clippers sortearon un partido gigantesco, histórico, de Doncic: 43 puntos, 17 rebotes, 13 asistencias y un triple increíble sobre la bocina para poner un 2-2 que no fue a más (4-2 final) porque todo era, sin nada más detrás y con Porzingis lesionado, Doncic o Doncic o Doncic.

Un año después, la derrota fue más dolorosa. Y extraña. Por primera vez en playoffs, el visitante ganó en los seis primeros partidos de la serie. Así que la cosa acabó en un 3-3 antes la victoria local de los Clippers, en el séptimo. Los Mavs se habían puesto 0-2 y 2-3, pero malgastaron tres balas en su pista, la del sexto partido un match point que arregló Kawhi, que acabó con 45 puntos y un 18/25 en tiros, incluidos dos triples cruciales en los que buscó quedarse con Doncic en el emparejamiento defensivo. Los Clippers avanzaron, pero el sueño de sus primeras Finales murió con una lesión de rodilla del propio Kawhi en plena segunda ronda, contra los Jazz.

Doncic vuelve a playoffs. Y vuelve contra su primer gran rival en una carrera en la que, está destinado a ello, tendrá muchos. Así es para todos los grandes. Si los Mavs pierden, se irán con mal sabor de boca. Con la certeza de que han dado con algo pero con la amargura de que esta oportunidad podría haber sido una de las buenas. Si los Clippers pierden primera ronda, con un equipo históricamente caro, veterano y creado para ganar, se llevarán un guantazo gigantesco. Habrá presión, igualdad, narrativas y súper estrellas que se jugarán su legado en la pista. Así que, después de un año de ausencia, el regreso de Doncic y sus Mavs a los playoffs trae dinamita.

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