Se acabó la magia de Redick
Los Suns derrotan a los Lakers en un partido duro y milimétrico en el que Kevin Durant, decisivo al final, fue mejor que LeBron James.
Se acabó: los Lakers de JJ Redick, a la cuarta, perdieron. No ayuda el calendario: en menos de una semana han jugado dos veces contra los Suns y una contra Wolves y Kings. Equipos, en teoría, de más rango en el Oeste (del mismo, en algún caso). Y ahora van a Cleveland en plena gira de cinco partidos. Así que, por ahí, no va a haber tregua. Tres días después de remontar 22 puntos a los Suns en L.A., la situación dio la vuelta como un calcetín. Así es la regular season: esta vez, los Lakers ganaban por 18 en el primer cuarto (8-26) pero acabaron perdieron (109-105). Y los dos equipos están 3-1.
Fue un partido muy igualado, peleado, en el que se vieron las virtudes y deficiencias de los dos equipos. Los Lakers compitieron hasta el final. Estaba por delante a falta de cuatro minutos y tuvieron oportunidades en los últimos segundos a pesar de que dos canastas de Kevin Durant (acabó con 30 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias y 4 tapones) convirtieron un 101-101 en un 105-101. Jugaron con intención y espíritu, compitieron bien y volvieron a brillar cuando estuvieron en manos de Anthony Davis (29 puntos, 15 rebotes, 3 tapones, de más a menos esta vez), Austin Reaves (23+8 y 3 asistencias) y Rui Hachimura (20+10). Pero apenas rascaron nada del banquillo y demostraron que falta un defensor más, tal vez hasta que vuelva (si es que vuelve) Jarred Vanderbilt: las canastas decisivas de KD llegaron contra el mucho más pequeño Gabe Vincent.
Si Max Christie no da el estirón, o Vanderbilt regresa y puede jugar con continuidad (veremos si su pie lo permite) o los Lakers tendrán que hacer algo. LeBron James, además, estuvo muy flojo. Lento, mayor: 11+5+8 con un 3/14 en tiros. Más allá de su último cuarto contra los Kings, mágico, está siendo un inicio de temporada muy discreto para un jugador en su temporada 22 en la NBA y a dos meses de cumplir 40 años. Su racha de partidos seguidos con al menos diez puntos (ahora 1.226, algo increíble) estuvo verdaderamente en riesgo, pero la salvó con un triple que puso, además, el 105-104. Seguramente, con un LeBron simplemente normal, los Lakers habrían ganado este partido. Pero no lo encontraron, y perdieron pese a su gran inicio y a un brillante tercer cuarto después de un desastre en el segundo (14 puntos, 5 pérdidas, 6/22 en tiros). El inicio del último parcial, decisivo: de 76-83 a 86-83 en tres minutos).
Los Suns, un poco a trompicones, se van hallando. Están también 3-1, con un obvio potencial por capacidad anotadora y algunos quintetos que funcionan: esta vez cerraron con Royce O’Neale (canasta clave para el 107-104) y el rookie Ryan Dunn (ultra competitivo) al lado del big three: además de Durant, 33 puntos de Devin Booker y 15 con 4 asistencias de Beal. Faltan especialistas defensivos, falta intimidación, Nurkic tiene noches en las que simplemente no puede estar en pista y a veces vuelven los viejos vicios, con poca circulación de balón y tiros forzados por las estrellas. Pero en sus dos últimos partidos, contra Mavs y Lakers, y los Suns han enseñado lo suficiente para dejar claro, que como mínimo, son capaces de ir ganando los suficientes partidos mientras construyen (o no) la personalidad que no tuvieron el curso pasado. De eso va a depender que, lo tendrán difícil, puedan ser uno de los verdaderos aspirantes a ganar el Oeste esta temporada. Los Lakers, por su parte, tuvieron a mano un 4-0 que habría sido impresionante, pero se quedaron cortos por un poquito y ahora, sin descanso, viajan a Cleveland. LeBron y Bronny en su ciudad y, en pista, la trituradora de los Cavs (4-0). Otro partido gordo.
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