Ricky: “Estaba perdido, había algo que nublaba mi mente”
Tras anunciar que va a volver a entrenar con el Barça, el base español habla de su situación y de toda su carrera en una extensa entrevista para The Athletic.
“El 30 de julio fue uno de los días más duros de mi vida”, explica Ricky Rubio en referencia a los días previos al momento en el que decidió parar, apearse de la concentración de la Selección para el Mundial 2023 y dar prioridad absoluta a su salud mental. El mismo factor que le hizo quedar al margen de la disciplina de Cleveland Cavaliers hasta que, finalmente, se desvinculó de la franquicia de Ohio y puso punto y final a su etapa (más de doce años) en la NBA.
Ahora, la puerta del baloncesto vuelve a abrirse para un Ricky que, como primer paso, va a entrenar con el Barcelona, el que fue su club y con el que fue campeón de Europa antes de marcharse a la NBA. Así lo ha anunciado el de El Masnou (33 años), que ha lanzado un guante que el Barça ha recogido feliz. Una vez dado este paso, sus primeras explicaciones han llegado en una entrevista con el periodista Jon Krawczynski, de The Athletic.
“Tengo escalofríos pensando en los días en los que todo era oscuro. Había algo que me nublaba la mente, que no podía superar. Ahora estoy mucho mejor con la ayuda que necesitaba recibir, y me estoy reconstruyendo de dentro hacia fuera, y no de fuera hacia dentro”, cuenta con sinceridad un Ricky que también habla de lo difícil que le acabó resultando congeniar sus conflictos internos con su imagen, una cara al mundo exterior con la que siempre intentó transmitir optimismo: “Siempre he sido el que intentaba ser positivo, pero a veces simplemente me estaba mintiendo a mí mismo. Me decía que no me podía sentir de una determinada manera porque eso me frenaría. Pero si te mientes a ti mismo, eso se acaba volviendo contra ti, y eso es lo que me ha pasado. Hay que ser sincero con uno mismo”.
Hasta llegar a ese fatídico 30 de julio: “Una de las noches más duras de mi vida. Mi mente se fue a un lugar muy oscuro. La última lesión con los Cavs fue muy dura pero no fue el gran factor que me llevó a eso. Fueron cosas pequeñas que habían estado ahí durante años y que finalmente se volvieron contra mí”. Y a un proceso de recuperación en el que parece que el baloncesto no va a quedar definitivamente a un lado: “Espero que esto no haya supuesto un final definitivo. Quiero ver si me encuentro mejor, sé que será todo diferente. Primero, voy a pensar en mí. Todavía estoy en un proceso de recuperación, ha pasado por un shock muy grande. Pero sé que el baloncesto es una parte muy grande de lo que soy”.
Las dos fatídicas lesiones de rodilla
En la entrevista, excelente, Ricky hace balance a su etapa en la NBA, un trance en el que vivió lo mejor y lo peor de la mejor liga de baloncesto del mundo: “A veces me gustaría haber tenido una carrera todavía mejor. Me gustaría haber ganado un título. Pero al final me doy cuenta de que lo disfruté. Hubo malos momentos, por supuesto, no ha sido una historia perfecta. Pero aprendí mucho, hice muchos amigos y crecí durante todo el proceso. Disfruté del baloncesto”. El base también habla muy a las claras de las dos lesiones de rodilla que acabaron marcando su trayectoria en EE UU, la primera cuando solo era un base joven pasándoselo de maravilla en unos Timberwolves muy divertidos: “Llegué a un punto en el que me sentía invencible. Entonces llegó la lesión y me dije que no me podía afectar. No sé si era inocencia, pero creía que no podía irme mal. Siempre pienso en esa lesión y en cómo podrían haber ido las cosas sin ella. Todo pasa por una razón, pero lo sigo pensando. Me lo estaba pasando tan bien esa temporada, que no me lo podía creer”.
Ese trance cerró una etapa feliz que se había abierto con su llegada, aclamado como una de las nuevas caras jóvenes de la NBA, a los Wolves en 2011: “Me sentí como una estrella del rock. No quería estar en el primer plano, pero tampoco me podía quejar, era genial. Mi forma de jugar era puro Ricky. No pretendía faltar al respeto a otros equipos, era mi manera de divertirme. Siempre intento ser respetuoso con todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, me gusta divertirme en la pista”.
Después, en diciembre de 2021 y cuando se había reencontrado con la NBA en los Cavaliers, donde estaba dejando atrás un tiempo de traspasos y desengaños, sufrió otra grave lesión en la misma rodilla: “Llegó un punto en el que era una situación perfecta. Estaba en un equipo que necesitaba que rindiera a mi mejor nivel y yo me sentía mejor que nunca, en mi prime físico y mental. Todavía creo que no he superado aquello, la verdad. Perdí la confianza. Las cosas iban bien, todo había encajado después de haber pasado por tantas cosas... ¿y me tocaba eso?”.
Los problemas de ser un niño prodigio
Echando la vista atrás, Ricky se da cuenta del coste que supuso para él debutar con el Joventut a los 14 años, jugar una final olímpica con España antes de los 18… ser un niño prodigio tuvo sus cosas buenas, pero también fue un gran reto: “Fue todo tan rápido que no pude ni plantearme si quería ser profesional. Fue como ya está, soy profesional. Pero con la Selección no tenía miedo, no sabía que había cosas que se podían torcer. Solo pensaba en las cosas buenas. Me lo estaba pasando tan bien que podría haber jugado con una sola pierna”. Esa etapa incluyó el salto del Joventut al Barcelona. Una herida en una rivalidad de la que se convirtió en protagonista y que le hizo descubrir, a base de abucheos, cosas del mundillo del baloncesto de las que hasta entonces se había mantenido al margen: “Aquellos recibimientos en Badalona es algo que fue quedando en el olvido porque quería dejar atrás ese sentimiento. Porque si me hubiera dejado llevar por él, me habría destruido. Tenía 18 años, fue algo muy duro para mí. Y ahí me di cuenta de que todo esto es un negocio”.
A partir de experiencias como esas, reconoce que se fue cerrando cada vez más: “Tenía que esconder mis sentimientos, quizá porque soy una persona súper sentimental. Tenía que hacerlo así para que no afectara a mi nivel de juego”. Aunque reconoce que, sencillamente, tenía que aprovechar sus momentos: “Es duro porque muchas veces solo tienes estas oportunidades una vez, no se repiten. Si no te subes a los trenes, no sabrás lo que podría haber pasado. Pero ahora creo que ojalá hubiera disfrutado más en esas primeras etapas de mi vida”.
En la entrevista, Ricky vuelve a recordar el fallecimiento por enfermedad de su madre, uno de los momentos más duros de su vida: “Estaba perdido, no sabía quién era, tenía que reconstruirme. Creo que a mucha gente le pasa, un momento en el que se pierde y necesita reencontrarse con los motivos para vivir. Por suerte, yo lo controlé a tiempo. Ahora sé que no estoy solo. Sé que cuando explicas las cosas, la gente te entiende. Somos seres humanos, pasamos por cosas similares en contextos distintos. Hay que apoyarse unos a otros, recurrir a los demás, buscar a las personas a las que amas. Pero no voy a mentir, es un proceso duro”.
También deja claro que le hace especialmente feliz ver las reacciones de cariño de los que fueron sus compañeros en la NBA cuando anunció su adiós a esa competición: “Ese es mi anillo de campeón. Prefiero ser una buena persona que un gran jugador. Al final, la gente te va a recordar por cómo eras y cómo les hacías sentir, no por si jugabas al baloncesto bien o mal”. Y, por último, recuerda cómo fue el principio de todo, lo más importante. Por qué decidió ser jugador de baloncesto: “Nadie me obligó a jugar, simplemente me enamoré de ese juego por sus complejidades y todos los detalles que acaban siendo importantes. Decidí que estaba dentro de mí, sabía que lo echaría mucho de menos si no jugaba”.