Revolución en los Rockets: Cam Whitmore y el potencial infinito
El alero de 18 años fue seleccionado por los Rockets en la 20ª posición. Un gran talento. Sorprende que saliese tan abajo, una de las noticias del Draft.
Cam Whitmore se presentaba al Draft como uno de los nombres más jóvenes e interesantes de las decenas de jugadores que han sido elegidos. Su potencia física, unida al margen de mejora, a pesar del desarrollo en los últimos meses, en el lanzamiento tras bote y desde la media distancia, invitaba a apostar por él en las primeras posiciones, pero no fue así.
Los problemas en los exámenes médicos los días antes del Draft hicieron que bajase hasta el puesto número 20, algo que parecía impensable. Teniendo en cuenta su talento y proyección, debería estar entre los cinco o siete primeros. Houston ha pescado una ganga.
Tras un año sin grandes luces en Villanova, pero dejando unos destellos dignos de los grandes talentos que han llegado a la NBA en los últimos años, llega a la competición con apenas 18 años. Activo en ataque y defensa, todas sus armas provienen de un físico privilegiado que le hace destacar por encima del resto en la pista.
El crecimiento esperado en los Wildcats, universidad conocida por desarrollar talento, como ya lo hiciese con Jalen Brunson, Mikal Bridges o Josh Hart en los últimos años, cumplió con lo esperado. Pudo pulir los lunares a nivel técnico que podían hacer dudar del gran potencial.
Líder en ataque y defensa
No es muy común encontrar en la NCAA un jugador totalmente decisivo en ambas canastas. Su especialidad, la marca de la casa, es la de romper tras bote a su par y entrar a canasta, teniendo claro que en la gran mayoría de ocasiones, la jugada termina en dos puntos. En los últimos meses ha aprendido a lanzar tras bote, a hacerse hueco en los espacios y moverse bien entre los bloqueos para levantarse desde la media distancia. Ha desarrollado la creación propia de tiros, y está listo para llevarla al próximo nivel.
Su actividad defensiva se traduce en numerosos robos de balón, una de sus virtudes. La inteligencia se une a un tren inferior desarrollado y muy superior al del resto de la NCAA. Esta superioridad debería trasladarla a la NBA con el paso de las temporadas. Se espera que su impacto no sea inmediato, sino una apuesta a medio y largo plazo.
Su llegada complementa a la de Amen. Un jugador físico, que rompe hacia el aro y que cada vez está más seguro de sí mismo. En los Rockets puede aportar algo diferente.
Sus estadísticas de 12.5 puntos, 5.3 rebotes, 1.4 asistencias y un 34.3% desde el triple muestran un margen de mejora. Entre los puntos a tratar está el de encontrar mejor a sus compañeros, es de los que baja la cabeza y entra a canasta, y la consistencia desde fuera. Su potencial es enorme, considerado uno de los jugadores con más techo de todo el draft. Su juventud se traslada en optimismo, y en una franquicia como los Houston Rockets, alcanzará todo lo esperado.