¿Qué pasa con el tobillo de Butler?
Los Heat se la juegan esta noche, ya sin margen de error, otra vez sin Tyler Herro y con Jimmy Butler lejos de su versión más determinante.
Miami Heat robó el factor cancha de las Finales 2023 de la NBA en el segundo partido… y lo perdió en el tercero, apenas 72 horas después, en el primer partido de la serie en South Florida. Y lo peor no fue el 2-1 para los Nuggets, ni la derrota en un partido que en esas circunstancias (tercero de la serie con 1-1 antes del salto inicial) da el título al que se lo lleva el 80% de las veces. Con todas las malas noticias que trajeron las matemáticas para los de Erik Spoelstra, lo peor fueron las sensaciones.
Los Nuggets fueron superiores y retomaron el mando de una Final en la que han tenido ventajas superiores a 20 puntos en sus dos victorias y un +15 en la derrota, un partido en el que cometieron muchos errores e, incluso así, llegaron con ocho puntos de ventaja al último cuarto y tuvieron un triple de Jamal Murray para forzar la prórroga. Ni siquiera están necesitando actuaciones especialmente buenas desde la línea de tres para sumar sus triunfos: 8/27 en el primero y 5/18 en el tercero. Solo 13 entre los dos partidos, en ambos casos por debajo del 30%. Tampoco ha aparecido todavía una versión óptima de Kentavious Caldwell-Pope ni una simplemente correcta de un Michael Porter Jr completamente desdibujado. Los Nuggets tienen un margen de error con el que ni sueñan los Heat. Y a dos jugadores, Nikola Jokic y Jamal Murray, que no parecen dispuestos a dejar pasar su gran oportunidad. Su primera gran oportunidad.
Una diferencia abismal en las zonas
El tamaño también es un factor: los Nuggets son más grandes, más fuertes, más físicos. El rebote fue una pura dominación (33-58) en un tercer partido en el que quedó claro que los Heat dependen del triple, y de rondar el 45% con un alto volumen de tiros para tener opciones. Porque la zona está cerrada, sellada por los centímetros de los de Colorado. Que además hicieron un mucho mejor trabajo a lo hora de evitar tiros liberados de los Heat: el 71,4% de los triples que lanzaron los de Spoelstra (11/35 final) llegaron con un defensa pegado al tirador.
La diferencia de puntos en la pintura acabó en 34-60. El +26 es la tercera mejor marca de los Nuggets en toda la temporada. El -26 es la cuarta peor de los Heat. Un dato abrumador en el que sorprende, una cuestión de eficacia, que el número de tiros en esa delimitación fue similar: 30/48 los Nuggets, un terrible 17/46 los Heat, que hicieron exactamente la misma cifra (17/46) en tiros fuera de la pintura. Ese 37% en zonas normalmente de alto porcentaje es uno de los peores datos de cualquier equipo en todo el curso. Y el segundo peor en playoffs. ¿El peor? También los Heat: en el sexto partido de la final del Este, el de la canasta milagrosa de Derrick White, contra los Celtics (16/52, 30,8%). En el trascendental tercer partido contra los Nuggets, Jimmy Butler se quedó en un 6/16 en la pintura y Bam Adebayo en un 5/16.
Butler aceptó la derrota con quejas por la falta de energía que los había lastrado en un día crucial: “No sé qué pasó. Quizá pensamos que estábamos en nuestra pista, que ya habíamos conseguido algo… No sé. No puede volver a pasar, y hablo en primer lugar de mí mismo. No volverá a pasar. Tengo que ser más efectivo en defensa, tengo que ganar bolas divididas… si yo hago eso, los demás siguen mi ejemplo. En el cuarto partido hay que poner más energía, más esfuerzo. Es algo que podemos corregir, depende de nosotros como grupo. No es algo de pizarra, de Xs y Os. Sal a jugar, tírate a por las bolas, coge rebotes… así quizá, el partido habría sido distinto”.
Jimmy Butler no alcanza su mejor versión
Butler es autocrítico, y habla de cosas que los Heat pueden cambiar en las menos de 48 horas que separan, el descanso más corto de las Finales, el cierre del tercer partido y el inicio del cuarto (esta noche, 02:30 hora española). Un punto de la serie que los Heat tienen que tomarse como un match point. No pueden permitirse irse de vuelta a Colorado con un 3-1 en contra y la obligación de ganar tres partidos seguidos, dos en la Mile High, los más de 1.600 metros de altitud de Denver. Además, la caballería sigue sin llegar a tiempo: Tyler Herro está en principio descartado también para este cuarto partido. El escolta iba a regresar, se suponía, en el tercero, pero sigue el permiso pleno de los médicos tras la fractura en una mano que sufrió en el inicio de los playoffs, contra Milwaukee Bucks. No ha jugado desde entonces.
Pero hay una sombra que se alarga ominosa sobre el jugador franquicia de los Heat, que no está a su mejor nivel, ese que lo convierte en superhéroe de clase obrera, uno de los jugadores más competitivos de la NBA y uno con el que resulta especialmente fácil empatizar. Esto, probablemente, tiene que ver con una lesión de tobillo de la que seguramente tendremos noticias cuando terminen las Finales. Entonces sabremos cómo de mermado ha jugado el alero texano. Por ahora, él no quiere usarlo como excusa: “Da igual, a nadie le importa. Al final, lo que se espera de mí es que juegue al nivel más alto posible en un momento como este”.
Después de trastabillar por el play in (derrota contra los Hawks en su pista, victoria muy sufrida contra los Bulls también como local), los Heat accedieron a playoffs como octavos, y a la primera propiciaron una de las mayores sorpresas de los últimos años: 4-1 contra unos Bucks que habían sido el mejor equipo de la regular season y eran el favorito para hacerse con el título que ya ganaron en 2021. En esa serie, Butler jugó a un nivel extraordinario, especial: 37,6 puntos de media, 6 rebotes, 4,8 asistencias, 59% en tiros totales, 44% en triples y casi dos robos por noche. Para el recuerdo, especialmente, el cuarto partido en el que acabó con 56 puntos, 9 rebotes, un 68% en tiros (19/28), la cuarta mayor anotación de siempre en playoffs y el récord de los Heat en eliminatorias tanto en un primer cuarto (22 puntos) como en el último (21).
Pero el estreno de la semifinal del Este, contra los Knicks en el Madison, trajo un precio alto para los de Spoelstra: en el ecuador del último cuarto, Butler se hizo daño en un tobillo en una acción en la que estaba siendo defendido por Josh Hart. Acabó ese primer partido, visiblemente mermado, y no jugó el segundo. Volvió en el tercero y desde entonces lo ha jugado todo, pero no ha sido el mismo. Ha tenido momentos brillantes, desde luego tramos de batalla y liderazgo, pero sin llegar a su nivel súper. El verdaderamente determinante. Contra los Celtics, en la final del Este (fue MVP), promedió 24,7 puntos, 7,6 rebotes y 6,1 asistencias. En las Finales está en 20,7, 4,3 y 6,7. Con un pobre 42% en tiros. En el game 1 se quedó en 13 puntos con 14 tiros. En el segundo duelo, en 21 con 19 y en el tercero, en 28 con 24. En total, 57 tiros para 62 puntos. Acumula solo un robo, ninguno en los dos últimos partidos. Y las sensaciones dejan claro que no está al 100%, con tramos sin esa incidencia en el juego que es marca de la casa, poco agresivo para lo que acostumbra en momentos así y con demasiados tiros fallados porque se quedan cortos: cuestión de piernas.
En seis partidos de playoffs (si contamos el de la lesión, que estaba en su recta final) antes del percance con Hart, promedió 35,5 puntos con un 59% en tiros y un 43% en triples. En los 13 posteriores está en 23,5 con un 42% y un 32%. En ellos, solo ha superado una vez la barrera de los 30 puntos (en el primero de la final del Este, en Boston). Todavía peor, desde el 0-2 contra los Celtics y las épicas dos victorias seguidas de los Heat en el Garden, ha jugado ocho partidos y se ha quedado en 20,7 puntos con un 39% en tiros totales. Su falta de explosividad es obvia: antes de la lesión anotaba en sus penetraciones con un 59% de eficacia y después, con un 45%. En bandejas ha pasado de casi el 68% a moverse por debajo del 44%. En suspensiones fuera de la pintura, el ajuste del effective filed goald porcentaje (eFG%, una ponderación que valora si los tiros son de dos o de tres) ha bajado de un 58,8% a un 39,3%.
Un dato muy relevante: desde el tercer partido contra los Knicks, cuando volvió tras su baja en el segundo de la serie, los Heat tienen un net rating negativo (-0,2) en los 558 minutos que ha jugado y positivo (+9,1) en los 162 que ha descansado. En las Finales, la diferencia se radicaliza: -10,2 en sus 119 minutos, +14,7 en los 25 que ha pasado sentado. Es obvio que Butler llega hasta donde puede, se esfuerza y sigue teniendo momentos en los que demuestra que es uno de los mejores jugadores de la NBA cuando de verdad hay que ganar partidos. Pero no está a su mejor nivel, y no se puede comparar ahora mismo en la lucha de jugadores franquicia con un Nikola Jokic iluminado, imparable. Por ahí también dominan con claridad los Nuggets, y desde luego el estado del tobillo de Butler tienen que ser un factor. Y no pequeño.
Butler volverá a intentarlo esta noche, hasta donde lleguen las fuerzas. Con 33 años, tiene que aferrarse a una oportunidad así en sus segundas Finales desde que llegó a Miami en 2019, a través de un sign and trade que lo sacó de Philadelphia con un contrato de cuatro años y 142 millones que en 2021 los Heat, felices, extendieron por otros cuatro y 184 millones de dólares más. En las Finales de 2010, en la burbuja, los Heat (con serios problemas de lesiones) no pudieron frenar a unos Lakers acorazados. Pero Butler jugó a un nivel emocionante: 26,2 puntos, 8,3 rebotes, 9,8 asistencias, 2,2 robos. Un tercer partido antológico (40+11+13) y un quinto extraordinario (35+12+11+5 robos). El sexto jugador de la historia, en aquel momento, con más de un triple-doble en una serie por el título. Y el segundo jugador, también junto a LeBron (versión 2016) que lideraba a su equipo en una Final en puntos, rebotes, asistencias, robos y tapones. Ese Butler, playoff Jimmy, es el que necesitan los Heat, el que eleva hasta el infinito el techo de un equipo tocado… pero no hundido. Si le da por ganar esta noche…