Anunoby se queda en los Knicks
Después del traspaso por Mikal Bridges, los Knicks aseguran, con un contrato récord, la continuidad del alero que llegó de los Raptors.
Durante semanas, la continuidad de OG Anunoby en los Knicks se había puesto fea. Cuando los neoyorquinos se hicieron con el alero de Londres (que cumplirá 27 años en julio) el pasado 30 de diciembre, era obvio que el plan pasaba por un vínculo que fuera más allá de unos meses a préstamo. Pero Anunoby, que había firmado una extensión de cuatro años y 72 millones en 2020, con los Raptors, no quiso ni mirar (lógico) a una player option que le habría dado 19,9 millones para el próximo curso. Quería más. Quería sueldo de súper estrella. Los Knicks flirtearon con ofertas menores, lo que provocó rumores de divorcio durante semanas, pero han acabado haciendo lo que se había convertido en su única ruta posible: Anunoby se queda en Nueva York con un nuevo contrato de cinco años y 212,5 millones que incluirá una player option en el quinto y trade kicker (más dinero para el jugador en caso de que sea traspasado).
Anunoby se lleva el mayor contrato en la historia de los Knicks, y perdona unos 33 millones del máximo al que podía aspirar. Había equipos (la sombra de los vecinos Sixers era alargada) con propuestas de máximo encima de la mesa. Y Leon Rose (el ejecutivo que está construyendo esta versión suprema de unos Knicks a los que llegó en 2020) tenía pocas vueltas que darle al asunto. No se hizo con Anunoby y dio a cambio a RJ Barrett e Immanuel Quickley para nada. Y no se ahorró entonces primeras rondas de draft (dio una segunda) para soltar un montón de ellas por Mikal Bridges, ayer, para no tener a los dos. La operación Bridges requería cerrar la operación Anunoby. De lo contrario, habría sido prácticamente uno por otro, con muchas rondas y un par de buenos jugadores jóvenes abandonados por el camino. Así, sí: los Knicks tendrán (Anunoby-Bridges) una pareja de forwards defensores temible, de absoluta elite y pensada para ponerse delante de los jays, Jayson Tatum y Jaylen Brown. Porque, sí: los Knicks ya son, ahora mismo, el gran rival de los Celtics en el Este. El equipo mejor equipado para desbancar al campeón.
Bridges fue segundo (por detrás de Marcus Smart) en la votación del Defensor del Año en 2022, curso en el que entró en el Mejor Quinteto Defensivo. Anunoby (campeón con lo Raptors en 2019) estuvo en el Segundo en 2023. Si Bridges (que puede negociar una extensión de tres años y 113 millones seis meses después de que el traspaso sea oficial) tiene un contrato excepcionalmente valioso dadas sus cualidades (le quedan dos años por 48,2 millones de dólares), Anunoby entra en el rango de las megaestrellas: 42,5 millones de media anual, 36,6 la próxima temporada y 48,3 en la quinta y última (2028-29). Los Knicks no podían hacer otra cosa y, al menos, han evitado ir al máximo total. Cuentan, claro, con la subida del salary cap, que gracias a los nuevos contratos televisivos será casi sin duda de un 10% al año. Eso irá haciendo que las cifras parezcan cada vez menos mareantes.
Ahora, quedan dos tareas pendientes en Nueva York: en unos días, a partir del 12 de julio, los Knicks podrán negociar con Jalen Brunson una extensión que sería por cuatro años y 156 millones. Les vendría bien a la vista de lo que el base podría obtener como agente libre (podría serlo el próximo verano ya que tiene player option de 24,9 millones para la temporada 2025-26). El otro asunto es más peliagudo: el pívot Isaiah Hartenstein va a ser agente libre y tiene pocas opciones de seguir a pesar de que se convirtió, la temporada pasada, en un jugador fundamental. Por su valor puro en pista y porque daba una seguridad enorme a la rotación dados los constantes problemas con las lesiones de Mitch Robinson, el otro cinco. Pero como solo tienen sus early bird rights, los Knicks no podían pasar de 72,5 millones por cuatro años en su oferta a un Hartenstein que en otros equipos puede llegar a casi 90 millones por cuatro años.
En su verano para hacer caja, el jugador quiere que sea así y equipos como Magic y sobre todo Thunder (donde también jugaría en un aspirante al anillo) parecen dispuestos a poner sobre la esa un ofertón de ese nivel. Además, ahora y tras sus últimos movimientos, los Knicks ni siquiera pueden ir a esos 72,5 que podrían, en todo caso, no bastar. Si reestructuran sus contratos facilitando salidas vía traspasos (se ha hablado de Robinson, siempre se habla de Randle…), tendrían una opción de retener a Hartenstein. Pero puede que ya ni cuenten con ello.
La única duda con Anunoby, que además va a jugar a las órdenes del muy exigente Tom Thibodeau, es su capacidad para mantenerse en pista, sano: no pasa de 70 partidos desde su año rookie (2017-18) y solo ha superado los 50 una vez en las últimas cuatro temporadas. La pasada, acabó sin jugar 27 de los 30 últimos partidos de los Knicks. Primero por una lesión de codo que se complicó más de la cuenta, después por un problema muscular. Pero los Knicks no han sido campeones desde 1973 y no juegan unas Finales desde 1999. Es el momento de intentarlo y eso pasaba por retener a un Anunoby que firmó con la camiseta de los Knicks un balance de 20-3 en regular season y 27-6 en total, si se cuentan los partidos que sí jugó en playoffs. Desde que llegó de Toronto promedió 19,6 puntos y 4,5 rebotes con un 37% en triples. Y si él y Brunson jugaban, sin ninguno de los dos ausentes, los Knicks ganaban más del 90% de las veces.
Un defensor extraordinario, muy físico y capaz de ocupar básicamente cualquier posición de la retaguardia en pista (un valor gigantesco en la actual NBA), Anunoby también puede abrir la pista con su correcto tiro de tres, ayudar a generar espacios para las penetraciones de Brunson y, a la vez, aprovechar los pases que el base invierte al perímetro desde la zona. Finalmente, y como siempre pareció que acabaría siendo (aunque hubo dudas), se queda en Nueva York, con sueldo de estrella y el objetivo de ser campeón. Esa, y no otra, es la única apuesta posible ya para los Knicks.
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