NCAA | FINAL FOUR 2024 | CAMPEONATO
U-Conn repite por agotamiento
La Universidad de Connecticut consigue el doblete de la NCAA en un duelo de gigantes en el que Zach Edey, de los Boilermakers de Purdue, se quedó muy solo.
U-Conn se viste de campeón un año más. Van dos seguidos. El título universitario más prestigioso de Estados Unidos cae en sus brazos tras vencer en la final a Purdue, que buscaba el primero de su historia, en un encuentro en el que fue horadando la resistencia del oponente poco a poco y terminó por desquiciarles ante la versatilidad de su plan.
La NCAA coronó a los Huskies tras este 75-60 en el State Farm Stadium de Glendale. Con este doblete el programa de Dan Hurley logra algo que no se veía desde catorce años atrás, cuando los Gators de Florida que dirigía Billy Donovan (ahora en la NBA) también gozaron ese back-to-back en 2006 y 2007. Ellos eran los principales favoritos y ejercieron como tales.
U-Conn se adueñó del partido en la segunda parte y supo controlar las faltas personales en las que incurrió su juego interior, donde estaba gran parte de la clave del duelo, por lo que le dio el ritmo para ir anotando de diversas maneras y que Purdue no supiera cómo confrontar ese despliegue. Se llegó al final sin apreturas, fue muy claro.
Fue interesante seguir el duelo de gigantes que se dio este lunes en el estado de Arizona. Marcó el partido sobremanera, porque lo tenía que hacer, dado que Purdue veía gran parte de sus opciones pasar por su pívot, el canadiense Zach Edey (2,24 metros). Lógico viendo el fluir del juego: 37 puntos y 10 rebotes. Enfrente estuvo Donovan Clingan (2,18 metros), del que U-Conn es menos dependiente. La referencia de los Boilermakers era Edey, al que ya vimos irrumpir en la escena internacional con su participación en el último Mundial y que probará su poderío en la NBA próximamente, y de ahí se movieron poco al saberse inferiores a los Huskies si se comparaban ambos roster.
U-Conn se lleva el sexto trofeo de campeón nacional a sus vitrinas con una actuación completa de su quinteto inicial y dos relevos más importantes de lo que sus estadísticas dicen, Johnson y Diarra. El proyecto de Dan Hurley, considerando la estirpe a la que pertenece (su padre está en el Salón de la Fama; su hermano Bobby entrena a Arizona State y su hijo Andrew juega para él en Connecticut), es ya una confirmación en la élite total del baloncesto.
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Edey comenzó con un gancho de derechas, quizá su movimiento más dañino para el de enfrente, y marcó los tiempos de Purdue. Un mate por encima de Clingan y dos tapones en la misma jugada elevaron la temperatura interior del ídem y el encuentro necesitó de otros actores para desplazar mínimamente su protagonismo. Porque había metido once puntos seguidos y añadió otros cuatro mediada la primera parte. Hacía de contención en el muro contra Connecticut. Por momentos demasiado estático. Hurley se dio cuenta y optó por castigarlo con sus exteriores, pidiéndoles que penetraran, y fue cayendo la resistencia.
Smith era el único que acompañaba al pívot de ascendencia asiática y nacido en Toronto. Ocho puntos para él en la mitad inicial. Resistían dándole balones a Edey y rezando para que decidiera con acierto, no había más que eso. Gillis y Loyer se fueron a cero a su casa... U-Conn había dado aire a sus jugadores de fuera con Hassan Diarra, que puso una intensidad que marcó camino. Así tenían que vencer a Purdue. Newton estaba acertando -20 puntos fue su marca total- pero el marcador estaba demasiado igualado para el gusto del seed 1. Al descanso, 36-30 para los favoritos. Los únicos puntos del banquillo de los Boilermakers llegaron con la jugada del torneo final, un rebote-mate descomunal de Camden Heide, y ese síntoma se transformó en realidad. Ahí pegaron el tirón los Huskies; momento de apretar.
Edey estaba muy solo y empezó a pasarlo mal. Se le vio lento en alguna recuperación en defensa, de la que sacó provecho por arriba el pívot suplente Samson Johnson en dos jugadas calcadas, e incluso erró un tiro libre sin que tocara aro. El desenchufe era físico y mental. Después maquillaría las estadísticas con mates sencillos, pero ése fue el punto en el que la luz se apagó. Aunque bravo por él, es un dominador nato en la zona. Con Johnson se elevó la diferencia por encima de la decena y fue para siempre. Los que faltaban, Karaban y Castle, se unieron a la fiesta para mantener el margen de manera más fácil. Y no hubo color tras esto.
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