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Money anotó para los dos equipos en el mismo partido

En la temporada 1978-79 se jugó un Sixers-Nets que acabó siendo uno de los partidos de desenlace más extraño de toda la historia de la NBA.

RICHFIELD, OH - 1978:  Guard Eric Money #22 of the Philadelphia Sixers shoots against Austin Carr #34 and Foots Walker #14 of the Cleveland Cavaliers as Sixers Harvey Catchings #42 looks on during a National Basketball Association game at the Richfield Coliseum circa 1978 in Richfield, Ohio.  (Photo by George Gojkovich/Getty Images)
George GojkovichGetty Images

Sí: ha pasado. Es una pregunta que probablemente no se haya hecho mucha gente pero, por si acaso, la respuesta es . Ha pasado: un jugador ha anotado puntos para los dos equipos en un partido de la NBA. Canastas, acciones de ataque, no esas bolas sueltas que nadie captura en la pelea por un rebote y acaban en el aro, entre carambolas, después de tocar en la mano de un defensor. No, lo otro: ha pasado. En la temporada 1978-79 (otra época: solo tres años después del merger NBA-ABA y todavía un año antes de la llegada de Magic Johnson y Larry Bird), tres jugadores tuvieron minutos para los dos equipos en un Philadelphia 76ers-New Jersey Nets y un cuarto lo vio todo desde los dos banquillos. De ellos, uno anotó con las dos camisetas: Eric Money.

Es una anécdota, pero el resultado es el boxscore más extraño de la historia de la NBA. Y sucedió así: el partido original se jugó el 8 de noviembre de 1978, en el legendario Spectrum de Philadelphia. No era un duelo de altos vuelos. Los Nets eran (junto a Pacers, Spurs y Nuggets) uno de los cuatro equipos que se había salvado del naufragio de la ABA. Su integración en la NBA acabó con la salida de Julius Erving, enviado a los Sixers para salir con vida, aunque a duras penas, de una demanda de casi cinco millones de los Knicks por “invadir su territorio comercial”. Los Nets, de hecho, ofrecieron a su vecino saldar el asunto con el traspaso del Doctor J, pero los Knicks, en un error que se demostró calamitoso, rechazaron esta solución. Así que Ervng acabó en Philadelphia, donde se convirtió en campeón en 1983.

Aquellos Nets en busca de una nueva personalidad visitaron a unos Sixers que estaban todavía a un par de pasos de su versión dorada en la primera parte de los ochenta (un anillo, dos Finales perdidas, la rivalidad histórica con los Celtics de Bird de la que surgió el ‘Beat L.A.’..). Los Nets sí tenían ya a Bernard King, que todavía tenía 21 años y acababa de llegar a la NBA (número 7 del draft de 1977). Acabaría siendo hall of famer, un anotador voraz y un grande de los Knicks, pero por entonces era un meritorio que ya se había puesto en 21,6 puntos de media. Los Sixers, como casi todos los equipos que se enfrentaban a aquellos tristes Nets, concentraron su atención defensiva en King, al que le pitaron una falta en ataque por chocar en una penetración contra el enésimo doble marcaje; Aquel en concreto de Steve Mix, un gigantón cuya carrera se basó, únicamente, en ser un gigantón.

Enfurecido, King se abalanzó contra el árbitro Roger McCann. Ya tenía una técnica, así que recibió la segunda y fue expulsado. De camino al vestuario, pateó una silla a pie de pista y recibió una tercera técnica (algo teóricamente imposible) del otro árbitro (entonces solo había dos), el famosísimo Richie Powers al que volveré más adelante. El entrenador de los Nets era el inolvidable Kevin Loughery, que había hecho campeona a la franquicia (con Erving), en Nueva York y en la ABA. Un protestón de manual, saltó a montar su show y recibió otras tres técnicas: otra vez, algo técnicamente imposible. Expulsados Loughery y King, el partido siguió (el lío se había producido en el ecuador del tercer cuarto). A los Nets los dirigió en ese último cuarto y pico Phil Jackson, entonces un asistente/jugador que hizo así su debut como entrenador principal, la labor que lo convertiría en un mito. Sin King, Eric Money tiró del carro y anotó 37 puntos para los Nets, que aún así perdieron después de dos prórrogas (137-133).

Hubo protesta oficial de los Nets y reacción firme del comisionado Larry O’Brien, al que no le había gustado el espectáculo de técnicas de Richie Powers. Este recibió cinco partidos de nevera y, además, se optó por repetir el partido desde el momento del jaleo (a 5:50 para el final del tercer cuarto). Por un problema de fechas, se ajustó a la siguiente visita de los Nets a Philadelphia, el 23 de marzo. Sería día de partido y medio, primero la repetición y después el que tenían que jugar íntegro.

Para completar el enredo, el 7 de febrero de 1979, un mes y medio antes de ese reencuentro, Nets y Sixers acordaron un traspaso: Harvey Catchings, Ralph Simpson y una buena suma de dinero fueron a los Nets; Money y Al Skinner, a los Sixers. Con otro fregado relacionado con ese dichoso partido de nunca acabar, O’Brien decidió que los que habían cambiado de bando jugarían la repetición con su nuevo equipo. Tres pisaron la pista en los dos partidos, solo Money anotó para los dos y Skinner vio las dos tandas desde el banquillo con cuatro meses de diferencia. Los Sixers volvieron a ganar (123-117) ese partido que se reanudó con 5:50 por jugar en el tercer cuarto. Y ganaron después el otro, el que había programado completo. Money perdió puntos por el camino: sus 37 originales quedaron en 23 para los Nets, los que anotó hasta el trance de las técnicas. En la reanudación, sumó 4 para los Sixers. EN ESTE ENLACE se puede consultar el boxscore definitivo, con todas sus rarezas.

“Los árbitros son personas y cometen errores”

“Han pasado muchos años y sigo sin creerme aquello. Pero pasó, y lo sé porque estaba allí”, dijo después un Simpson que recordó que todos acabaron viendo la parte divertida del asunto: “Es lo más raro que nos había pasado. Yo me empecé a reír, Erving se empezó a reír… a todos nos acabó pareciendo bastante divertido”. Loughery, también con el poso de la perspectiva, reconoció que habría querido hacer algunas cosas de otra manera: “Me caía bien Richie, pero pitaba muchas técnicas. Y yo… a mi siempre me pitaban muchas. Y es algo que ahora lamento. Los árbitros son personas y cometen errores, y mis reacciones muchas veces solo convertían las situaciones en conflictos personales”.

Fue, además de su resolución inacabable y verdaderamente excéntrica, un partido en el que confluyeron muchas personalidades: por supuesto Julius Erving, Phil Jackson, Bernard King e históricos de los Sixers como Bobby Jones, Caldwell Jones, Doug Collins, Darryl Dawkins y Maurice Cheeks. Además, Harvey Catchings acabó siendo el padre de una jugadora mucho más famosa que él, Tamika (cuatro veces campeona olímpica). La hija de Ralph Simpson, India Arie, ganó cuatro cuatro Grammys vendió más de 10 millones de discos en el mundo del R&B y el Soul. En los Sixers también jugaba Joe Bryant, el padre de Kobe, y Henry Bibby, padre de Mike y campeón con los Knicks en 1973.

Y también estaban, como protagonistas principales, Eric Money y Richie Powers. El primero fue un guard pequeño peor eléctrico, número 33 de draft que había promediado un año antes más de 18 puntos por noche en los Pistons de su Michigan natal. En 1978 fue traspasado a los Nets, después formó parte del famoso traspaso a los Sixers y fue cortado por la franquicia de Pensilvania en el comienzo del siguiente curso, 1979-80, para el que regresó a los Pistons en lo que acabó siendo su última temporada en la NBA.

La influencia de Malas Noticias Barnes

Money, dicen, podría haber hecho una carrera más larga, mejor. Pero le pesó la influencia de Marvin Barnes, su compañero en los Pistons 1976-77. Malas noticas Barnes. Bob Lanier, leyenda de los Pistons, lo explicó así: “Marvin Barnes era un grandísimo jugador en la ABA, pero tenía problemas. Los Pistons lo intentaron con él, pero seguía metido en cosas de la calle, y eso afectó también a Eric Money, que podría haber sido otro de los mejores. Hace unos años, me encontré a Marvin en Houston y me dijo ‘Bob, me colocaba a todas horas y Eric empezó a colocarse conmigo’. Cuando alguien te dice eso más de veinte años después… quieres atravesarle el cráneo con el puño. Y mira que adoraba a Marvin, me caía muy bien y era un tipo con todo el encanto que te puedas imaginar. Pero en cuanto a ser parte de un equipo campeón… vamos, hombre”.

Barnes, desde luego, fue un jugador muy especial, del que todos lo que lo vieron decían que podrían haber sido uno de los grandes de verdad. Pero, en vez de eso, dejó una historia terrible, tremenda, que se puede leer (creo que merece la pena) EN ESTE ENLACE. Y EN ESTE OTRO ENLACE se puede recuperar uno de los momentos más célebres (y no para bien) del ínclito Richie Powers, el árbitro que se convirtió en uno de los protagonistas (otra vez, no para bien) de uno de los partidos más emblemáticos y desquiciados de la historia de la NBA, el game 5 de las Finales de 1976 en las que los Celtics acabaron derrotando (4-2) a Phoenix Suns.

Un desenlace para la historia de las Finales

A ese quinto partido se llegó en 2-2, con los Celtics obligados a no perder en su pista para no verse obligados a jugar el sexto en Arizona con match ball en contra. La pelea, con tres prórrogas, duró 60 minutos. Los Celtics ganaron 128-126 a unos Suns que jugaron a la desesperada… y que seguramente habrían ganado si no hubiera mediado una de las acciones más polémicas de la historia de las Finales: con 95-95 y el tiempo agotándose, Paul Silas pidió un tiempo muerto cuando a los Celtics ya no les quedaba ninguno. Richie Powers no señaló una infracción que habría sido considerada falta técnica y habría dado un tiro libre y, posiblemente, el 2-3 a unos Suns que tenían el siguiente partido, el sexto, en su cancha. Años después, Powers reconoció que había visto perfectamente el gesto de Silas pero que no quiso “que un partido de unas Finales se decidiera por una acción así”.

Tom Heinsohn llamaba a Powers su “árbitro favorito”, algo que pudo cambiar en el legendario final de la segunda prórroga. A falta de 20 segundos, los Celtics ganaban 109-106. Todavía no había línea de tres (llegaría en la temporada 1979-80). Van Arsdale anotó una canasta rápida (109-108) tras el último tiempo muerto de los Suns. Westpahl robó la bola y Curtis Perry falló un tiro de seis metros que Havlicek no acertó a rebotear: el propio Perry recogió la bola y anotó. Los Suns estaban, de pronto, por delante (109-110) a seis segundos del final. Después de sus errores, Havlicek se desquitó con un tiro a tablero en penetración en lo que parecía el último segundo: 111-110, éxtasis e invasión de pista en el Garden. Pero el partido no había acabado. Sin las opciones de revisión manual que hay ahora, los árbitros decidieron que quedaba un segundo cuando entró el tiro de Havlicek. En plena histeria, con el público en la pista y agresión a Powers de un aficionado que fue detenido, se decidió que el partido tenía que continuar.

Los Suns tenían un segundo y saque de fondo desde debajo de su aro. Así que Westphal forzó la acción que los árbitros no le habían señalado a Silas minutos antes: pidió ostensiblemente un tiempo muerto cuando a su equipo no le quedaba ninguno. Lo hizo a propósito, claro. Los Celtics tendrían así un tiro libre, que anotó White (112-110), pero su equipo podría sacar después desde el centro de la pista y no desde debajo de su canasta. Perry encontró a Gar Heard, que empató con un reverso desde la cabeza de la zona y forzó el tercer tiempo extra. El público no terminaba de apartarse de la pista, la tensión era irrespirable y el general manager de los Suns, nada menos que Jerry Colangelo, amenazó con no presentar al equipo en Boston si había un séptimo partido. No lo hubo: su equipo no pudo aprovechar esa inercia en la tercera prórroga y los Celtics sentenciaron el título en el sexto encuentro, solo dos días después.

Powers, que arbitró durante casi un cuarto de siglo en la NBA, nunca olvidó (falleció en 1998, con 67 años) aquel 4 de junio de 1976: “Como es normal, el público creía que habían ganado después del tiro de Havlicek y se desató la locura. Pero por desgracia para ellos, la persona de la mesa que llevaba el reloj se había dejado llevar por esa excitación y olvidó parar el reloj cuando el tiro entró.. Estaba en mitad de la pista cuando vi que un aficionado se me echaba encima desde un lado. Me dio un golpe en el pecho y yo intenté defenderme con un par de puñetazos. Caímos al suelo, y dos jugadores de los Suns agarraron bien al tipo hasta que llegó la seguridad. Aquello casi arruina un partido que estaba siendo el más grande que se había jugado”.

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