Luka Doncic: requisitos para evitar el desastre
Los Mavericks, que iban cuartos antes del fichaje de Kyrie Irving, tienen un pie fuera del play in. Con 6 partidos por delante, la situación es límite.
Si algo puede salir mal, saldrá mal. Es lo que nos dice la Ley de Murphy, en una teoría que han hecho buena los Mavericks. Ficharon a Kyrie Irving cuando iban en la cuarta posición dela Conferencia Oeste, con un récord de 28-26. Desde entonces, 9-13, pésimas sensaciones, una defensa inexistente y undécimo puesto para estar, en estos momentos, fuera incluso del play in. Una losa muy grande para un equipo que buscaba, al menos, igualar las finales de Conferencia del año pasado, cuando se colaron en el cuarto puesto con 52 victorias y la plantilla sobrefuncionó hasta límites insospechados para superar a los Jazz en primera ronda y a los Suns en semifinales. Los Warriors fueron el techo (4-1) de una temporada fantástica, de la que se sacaron conclusiones positivas. Y todo el mundo miraba con optimismo a un futuro que ha acabado siendo un presente infinitamente peor que su pasado. Pero cuyos resultados han sido incluso peores de lo que se imaginaba en cualquiera de los peores escenarios.
Al final, ya se sabe: la salida de Jalen Brunson perjudicó en demasía a la franquicia, la defensa que tan bien tuvo imposible de mantener el ritmo en unas desgastadas piernas, Jason Kidd no era tan buen entrenador como parecía y Luka Doncic, sencillamente, no puede sostenerlo todo. Es imposible, impensable: ya se ha visto. Y, toda la situación límite provocó un movimiento a la desesperada que fue el de tener la genial idea de fichar a uno de los jugadores más polémicas de la historia de la NBA: Kyrie Irving llegó tras salir por la puerta de atrás de los Nets en un movimiento desesperado que dejó a los Mavs sin la poca defensa que tenía y con un base que es un talento generacional a la vez que una cabeza inescrutable con el que tienes el riesgo de perder todavía más de lo que estabas perdiendo. Y así ha sido: del 28-26 al 37-39, un 9-13 de récord y un 4-8 cuando Doncic y Kyrie han coincidido en pista. Vaya.
El sprint final
A los Mavs les quedan seis partidos en seis finales. Es lo que tienen para evitar el desastre, no hay más oportunidades. Vienen de ganar a los Pacers, pero antes perdieron contra los Hornets (sí, contra los Hornets) por partida doble, el primero de esos encuentros contra un rival que llegaba de back to back, sin Terry Rozier y en Dallas. En plena gira por el Este, los Mavs visitan ahora Philadelphia (esta misma noche, para enfrentarse a los Sixers), Miami para verse con los Heat y Atlanta, para hacer lo propio contra los Hawks. Tras ello, vuelven a su cobijo en Texas, donde ya han perdido partidos clave recientemente (Lakers, Suns, Warriors...): Kings, Bulls y Spurs. Estos últimos el 9 de abril, en el cierre de la regular season, en una jornada trascentental que terminará de decidir la cruenta batalla del Oeste, esa que sigue teniendo, todavía a estas aturas, a 8 equipos en 3,5 partidos. Cosas de la NBA.
Los Mavericks son el equipo que menos rebotea y el tercero que menos asiste en toda la NBA. En la defensa, su teórica fortaleza, no reciben 100 puntos o menos en un partido desde el 29 de enero y la inoperancia en ese lado de la pista se ha visto con quintetos que han juntado en el backourt a Doncic, Irving y Tim Hardaway, un jugador con mucha narrativa pero pocos argumentos que promedia algo más de 14 tantos por noche pero te quita mucho más de lo que te da, que suele estar basado en alguna racha de triples que no se traduce demasiado en el juego del equipo. Kyrie, por su parte, no ha liado ninguna situación extradeportiva y promedia más de 26 puntos por noche con grandes porcentajes (un 50% en tiros de campo, casi el 39% en triples); pero su conexión con Doncic no es especialmente nítida, defiende poco y da muestras de su consabido talento, pero sin que éste sea todo lo diferencial que fue en un pasado cada vez más lejano.
A Kidd se le acumulan los problemas: parece superado por la situación, deseando que se acabe una temporada que está siendo en realidad una tortura. Se empeña con dale minutos a Dwight Powell y no tantos a un Christian Wood que cuenta con el beneplácito de Doncic y promedia casi 17 puntos y 7,5 rebotes, pero sólo juega 26 minutos y apenas ha disputado 17 partidos de titular. La lesión de Maxi Klebber perjudicó demasiado a la plantilla, el fichaje de Kemba Walker fue absolutamente incomprensible y las pérdidas de Spencer Dinwiddie y Dorian Finney-Smith en el traspaso de Kyrie han confirmado que el rumbo de la franquicia es desconocido, que lo que se intenta es por pura desesperación y que no hay ninguna lógica en la estructura de los Mavericks.
El futuro, lleno de incógnitas
Ya es mucho decir que los Mavs alcancen el play in, ni hablar de los playoffs. Pero, más allá de que eso ocurra, el futuro es verdaderamente negro para Luka Doncic y compañía. El esloveno va a exigir cambios de forma imperiosa, a solicitar que el equipo sea competitivo a corto plazo, a luchar por un anillo que ve cada vez más lejos. Tiene 23 años, lleva en la NBA desde 2018 y empieza a desesperarse en una situación insostenible: muchos premios individuales (cuatro veces de cinco posibles en el All Star, mejores quintetos, optar constantemente al MVP), pero pocos triunfos colectivos. El puesto de Jason Kidd, con salidas de tono constante y nada de acuerdo con algunos movimientos que ha hecho la directiva, está en el aire. Y su sustituto, si es que finalmente llega, puede ser clave en el devenir de Doncic y su relación con la franquicia que maneja Mark Cuban y en la que está también metido Nico Harrison. Sería su tercer entrenador: Rick Carlisle ya salió por su cuestionable relación con el esloveno y Kidd llegó gracias a su fama de buena relación con los jugadores. Y así ha salido.
En la era de los jugadores empoderados, a Doncic, como a cualquier otra estrella, se le va a intentar contentarle. La entidad tendrá que decidir si renueva a Kyrie Irving (al que no extendió el contrato cuando fichó), a Christian Wood (agente libre, ya se sabe, en verano), a ninguno o a los dos. Va a ser difícil que el base alcance un acuerdo con el máximo con algún equipo debido a su mala fama, y ya con la opinión pública demasiado en contra para recuperarse. Y Wood sigue siendo un jugador molón que no defiende, pero que puede aportar en situaciones concretas. ¿Y luego? Primero, ver cómo finaliza esta temporada y cuáles son las reacciones a su final, sea cuando sea. Ver de qué magnitud es el fracaso, si es que lo es. Y luego, planear el verano y ver cómo rodear a Luka Doncic. La situación, al límite. Al fin y al cabo, ya se sabe: si algo puede salir mal, saldrá mal.