Los Sixers ya están en crisis
Desastre, con Doc Rivers perdido, en casa contra unos Spurs en reconstrucción y abucheos para los Sixers tras la tercera derrota en tres partidos.
Con los Phillies en lo más profundo de los playoffs de la MLB y los Eagles como único equipo invicto de la NFL, los aficionados de Philadelphia tienen la atención puesta en otro sitio… al menos por ahora y, desde luego, por suerte para los Sixers. Eso sí, los que pasaron ayer por el Wells Fargo Center en la derrota (105-114) contra los Spurs largaron los primeros abucheos de la temporada, un sonido que no es inhabitual en los últimos años en esas gradas pero que llega pronto esta vez. Empezar atenazados por la presión nuclear de los Celtics en el Garden podía ser entendible. ¿Debutar después en casa con una derrota ajustada contra los Bucks? Tampoco es un drama. Pero, después de perder esos dos primeros partidos contra los dos grandes favoritos del Este (ellos deberían ser el tercero), las justificaciones se acaban cuando el siguiente patinazo (y 0-3, para empezar) es contra los Spurs, un equipo que venía en back to back y que juega con la mente puesta en el draft, en Victor Wembanyama. Por ahora, ese trabajo no lo están haciendo muy bien: derrota inicial, pero dos victorias en 24 horas por el Este (Indiana y Philadelphia) y 2-1 para los de Popovich… y (recuperado como ayudante) Brett Brown, que regresaba a Philadelphia, donde fue el primer entrenador/profesor/babysitter del cacareado Proceso, el tanking industrializado que dejó años de espanto a cambio de assets. Por ahora, para muy poca cosa: la última final de Conferencia de los Sixers sigue siendo la de 2001, con Allen Iverson. La Respuesta > El Proceso.
Sin justificación y con un Doc Rivers que literalmente no parece saber qué está haciendo, los Sixers se quedaron en 105 puntos con un 44% en tiros de campo y un 32% en triples (10/31) frente a un equipo que había encajado 131,5 puntos de media en sus dos primeros partidos. Y solo anotaron 14 puntos en segundas opciones contra un rival que venía de jugar un dia antes y al que se le supone menos interés por ganar cada noche. Pero los Spurs intentan ganar, de eso se encarga Gregg Popovich, y los Sixers (por ahora) no saben. Y de la mezcla salió un partido en el que los locales naufragaron en todo el tramo central, y todavía más en el último cuarto después de arrancar con un 9-0 que les devolvió de forma muy fugaz el mando (de 77-85 a 86-85).
Joel Embiid mejoró, de menos a más, con respeto a su pobre despliegue de los partidos anteriores: 40 puntos con muchos tiros libres (12/15) y 13 rebotes. Pero en defensa sigue siendo una sombra de su mejor versión, no se sabe si castigado por la poca preparación que le dejó hacer en verano una fascitis que ahora hemos descubierto que ha sufrido. Su lenguaje corporal también es extraño, su movilidad forzada y sus caídas ya casi constantes. Habría que preguntarse, en definitiva, si ese pie está del todo bien o qué está pasando con el camerunés. James Harden, el mejor en las dos primeras derrotas, se hundió esta vez hasta 12 puntos con un 4/18 en tiros. Y repartió 12 asistencias, pero 6 en el primer cuarto. En la segunda parte desapareció, tal vez (ya) cansado: otros 40 minutos en pista. El banquillo no existió (10-40 en puntos de segunda unidad para los Spurs) y Maxey estuvo bien, pero nada movió demasiado la aguja para un equipo que perdió con una imagen penosa y que es la primera gran decepción de esta semana inicial de competición.
Los Spurs, por su parte, aprovecharon la oportunidad con energía y un juego dinámico y divertido de ver. Devin Vassell anotó 20 de sus 22 puntos en una grandísima primera parte. Después, cuando los Sixers se enteraron de que existía, tomaron el relevo Keldon Johnson (9 puntos en el tercer cuarto, 21 en total) y un Doug McDermott que concentró en la segunda parte toda su producción: 14 puntos, 4/5 en triples. Con los andamios del trabajo de Poeltl y la dirección de Tre Jones, los Spurs metieron la segunda victoria al zurrón. El número 9 del último draft, Jeremy Sochan, se quedó en un punto y solo 10 minutos. Puede aportar ya en defensa… pero no parece que esté listo para hacerlo en ataque. Poco a poco: tiene 19 años.