Los ‘nuevos viejos’ Lakers: LeBron James, última oportunidad
Los Lakers se mueven bien en el mercado, acaban con el sainete de Westbrook y se encomiendan a LeBron para remontar y alcanzar ‘playoffs’. ¿Última oportunidad?
¿Y ahora qué? Es la gran pregunta que planea ahora mismo sobre los Lakers, esa franquicia legendaria que vive del recuerdo de tiempos pasados que fueron mejores. Muy lejos está el momento actual de los angelinos de su propia historia, pero lo cierto es que sí: se han movido en el mercado. Lo que parecía imposible, impensable, finalmente ha ocurrido. Primero con Rui Hachimura y después con, sobre todo, la salida de Russell Westbrook. Esa losa tan enorme que ha tenido un paso nefasto por la franquicia en la que siempre quiso jugar, en la ciudad en la que nació. Por muy bonito que pudiera ser el cuento de hadas que alguno pensaba que se podía dar, era muy difícil imaginar un escenario distinto al que se ha dado. Y el base sale, pero además lo que se ha conseguido en el proceso es bueno: se cubren los huecos que necesitaba cubrir el equipo (casi todos) y se añade un buen material para rodear a LeBron James y Anthony Davis. Aparentemente. Pero, sobre todo, te deshaces de Westbrook y todo lo que ello conlleva.
Los cambios que han hecho los Lakers no van a catapultarles al anillo, pero mejoran lo que había. Las dos derrotas consecutivas ante rivales directos (Pelicans y Thunder) han resentido al equipo, que sigue vivo en la lucha por el play-in principalmente por la irregularidad del resto de equipos que conforman una Conferencia Oeste en la que nadie está bien. Eso ha provocado un atasco tremendo en la parte media de la tabla: del cuarto al decimotercer puesto hay tan sólo 4,5 victorias, una igualdad meridiana en la que hay intercambios de puestos casi diarios. En esa última posición que cierra la pelea, el decimotercero, se encuentran unos Lakers que van 25-31 y están a 2 escasas victorias del play-in. Algo que es poco, pero parece mucho si tenemos en cuenta que encadenan malas y buenas rachas por igual y no consiguen esa regularidad necesaria para alcanzar un décimo puesto al que miran de cerca, pero en el que jamás se cuelan.
Ahora llega lo bueno: los Lakers necesitan acabar, con 26 partidos por delante, con un récord de 17-9 para estar en positivo y, ya veremos, si para entrar también en el play-in. Es posible que les baste con eso, pero con dos meses y medio de regular season por delante necesitan además adaptar las nuevas piezas y establecer rápido el reparto de roles. LeBron está a un gran nivel en su 20ª temporada y con 38 años (30,2 puntos, 8,5 rebotes y 7 asistencias de promedio), pero con algunos problemas en la rodilla que le impidieron jugar ante los Bucks y que a buen seguro solventará durante estos días y definitivamente en el parón del All Star (del 17 al 19 de febrero). Pero ahí, claro, a los Lakers ya sólo les quedarán 23 partidos por delante tras jugar contra Warriors (fuera), Blazers (fuera) y Pelicans (en casa). Todos ellos, por cierto, rivales directos. Y con LeBron arrastrando las mencionadas molestias y Anthony Davis en un estado físico que está muy alejado, al menos ahora mismo, de ser el óptimo.
Siempre a remolque
El sprint final no siempre funciona y no toda reacción llega a tiempo. Lo que está claro es que los movimientos han llegado tarde, pero no sabemos si las cosas se pueden arreglar en tan poco tiempo. Hace un año, los angelinos llegaron al parón del All Star 27-31 y se presuponía una resurrección que no llegó: solo 6 victorias más, 6-18 de récord para un 33-49 absolutamente bochornoso que propició el enfado de la directiva, que despidió de malas maneras a Frank Vogel y desarrolló un cierto resentimiento sobre LeBron, al que culpabilizaban de alguna manera de la llegada de Russell Westbrook, ese mal endémico que supuso el debate central en el que se apoyaba la situación del equipo. La participación del Rey y de Anthony Davis en dicho traspaso fue polémica, pero la decisión última la tomó una gerencia que desde entonces se ha mantenido inmóvil y ha dejado pasar el tiempo hasta que ha decidido actual de forma ligeramente positiva, aunque esto no sea un argumento totalmente plausible.
Los Lakers tienen, en estos momentos, la segunda peor defensa del Oesre y la tercera peor de la NBA junto a la de los Pistons. Son el quinto peor equipo en porcentaje de triples y tienen un problema enorme para resolver los finales apretados: 8-10 en partidos decididos en 5 o menos puntos y 15 derrotas totales por cifras iguales o inferiores a los 10 tantos de diferencia. Un problema en el que ha tenido mucho que ver Westbrook y su gestión de minutos: los angelinos sólo han disputado 6 encuentros en los que el base no haya estado en pista durante los 3 últimos minutos y el partido estuviera en un rango de 5 puntos. ¿El récord? 5-1. Una estadística que difiere mucho de la contraria, con dolorosas derrotas cada vez que Russ estaba en pista en el momento de la verdad y el choque era igualado. Una variable que ya no tendrá que gestionar Darvin Ham, que ha mantenido motivada y focalizada a la plantilla, pero ha sido incapaz de dar con la tecla en momentos clave de los enfrentamientos, con mayor énfasis en el clutch time. Y con su insistencia para alinear a Westbrook, Dennis Schröder y Patrick Beverley al mismo tiempo, una cosa que, sin dos de esos tres jugadores ya en la plantilla, va a mejorar por puro empuje de la lógica.
Nuevas piezas, una oportunidad
Ahora, llega lo bueno. La parte importante de la temporada. Y Rob Pelinka, que auspició en su día el fichaje de Anthony Davis, ha demostrado que su consabido talento seguía ahí, por mucho empecinamiento que ha demostrado a la hora de resistirse a hacer gala del mismo. Ahora bien: han llegado D’Angelo Russell (que vuelve al equipo que le drafteó), Jared Vanderbilt y Malik Beasly en el traspaso de Westbrook (por el que en su día los Lakers dieron, recordemos, a Kyle Kuzma, Kentavious Caldwell-Pope, Montrezl Harrell y una primera ronda), a Davon Reed en el traspaso de Thomas Bryant y a Mo Bamba en el de Patrick Beverley. El último ha llegado ante la necesidad de tener un pívot suplente tras la salida de Bryant, que era agente libre en verano y estaba molesto (o eso se ha filtrado) por la poca cantidad de minutos que disfrutaba desde el retorno de Anthony Davis, una contradicción enorme al ir a parar a un equipo cuya estrella es otro pívot, Nikola Jokic. Y Davon Reed es, a priori, la pieza menos interesante de todas las que llegan y probablemente tenga un papel residual en la rotación, aunque promedia un 38% en triples durante su carrera.
La mejor parte ha llegado del traspaso de Westbrook, incluso si observamos que lo mejor de ese traspaso es que haya salido Westbrook. Russell, camino de los 27 años, regresa al equipo que lo eligió en el número 2 del draft de 2015. Siempre irregular, fue all star con los Nets y luego su rendimiento ha bajado en Warriors (que lo mandaron a Minnesota por Andrew Wiggins) y Timberwolves. Este curso está en 17,9 puntos y 6,2 asistencias con dudas sobre su eficiencia, su defensa, su nerviosa capacidad de distribución (por eso los Wolves han buscado y encontrado a Mike Conley) y su poco liderazgo. ¿Lo bueno? Que en los Lakers no tendrá tanto tiempo el balón en las manos (una función que recaerá en Schöder, LeBron...) y se podrá centrar en lo que mejor se le da: el triple. Promedia 39,1% este curso con más de 7 intentos por noche. Y ha sido más constante en las últimas semanas. Dentro de todo esto, hay otro punto a favor: es un expiring y acabará contrato en verano (cobrará 31 millones esta temporada). No hipoteca al equipo a largo plazo, da contratos intermedios y da margen a la franquicia para ir a por otra estrella antes de la 2023-24 si así lo consideran.
Malik Beasley llega con la misma función (13,4 puntos y un 36% en triples desde el banquillo con los Jazz) y tiene opción de equipo en verano, por lo que si no funciona no tiene por qué seguir en Los Ángeles. Y Jared Vanderbilt dará defensa y versatilidad en los cambios, aunque apenas tiene rango de tiro en ataque. Pero, otra vez, estamos ante una ganga: tiene contrato hasta 2024, pero el curso que viene sólo cobrará algo más de 4 millones de dólares. Es decir, los Lakers añaden dos cosas que les faltaban (tiro y defensa) unen estas adquisiciones a la del alero alto que no tenían (Rui Hachimura) y se quedan sin nombres a los que perseguían (Bojan Bogdanovic, Royce O’Neale, Seth Curry...) pero no se comprometen económicamente a largo plazo y tienen opciones de moverse en verano, ya sin el famoso dineral que cobraba Westbrook y con muchos jugadores que acaban contratos o los tienen de rango medio. Sí, son buenos movimientos y el equipo rejuvenece: pero, ¿son suficientes? ¿Llegan a tiempo? A medida que pasen los partidos y vayamos viendo cómo funcionan los nuevos engranajes. También si LeBron, ya máximo anotador de la historia, está para un último baile, unos nuevos playoffs en los que, de llegar, habría opciones de estar todo tan abierto. De una forma u otra, ya sólo podemos dedicarnos a las hipótesis. Para el resto, nos queda una solitaria opción: esperar. LeBron y los Lakers 2022-23: última oportunidad.