Los ‘nuevos’ Lakers: “Si tenemos salud y suerte...”

Los nuevos Lakers ya están aquí. Nuevos por decirlo de alguna forma, ya que se mantiene la plana mayor de la plantilla de la temporada pasada. Una a la que no le fue ni tan bien ni tan mal: ganaron el In-Season Tournament en su primera edición antes de sucumbir a varios vaivenes y estragos que les hicieron ir bajando puestos en la Conferencia Oeste hasta verte obligados a luchar, una vez más, al play in, esa especie de previa que la NBA se inventó con la pandemia del coronavirus y que llegó para quedarse. Y también un lugar que los angelinos han visitado en tres de las últimas cuatro campañas, por suerte o por desgracia, pero siempre con resultados positivos, accediendo a playoffs en todas y cada una de dichas ocasiones y llegando a alcanzar las finales de la Conferencia Oeste del año 2023 de forma tan inopinada como merecida.

El suelo y el techo de los Lakers están muy equilibrados y la sensación se repite con el paso del tiempo: la plantilla es buena y equilibrada si está sana, pero también anda cogida por alfileres y se resiente deportivamente hablando cada vez que hay una baja o un pequeño descenso de nivel. LeBron James cumplirá 40 años el 30 de diciembre y sigue liderando el equipo gracias a su legendaria longevidad, que le permite seguir siendo uno de los mejores jugadores de la NBA y ejercer su último gran argumento para convertirse en el mejor de todos los tiempos, esa pelea en la que parece imponerse de forma constante pero que ya sólo depende de la narrativa y de la opinión pública, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras. Los Lakers cayeron ante los Nuggets en la primera ronda de los pasados playoffs (4-1), en una serie mucho más igualada de lo que representa el resultado final y resuelta solo con 9 puntos de diferencia. Los de Colorado, exhaustos, dijeron adiós en la siguiente ronda ante los Timberwolves (4-3). Pero poco importó a los Lakers, que al fin y al cabo perdieron.

El verano se esperaba tumultuoso, pero lo ha sido solo a medias. Darvin Ham daba por hecho su despido, al igual que todo el mundo, y salió del banquillo por la puerta de atrás tras un papel más que respetable en una franquicia siempre exigente y con ninguna etiqueta concreta, sin ser el culpable de la situación pero tampoco necesariamente la solución. Tras ello, los Lakers afrontaron la búsqueda de un nuevo entrenador, pero Dan Hurley, de UConn, rechazó la propuesta. El exjugador JJ Redick, famoso por tener un podcast junto a LeBron y pasearse por los tejemanejes de la parte social de la NBA, hablando en un sitio y en otro. La cercanía al Rey motivó su fichaje en lo que se presupone que será alguien que lidie bien con supuestos egos y sea cercano a los jugadores. Más allá de eso, nadie sabe nada de un hombre que era un gran tirador en su etapa como profesional, pero que es inclasificable en lo referente a un juicio como técnico. Entre otras cosas, porque no ha entrenado a nadie.

Más allá de eso, los Lakers no han hecho demasiado en el mercado, entre otras cosas porque no pueden. El nuevo convenio colectivo no permite grandes inventos y la necesidad de evitar el segundo apron para no pagar una multa astronómica ha provocado que muchos equipos reculen a la hora de fichar a una tercera estrella y se dediquen a equilibrar salarios y mirarlo todo con lupa, además de provocar que muchos jugadores que pertenecían a la llamada clase media hicieran las maletas para poner rumbo a Europa y fichar por equipos del Viejo Continente. Así, la mayor novedad en la rotación de los Lakers es la que ya se sabía que tendría lugar: Bronny James aterriza en la franquicia, algo que los angelinos intentaron hasta la saciedad para mantener a LeBron con ellos hasta su retirada. Algo increíble y que dará un gran rédito económico y será un éxito en cuanto a nivel de exposición, pero que también supone un hecho histórico, con padre e hijo jugando juntos. Otro logro para el Rey.

Mismo bloque, mismas preocupaciones

“El trabajo nunca termina. Vamos a seguir buscando formas de mejorar la plantilla, pero confiamos en este grupo. Si tenemos buena salud y suerte, me gustan mucho nuestras oportunidades”. Son palabras de Rob Pelinka, optimista empedernido en lo referente a la justificación de su trabajo. Tanto el directivo como JJ Redick atendieron a los medios, igual que están haciendo otros muchos equipos estos días, en lo que está siendo ya un calentamiento de motores de cara al inicio del curso baloncestístico 2024-25. Fue una comparecencia cómoda, sólo interrumpida por el silencio generado ante la pregunta de si habrá un pívot puro o ficharán a alguno. “¿Qué es un pívot puro para ti?”, preguntó Redick al periodista de turno. Vamos, que no. “Hay muy pocas personas que puedan hacer lo que él hace con su tamaño”, aseguró el técnico. Fue un intento endeble de apañar la cosa, pero que no coló mucho.

Será Anthony Davis el que juegue de pívot en un quinteto titular revelado por el propio entrenador, en el que estarán D’Angelo Russell (”el jugador con el que más he hablado este verano”, según Redick), Austin Reaves, LeBron James, Rui Hachimura y el propio Davis. El que fuera un tirador excelso y uno de los más destacados del siglo XXI dio mucha importancia a Hachimura, aseguró que le utilizarán para defender a ala-pívots altos y que quieren que de un paso al frente en el lanzamiento exterior. Eso sí, también recalcaron la importancia de Jared Vanderbilt (nadie sabe nada sobre su físico y no es que se dieran muchas pistas) y Gabe Vincent, dos jugadores que han tenido muchos problemas de lesiones en el pasado reciente y que directivo y entrenador consideran necesarios para el organigrama de los Lakers. “Para ganar hoy en la NBA necesitas 6 o 7 jugadores que tengan un impacto real. No quiere decir que sean siete estrellas”, dijo el técnico.

Así están las cosas en los Lakers, que se dedicaron también a alabar el nivel al que está Jalen Hood-Schifino y la intención que tienen de que participe todo lo posible Christian Koloko, el último fichaje. Pero todo dependerá de los de siempre, esa plantilla que se formó en febrero de 2023 y que es la que ha continuado al pie del cañón, siendo competitiva pero sin serlo lo suficiente, optando a muchas cosas pero nunca al anillo. Una candidatura a medias y un favoritismo inexistente. Pelinka no descarta hacer un nuevo traspaso de aquí a febrero si la oportunidad aparece y ha dicho que el equipo necesitará unos 30 partidos para ver cuál es realmente su impacto real y descubrir así donde se puede estar. La plantilla es buena, pero está cogida por pinzas. Si todo sale bien, puede haber una mínima opción. Ese es el problema: que, al final, todo depende de lo mismo: “Si tenemos salud y suerte...”, dijo Redick. Pues eso.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todo el deporte en un solo espacio: la actualidad del día, la agenda con la última hora de los eventos deportivos más importantes, las imágenes más destacadas, la opinión de las mejores firmas de AS, reportajes, vídeos, y algo de humor de vez en cuando.