Los Kings barren a unos tristes Suns

Los Suns llegan a Navidad (jugarán contra los Mavs el 25-D) en el 50% de victorias (14-14) después de perder con más estrépito de lo que refleja el marcador (120-105) en Sacramento. Solo han ganado uno de sus últimos cinco partidos, y están a años luz de ser el aspirante que prometían cuando redoblaron el todo o nada de la llegada de Kevin Durant con la llegada de Bradley Beal. Pero el big three que los dos nuevos deberían formar con Devin Booker apenas ha compartido pista un partido (perdido) y un ratito de otro. Así que no hay aspirante ni, por ahora, amago de semejante cosa. Solo dos estrellas que hacen lo que pueden sin la otra y un montón de secundarios que no son capaces de ser útiles ni consistentes con la rotación siempre desorganizada, los roles sin definir y el formato de juego en versión sálvese quien pueda.

Los Kings (17-10) están en una situación totalmente distinta. Han ganado seis de sus últimos ocho partidos, van a pelear (si todo va bien) por la ventaja de campo en primera ronda de playoffs y son un equipo que hace trizas a los rivales si fluye. Sus problemas llegan, sobre todo de cara a los playoffs, cuando se les baja el ritmo y se les recuerdan que son un equipo liviano en las zonas. Pero si pueden correr y ejecutar su ataque a toda máquina, son muy difíciles de parar. La precisión de su estilo, tan definido, contrastó de forma dramática con el dolor que exige a los Suns cualquier zancada, por pequeña que sea. Esta vez, un ejercicio de aguante hasta el descanso solo para verse arrasados en el tercer cuarto: los Kings anotaron sus once primeros tiros y 30 puntos en seis minutos. Sus ventajas llegaron al +29 contra un rival que se deshizo como el papel en cuanto Durant (28 puntos) y Booker (24) dejaron de achicar agua.

De’Aaron Fox acabó con 23 puntos y 7 asistencias, apartado en el que ya es líder de los Kings si se miden solo los años en Sacramento. Domantas Sabonis firmó su cuarto triple-doble de la temporada (28+11+12) contra unos Suns sin Jusuf Nurkic y que dieron muchos minutos al two-way Udoka Azubuike. Frank Vogel toca teclas a ver cuál suena mejor: “Ahora mismo no estamos jugando como un buen equipo. Hay frustración, tiene que haberla. Si no la hubiera, sí que tendríamos un gran problema”. Los triples de Keegan Murray y Harrison Barnes (siete entre los dos) terminaron de abrir brecha para unos Kings que repartieron 32 asistencias y anotaron 21 puntos en transición. El sufrimiento de los Suns queda explicado en sus 19 asistencias por 15 pérdidas. Una ratio nefasta.

Está tan torcida la cosa que no parece que el regreso de Bradley Beal pueda resolver tantos males, ni siquiera si el escolta puede jugar en algún momento con continuidad. Pero es algo que está por ver: este equipo estaba pensando para vivir en la propulsión permanente de tres súper estrellas, y todavía no hemos comprobado de qué puede ser capaz así. La cuestión empieza a ser si al menos lo veremos. Ahora mismo es un grupo sin orden que no sabe cómo atacar y que intenta defender más por tesón que por esquema. Los secundarios parecen lo que son (muy, muy secundarios) y la elite del Oeste queda cada vez más lejos. Hay nervios porque tiene que haberlos: los Suns se asoman, si hay que medir por lo que estamos viendo en este tramo de la temporada, al abismo de un fracaso que puede ser estrepitoso (y carísimo).

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