LeBron James, Bronny y las buenas vibraciones en los Lakers
La periodista Ramona Shelburne dibuja en ‘ESPN’ un panorama optimista en el ‘training camp’ de los Lakers y presenta el estilo de J.J. Redick.
Los Lakers ya están en marcha: primer partido de pretemporada jugado en plena fase de rodaje de lo que es una nueva etapa por, básicamente, el cambio en el banquillo: Darvin Ham salió, totalmente abrasado después de solo dos años como entrenador del equipo (el segundo, una brecha irrecuperable con el vestuario), JJ Redick ha llegado. Un debutante sin experiencia pero, se supone, con ideas frescas, talante para un puesto tan mediático (más que Ham, desde luego parece obvio) y un interés visible por cambiar (y que se sepa que está cambiando) las cosas que más irritaban de su predecesor, dentro del vestuario y en el entorno del equipo: conceptos más modernos, más disciplina, más atención a los detalles, una gestión más sistémica…
En lo que respecta a la plantilla, no ha habido cambios, algo que ha crispado a muchos aficionados después del paso atrás que supuso el pasado curso: derrota en primera ronda de playoffs contra los mismos Nuggets que habían acabado con ellos en la final del Oeste de 2023, tras un gran final de curso que salvó, por los traspasos de Pelinka y las decisiones de Ham, una temporada que iba directa al precipicio hasta que se traspasó a Russell Westbrook, un experimento terriblemente fallido. De hecho, ni siquiera eran los mismo Nuggets. Los de las Rocosas fueron campeones en 2023 pero la pasada primavera se estrellaron, después de superar con algunos interrogantes a los Lakers, se estrellaron contra el muro físico de los Wolves en segunda ronda.
Los Lakers confían en que LeBron (cumplirá 40 años en diciembre) alargue al menos un año más ese prime que nunca cesa; En que Anthony Davis siga tan sano y tan impactante en defensa como el curso pasado… pero tenga el peso en ataque que no sabía encontrar para él el plan de juego de Ham; En que Reddick saque las mejores versiones de Reaves, Russell, Hachimura… y los jóvenes: Christine, Hood-Schifino, Knetch… Y, claro, en que una opción óptima de traspaso se presente durante el trayecto y justifique la parálisis del equipo en las dos últimas ventanas de mercado. Todo mientras espera una foto que será historia del baloncesto: padre e hijo, LeBron y Bronny, juntos en una cancha de baloncesto.
Coach K, Kobe, el final de LeBron James...
Toda esta situación, a las puertas de un nuevo curso que puede (como siempre) ir bien, mal o regular (esta última opción parece la mejor apuesta ahora mismo), requiere, y más en una franquicia como los Lakers, de esmero con la narrativa. Y eso incluye, en el habitual estilo de storytelling estadounidense, un buen artículo en una plataforma como ESPN; con una pluma de primer nivel y acceso a todos los protagonistas. Ramona Shelburne, con las virtudes y también los vicios de este tipo de producto, sitúa a los Lakers en un punto de expectante optimismo a las puertas de la temporada 2024-25. Estos son los puntos más significativos de su artículo:
-Redick, que en efecto ha implantado un sistema de trabajo mucho más (ejem ejem, ejem eHAM) mucho más meticuloso y moderno, quiere ser muy sensible con el tramo final de la carrera de LeBron porque él (solo unos meses mayor, ha cumplido ya 40) no disfrutó de sus últimos pasos en la NBA: “Es algo que me tomo muy en serio. Hablo siempre de gratitud, de disfrutar, porque miro al final de mi carrera y en mi último año, entre lesiones y traspasos, no disfruté nada. Obviamente, mi situación era muy distinta a la de LeBron”. Y se maravilla cuando ve trabajando juntos, mano a mano, a LeBron y Bronny. Desde luego, y se piense lo que piense, una situación excepcional en la historia del deporte profesional: “A veces acabas entrenando a tus hijos cuando son todavía unos críos… pero ellos están juntos en la maldita NBA, tirando juntos en los entrenamientos, haciendo ejercicios de pick and roll en dos contra dos… uno defiende al que maneja la bola, el otro al que pone el bloqueo. Es algo que ni parece real”.
-LeBron (ejem ejem, ejem eHAM) adora trabajar con estructura, organización concreta hasta el último detalle, asunción de responsabilidades, roles definidos. Por eso había dejado de creer en el anterior régimen y por eso, además del efecto Bronny y de las buenas vibraciones del verano olímpico, parece de muy buen humor en esta pretemporada. Redick accedió, por petición de su estrella y excompañero de podcast, a que haya un DJ en los entrenamientos. En todo caso, los Lakers quieren que todo vaya bien en el inevitable ocaso de LeBron, del mismo modo que han cuidado siempre a sus estrellas y porque eso es lo que son como franquicia: los últimos años con Kobe Bryant no fueron buenos en lo deportivo, pero las formas de los Lakers con su mítico jugador franquicia fueron definitivas para que LeBron cambiara Cleveland por L.A. en 2018. Lo que está por ver es si el final deportivo del Rey de Akron, que ganó el anillo de 2020 con los angelinos, es mejor que el de un Kobe que pasó sus últimas temporadas intentando reclutar para su bando a estrellas como LaMarcus Aldridge (historia conocida), DeMarcus Cousins o el mismísimo Dwyane Wade.
-Rob Pelinka, el mandamás en lo deportivo de los despachos angelinos (y exagente de Kobe), pidió en mayo consejo nada menos que a Mike Krzyzewski (leyenda del banquillo de Duke, ya retirado, donde entrenó a Redick). No quería equivocarse en un momento crítico de su relación con LeBron y con el futuro a corto plazo de los Lakers. Coach K, en su día íntimo de Kobe (al que entrenó en la versión Redeem Team de la selección de EE UU, donde también tuvo a sus órdenes a LeBron), le dijo que no podían pensar solo en cómo gestionar el final de LeBron y en cómo ese legado marida con el presente del equipo. Y bendijo a Redick: “Uno de los jugadores más atrevidos que he tenido. Cuanto más importante era el momento, más decisivo, más le gustaba y más se crecía”.
-La elección de Bronny con el pick 55 del draft parecía cantada. El nivel del hijo de LeBron (después de comenzar con un problema cardiaco su discreta etapa en USC) no daba para pensar en un pick mucho más alto, y los pretendientes en la zona templada/baja de la segunda ronda fueron disuadidos convenientemente por Rich Paul, el superagente y mano derecha de LeBron: Bronny no jugaría para otro equipo, preferiría hacerlo fuera de la NBA que llevar una camiseta que no fuera la de los Lakers, no es conveniente enfadar a LeBron y a la poderosa factoría Klutch Sports… ya se sabe. Era conocido el interés de los Suns pero el artículo, en un obvio movimiento de relaciones públicas de las partes, habla de un interés de los Warriors con el pick 52, y de un paso atrás para “respetar los deseos de LeBron James”. En los entrenamientos, se insiste, la presencia de LeBron y Bronny es una fuente de buen feeling, bromas, motivación y sintonía positiva. Lo dice Anthony Davis, íntimo de LeBron desde que se unieron en L.A. en 2019: “Para él, esto es lo más grande. Nadie ha hecho esto, nadie ha jugado en la NBA con su hijo. Es un nivel nuevo de alegría, de satisfacción”.
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