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Las Finales regresan al viejo Garden
El TD Garden acoge su primer partido de las Finales desde el 13 de junio de 2010. En el techo, las 17 banderas de campeón de los Celtics.
El 13 de junio de 2010, los Celtics ganaron (92-86) a los Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol en el quinto partido de las Finales 2010. La resistencia de los angelinos saltó por los aires en los últimos minutos de un partido en el que los verdes mandaron siempre pero no terminaron de despegarse de un rival que, todavía con formato 2-3-2, había recuperado el factor cancha en el tercer partido (2-1) pero perdió los dos siguientes (2-3) y regresó a Los Ángeles obligado, si quería defender su anillo de 2009, a ganar dos partidos (lo hizo) y derrotar por primera vez a los Celtics en un séptimo partido (lo hizo también).
Los Celtics perdieron en California esa Final, que quedó como la última de la franquicia hasta estas de 2022. No hubo más batallas por los de pronto esquivos anillos: 16 hasta 1986, solo uno desde entonces. Y aquel del 13 de junio de 2010 quedó como la última noche de Finales en Boston, ciudad de Finales… hasta ahora. Hoy, 8 de junio de 2022, el TD Garden abre para la disputa del tercer partido de una serie Celtics-Warriors que llega 1-1 tras su primera etapa, en San Francisco. La trascendencia del resultado es básicamente imposible de exagerar. También la magnitud de la cita en tierra sagrada para una NBA que cumple 75 años y que decide su título entre dos de los tres equipos originales que siguen vivos.
El TD Garden se levantó, en 1993 a centímetros del viejo Garden, el histórico hogar en el que construyeron su leyenda los Celtics tras un paso por el Boston Arena (1946-55). Los 16 primeros anillos (1957-1986) llegaron en el viejo Garden, todos menos el de 2008. Una de las instalaciones deportivas más míticas del mundo, cuya sustitución empezó a proyectarse en los años setenta, cuando empezó a quedarse pequeño (menos de 15.000 espectadores por los más de 19.000 del actual) y seriamente anticuado. El nuevo Garden costó 160 millones de dólares y ocupa 13.000 metros cuadrados que asistieron, en 1998, a la demolición del antiguo hogar de un equipo que se había mudado en 1995.
Pero el Garden es el Garden: a escasos centímetros de su antigua localización, con las 17 banderas en el techo… y un parqué que se cambió en 1999 pero que es una reproducción exacta pero modernizada del antiguo. Aquel había acabado hecho polvo después de 53 años de tute. Y había costado 11.000 dólares al primer propietario de los Celtics, un Walter Brown que en 1946 encontró una forma de esquivar la escasez de madera que había provocado la Segunda Guerra Mundial: recorrió aserradores de Massachusetts recopilando restos de madera de roble rojo que habían llegado desde Tennessee. Finalmente se usaron 264 paneles, unidos por 988 tornillos que incluso protagonizaron un capítulo de Cheers, la inolvidable sitcom ambientada en Boston.
Aquella vieja pista tenía irregularidades y defectos que molestaban a los rivales, y se decía que Red Auerbach ordenaba a sus jugadores que guiaran al rival a esas zonas. “No había ninguna pista como esa, y la verdad era que molestaba mucho a los rivales. Y era algo muy bueno. Era parte de nuestra leyenda ya que le pateábamos a todo el mundo el culo en nuestra casa”, aseguró un nostálgico Bill Russell cuando se oficializó el cambio. Larry Bird fue mucho más práctico. “No me parece gran cosa. Si cambiaran los aros, eso sí sería otra cosa”.
El nuevo suelo costó 200.000 dólares y mantenía la estética de aquel del viejo Garden, replicaba las placas de roble que Walter Brown convirtió, a la fuerza, en un parqué único. Parte de la mística del equipo de los 17 anillos, de la primera gran dinastía: del orgullo verde.