Kerr y Shaq no se callan ante el escándalo de la NBA: “Estos tipos ganan millones, ¿qué más necesitan?"
El entrenador de los Warriors y el exjugador de los Lakers han utilizado su altavoz para cargar contra la cultura de las apuestas deportivas
El escándalo que vincula a la NBA con la mafia, apuestas deportivas y partidas de póker ilegales no ha dejado indiferente a nadie. Y como para hacerlo, la gravedad de este asunto es máxima, y ya son muchas las personas que se han pronunciado y dado su opinión sobre esta situación. La pregunta más obvia sobre este tema es: ¿por qué? Y es que, si uno se para a pensar en frío, no existe razón alguna para que este tipo de personas, unos auténticos privilegiados, inviertan su tiempo y su dinero (que no tienen poco) en este tipo de “negocios”, si es que se les puede llamar así. Su única responsabilidad al llegar a la NBA, que para la mayoría es un sueño inalcanzable, es centrarse en jugar y vivir del deporte de sus vidas. Sin embargo, muchos caen en la tentación. El impulso de siempre querer más puede sobre la razón. Las cosas suceden, y después toca sorprenderse y preguntarse qué ha pasado cuando salen a la luz casos como este. Jontay Porter fue el protagonista de un primer caso que dejó boquiabierto a muchos, pero no sorprendió a tantos otros.
Steve Kerr, entrenador de los Warriors, no se ha callado ante esta situación y ha mostrado un gran sentimiento de decepción respecto a la situación y en panorama general respecto a las apuestas deportivas. Lo cuenta desde su propia experiencia: “He recibido algunos correos electrónicos en el pasado de personas que no conozco que dicen ‘Hola, muchas gracias. Tenía dinero apostado en el partido de esta noche y cometiste un error al sustituir a X jugador’”. La presión que las apuestas ejercen sobre los jugadores y entrenadores de la NBA es mayor de lo que puede parecer. Los jugadores son personas, no máquinas de hacer dinero. Bueno, sí lo son, pero para ellos mismos, no para toda una sociedad sedienta de dólares. Este problema se acrecienta cuando las exigencias sobrepasan un mensaje anónimo.
Ya no son novedad situaciones en las que un aficionado a pie de pista presiona de forma insistente a un profesional para completar su apuesta particular. Les piden un rebote más, una última canasta, o incluso que se vayan al banquillo. La obsesión arraigada a la cultura de las apuestas deportivas no sorprende cuando en el propio anuncio de la investigación a Billups y Rozier la televisión americana patrocinaba en una esquina de la pantalla una casa de apuestas. Lo lógico sería decir que es algo surrealista, pero está tan asumido que a casi nadie le parece extraño, cuando en realidad lo es, y bastante. Los detenidos por ahora son 30, pero quién sabe cuántos más lo serán a lo largo de los años, o cuántos hacen lo mismo y nadie lo sabe aún.
Si alguien tenía que hablar de esto es una persona de las que no se calla, casi nunca lo hace. Shaquille O’Neal, la leyenda de los Lakers, ha cargado duramente contra varios de los implicados, y sin pelos en la lengua ha expresado mediante su altavoz un pensamiento de lo más sensato: “Conozco a Chancey Billups, conozco muy bien a Damon Jones y estoy muy decepcionado de que estén poniendo en riesgo a sus familias. Estos tipos ganaron millones, uno de ellos lo está haciendo, ¿qué más necesitan?” Y es que la realidad es esa. Personas que ganan millones de dólares, que tienen la vida solucionada con vista a varias generaciones, siguen cayendo en este ciclo de vicios al margen de la legalidad. Y si caen ellos, cómo no van a caer tantos otros.
Lo que está claro es que estos no son casos aislados, sino el pináculo de un problema estructural, que requiere de una solución y de medidas agresivas por parte de la liga para cortar el problema de raíz. Y no solo por la imagen que Adam Silver quiere dar de su competición, sino para utilizar su caso como un altavoz y dejar de ser el ejemplo de un problema que puede que afecte a muchas más personas de las que oculta este gran iceberg.
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