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MINNESOTA TIMBERWOLVES

Guerra total por el control de los Wolves

Glen Taylor rompe el acuerdo con Alex Rodriguez y Marc Lore y asegura que los Wolves ya no están en venta. Cruce muy duro de acusaciones.

Actualizado a
Guerra total por el control de los Wolves
DAVID BERDINGAFP

Los Wolves son, deportivamente, una franquicia feliz. Acaban de superar, con una autoridad incontestable, en casa del campeón, unos Nuggets a los que dominan 2-1 en el duelo particular de la temporada y a los que, a falta de otro cara a cara, tienen ya ganado el desempate. Son líderes del Oeste, empatados con los Thunder y con medio partido de ventaja sobre los de Colorado, excelentes noticias porque llevan prácticamente todo marzo sin Karl-Anthony Towns, que sufrió una lesión de menisco de la que se sigue recuperando con el objetivo de llegar a tiempo, y en buenas condiciones, a los playoffs. Por ahora, los Wolves están 8-3 sin él, con cuatro victorias seguidas y siete en los últimos ocho partidos.

La franquicia de Minnesota ha ganado ya 51 partidos (51-22), la quinta vez que pasa de 50 victorias en su historia y la primera desde 2004. En ninguna de las cuatro anteriores temporadas lo había hecho tan rápido. El objetivo ahora es superar la primera ronda de playoffs, algo que solo ha logrado una vez (hace veinte años) y, a partir de ahí, llegar tan lejos como se pueda. No es descabellado pensar incluso en el primer billete de los Wolves a las Finales. El curso, pase lo que pase, es ya un éxito enorme desde cualquier punto de vista, más si se considera que este proyecto parecía destinado a estrellarse tras un primer contacto demasiado irregular del formato torres gemelas Towns-Rudy Gobert. El traspaso por el pívot francés llegó a parecer uno de los peores de la historia, por todo lo que hubo que dar a cambio. Pero ahora, los Wolves han construido en torno a él una defensa feroz, capaz de secar a cualquier rival. Y tienen en Anthony Edwards a una de las más brillantes estrellas jóvenes de la NBA.

Todo debería ser felicidad, pero la realidad es que entre bastidores se libra una batalla brutal por el control de la franquicia. Una en la que influye, seguramente, esa plenitud deportiva que apunta, si todo se da bien, a años en el primer plano competitivo. Eso, unido al constante crecimiento que experimentan la NBA y sus ingresos, hace que el valor de los Wolves se haya disparado. Establecido en unos 1.500 millones al comienzo de esta década, la cifra está ya en por encima de los 2.500. Y por eso, en gran parte, un acuerdo de venta que estaba cerrado se ha parado. Y se ha desatado el conflicto.

Un órdago muy duro del viejo propietario

El todavía propietario principal, Glen Taylor, se hizo con la franquicia en 1994 por 94 millones de dólares. Y controla desde 1999 también las Lynx, el equipo WNBA de la ciudad. En 2021, Taylor llegó a un acuerdo para vender ambas franquicias en un proceso que se llevaría a cabo durante tres años y que tendría que haber culminado ahora. Pero no lo ha hecho. Taylor sorprendió con un comunicado seco, en el que anunció que los compradores, Marc Lore y el exjugador de béisbol Alex Rodriguez, una estrella de la MLB que se retiró en 2016, no habían cumplido con su parte en los plazos establecidos. Y movió ficha: los Wolves salían del mercado. Ya no estaban en venta.

Las informaciones corrieron como la espuma: la relación entre Taylor y Rodriguez-Lore se había ido deteriorando durante los dos últimos años, después de un inicio en el que todo era concordia y buenos propósitos. Ahora ha culminado ese giro de 180 grados. Después del comunicado de Taylor, el otro bando respondió: sí ha cumplido con su parte en una complicada operación que se cerró hace tres años con una valoración de unos 1.500 millones por los Wolves y las Lynx: “Estamos muy decepcionados con el comunicado de Glen Taylor. Hemos cumplido con nuestras obligaciones, tenemos todos los fondos requeridos y mantenemos nuestro compromiso de rematar la adquisición del equipo en cuanto la NBA complete su proceso de aprobación. Taylor tiene remordimiento de comprador, algo de miras cortas y que está siendo disruptivo para el equipo y sus aficionados en lo que está siendo una temporada histórica en lo deportivo”.

En los tres años que han pasado desde el acuerdo inicial, el valor de las franquicias se ha disparado, el promedio se acerca a los 4.000 millones y otra de las franquicias pequeñas, Charlotte Hornets, cambió de manos por 3.000. Taylor acordó la venta por 1.500, incluidas las Lynx, y ahora dice que ni vende en esta operación ni buscará nuevos compradores.

Taylor bajó más al barro en The Athletic, donde entró en detalles sobre sus diferencias con Rodriguez y Lore, a los que acusa de construir una suite híper lujosa para los nuevos propietarios en el pabellón de los Wolves. Estos aseguran que se trata de uno de muchos movimientos para modernizar la franquicia, hacer negocios que beneficien al equipo e ir lavando la cara de uno de los recintos más vetustos de la NBA. Taylor presume de actitud old school: “Quería esa sala privada para ellos, a mí no me parecía buena idea. Pero di el OK y pagué todo. Creo que deberían preocuparse menos por esas cosas y más por a qué jugadores vamos a fichar”. Alex Rodriguez no encajó bien estos comentarios: “Podría esperar algo así de un niño, pero no de un tipo maduro y astuto, que ha tenido tanto éxito en su vida. Es un golpe bajo, pero es que además no es ingenioso, resulta decepcionante”.

Las cosas, como se ve, están muy tensas en una operación que tenía que completar su 40% final, el que haría definitivamente propietarios mayoritarios a Rodriguez y Lore. La cuestión ahora, y la NBA recurrirá a una tercera parte para que dictamine, es si los movimientos se han hecho y si ha sido en plazos y de la forma correcta. De esa arbitraje dependerá de quién son en el futuro unos Wolves que, por cierto, tendrán que gastar mucho e ir más allá del impuesto de lujo para mantener y mejorar la plantilla que es ahora líder del Oeste. Algo que Taylor nunca ha querido hacer pero que los nuevos sí estaban dispuestos a afrontar. Todo con tal de ganar.

Lore también cargó contra Taylor: “Pensábamos que estábamos bien, que había buena relación y que todos estábamos felices de cómo hemos trabajado estos tres años juntos para que al equipo le vaya así de bien. Pero de pronto boom, es como si hubiera caído una bomba nuclear. Inesperado… y muy decepcionante”. “Ahora, es personal”, añade Rodriguez, “podemos seguir peleando cinco años, diez… lo que haga falta. No vamos a ceder”. Taylor evita formalmente ir a lo personal, una vez dicho todo lo que tenía que decir, y se remite a esos plazos no bien cubiertos y a que tiene que hacer lo mejor para los intereses de los Wolves y los propietarios minoritarios a los que también representa: “Si hubieran tenido el dinero el día 27, se habría cerrado todo y el control sería suyo. Pero no lo hicieron”.

Después de emitir su comunicado, el abogado de Taylor informó a Rodriguez y Lore de que no podían seguir accediendo a la zona de propietarios del Target Center y que no podrían comunicarse con los ejecutivos de la franquicia ni tocar nada en la parte relacionada con el baloncesto. Un permiso que tenían desde el principio como muestra de buena voluntad tras ese acuerdo final que ahora se ha agriado: “Parece que es más personal, un bofetón en la cara que va más allá del dinero”, asegura Lore. Para Taylor, se trata simplemente de ubicarlos en el lugar que suelen tener los propietarios minoritarios, sin acceso a las grandes decisiones a la parcela deportiva. Esta intenta que todo esto no afecta… pero afecta. Chris Finch, el entrenador, asegura que hay momentos que sus jugadores “casi ni le escuchan” porque están más pendientes de las noticias. Michael Malone, su homónimo en los Nuggets, se refirió a este conflicto para alabar a los Wolves que acababan de ganarles en Denver: “Yo tampoco vendería esta franquicia”.

En parte, esta situación emana de la extrañeza de una operación cerrada en diferido, a plazos. Rodriguez y Lore querían invertir en una franquicia profesional y habían visto como su intento por los Mets (MLB) quedaba en nada. Así que viraron hacia la NBA y un mercado menor, algo que parecía no encajar en sus perfiles, y aceptaron unas complejas normas de Taylor, las mismas que habían espantado a otros posibles compradores. Entre ellos Matt Ishbia, que luego se hizo con los Suns. Una de las obligaciones era seguir este proceso de forma progresiva y otra, que frenó a varios en el primer paso de las conversaciones, era que no se podía trasladar a los Wolves. El equipo, era un compromiso de Taylor, tenía que seguir en Mineápolis. Según las normas del todavía propietario, Rodriguez y Lore se hicieron primero con un 20%, después otro 20% en 2023 y finalmente tenían que haber confirmado ahora la comprar del 40% que les faltaba para controlar la franquicia. Eso les obligaba a desembolsar estos días unos 600 millones de dólares.

Taylor, en los últimos meses, ha usado la prensa local para dejar caer que el problema podía estar en la falta de liquidez. Rodriguez asegura que en realidad es una cuestión vinculada a los plazos de aprobación de la NBA, que les ha retrasado, y Lore deja claro que sí tienen el dinero: “Nunca he estado mejor económicamente que ahora. Tengo cients de millones de dólares en capital líquido esperando en el banco a ser utilizados cuando sea conveniente”. Para pagar ahora y para ser unos propietarios de éxito en esta NBA cada vez más acaudalada. En su contra, las informaciones de hace unos días que indicaban que The Carlyle Group, una firma inversora que iba a poner 300 millones, se había apartado de la operación porque no conseguía ajustarse a las requerimientos de la liga. Rodriguez y Lore viraron hacia empresa similar pero que sí tiene el OK de la NBA, Dyal Capital.

A efectos técnicos, la disputa se centra en si había un plazo automático de 90 días extra para cerrar el acuerdo una vez que se pasó a esperar el sí de la NBA. Unos creen que sí, otros que no. Pero es obvio que detrás hay más, mucho más. Taylor apunta con falsa inocencia a donde más duele a los que ahora son rivales: “Si me hubieran preguntado hace un año habría dicho que todo iba a ir bien. Pero tienen dificultades para reunir el dinero, o eso parece…”. Rodriguez responde: “No solo estamos en buena forma económica, es que además no podemos esperar a cerrar el acuerdo. Queremos que el equipo siga en Minnesota, queremos construir un pabellón nuevo y tener un equipo que compita durante años por el anillo. Y queremos que este sea nuestro equipo durante cincuenta o sesenta años, no es una cosa a corto plazo”. Y Lore remata con un ataque a Taylor: “Es codicia de la de vieja escuela. Hemos ayudado estos dos años y medio a que el equipo sea más valioso. Y ahora él quiere que ese valor extra sea suyo, y para eso pretender romper el acuerdo que teníamos”.

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