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Blake Griffin, el rey del aire, dice adiós

Número uno en 2009, el de Oklahoma pasó por cuatro franquicias en sus 13 temporadas en la NBA.

Blake Griffin, durante el concurso de mates de 2011.
KEVORK DJANSEZIANAFP

Blake Griffin anunció este martes su retirada del baloncesto profesional con 35 años a través de un comunicado en redes sociales. “El baloncesto me ha dado mucho en esta vida y no cambiaría nada”, escribe un jugador que disputó su último partido en la NBA el pasado 25 de abril en 2023 con Boston Celtics en la primera ronda de los playoff frente a Atlanta Hawks.

El ala-pívot dice adiós tras 13 temporadas y 765 partidos de temporada regular (68 de playoffs) en cuatro franquicias diferentes: Los Angeles Clippers, Detroit Pistons, Brooklyn Nets y los mencionados Celtics. “Quiero agradecer por cada momento vivido”, continúa un Griffin que se despide con 19 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias y 0,5 tapones de media.

La carrera del de Oklahoma está llena de luces y sombras. Elegido número uno del draft 2009 por los Clippers, tuvo que retrasar su estreno en la NBA una temporada por una fractura en la rodilla izquierda. Las lesiones, múltiples, variadas, fueron un verdadero quebradero de cabeza para él, sobre todo, en la recta final de una carrera que le dio seis participaciones en el All Star Game, dos inclusiones en el segundo Mejor Quinteto de la temporada y tres en el tercero.

Los problemas físicos que impidieron que el cielo fuera su reino durante toda su carrera. Porque sí que lo fue durante gran parte de ella. Griffin era una auténtico coloso en el aire, el hombre que poseía las cinco joyas del infinito cuando decidía que había que machacar el aro rival. Era puro espectáculo. En la retina, el concurso de mates de 2011 en el que salió campeón con un giro de 360 grados, un codo enganchado en el aro y, el gran momento, su salto sobre el capó de un coche.

Una diversidad de recursos cuando sus pies se separaban unos centímetros del suelo que le convirtieron en uno de los favoritos entre los aficionados de la NBA. Y, sobre todo, en un héroe para los hinchas de unos Clippers que soñaban con la grandeza con él, DeAndre Jordan y Chris Paul, el hombre que alimentaba a esas dos torres. Allí, en California, ganó el premio de Rookie del Año un año después de ser elegido tras quedarse en blanco en su primer curso en la NBA por la anteriormente mencionada fractura en la rodilla. Sin embargo, en ocho temporadas y media con la franquicia angelina el anillo nunca llegó. Su máximo, tres semifinales de la Conferencia Oeste.

Un quiero y no puedo que acabaron con Griffin fuera de California, con dirección a unos Detroit Pistons, donde jugó dos temporadas y media y consiguió su última participación en un All Star Game. Los de Míchigan disputaron su última postemporada con el ala-pívot, que comenzó un declive imparable por la acumulación de problemas físicos que ya traía desde Los Ángeles (cuádriceps izquierdo, rodilla derecha e izquierda, dedo pulgar del pie derecho) y que siguieron en el MoTown (tobillo derecho y rodilla izquierda).

Su última oportunidad llegó en Boston, en un equipo con el que rozó su primer y único anillo en la Liga norteamericana con un papel residual durante los playoffs: solo un duelo por su incapacidad defensiva y sus lagunas en ataque. Miami impidió, en la final de la Conferencia Este, que los Celtics avanzaran más y que Griffin pudiera conquistar un campeonato que habría sido el gran broche de aro para el que un día fue el rey de los cielos en la NBA.

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