NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

NBA

Gilbert Arenas y un talento enterrado en armas de fuego

El genial base llegó desde muy atrás y encontró su sitio en la NBA para posteriormente perderlo por culpa de un episodio infame que acabó con su carrera y destruyó su reputación.

El genial base llegó desde muy atrás y encontró su sitio en la NBA para posteriormente perderlo por culpa de un episodio infame que acabó con su carrera y destruyó su reputación.
JEFF TOPPINGREUTERS

De entre la cantidad ingente de personajes peculiares que ha habido en la historia de la NBA, Gilbert Arenas ocupa un lugar dudosamente privilegiado. El base fue uno de esos jugadores que no pasan desapercibidos por su innegable talento para el baloncesto, pero también por sus excentricidades fuera de la pista. Un hombre que acabó denostado, pero que escribió un curioso relato, que demostró que era un gran jugador pero que no estaba casado con la gloria y sí con la polémica. Dos cosas que han ido de la mano en muchos casos, pero que no se dieron de forma simultánea en la figura de Arenas, que tocó de forma efímera lo primero y se metió de lleno en lo segundo. Algo que ya ha sufrido alguno que otro antes que él, pero que fue particularmente llamativo en la carrera de un playmaker que llegó de la nada, consiguió un éxito relativo y posteriormente lo echó todo por la borda.

Gilbert Arenas nació en Tampa, Florida, el 6 de enero de 1982. Hijo de una madre que se quedó embarazada siendo adolescente, los servicios sociales le trasladaron a una casa de acogida antes de que su padre se hiciera cargo de la custodia, y yéndose a Los Ángeles por los intereses cinematográficos de éste, empeñado en actuar en la pequeña y la gran pantalla. Gilbert, que no volvió a ver a su madre en 20 años y que pasaba mucho tiempo sólo en casa, algo que no soportaba, no paró de hacer gamberradas en su juventud: desde romper ventanas a robar coches. Se calmó en la escuela y practicó fútbol americano, como había hecho su padre, pero a los 11 años cambió esta práctica por el baloncesto, que ejerció de forma compulsiva, hasta entrenando por las noches, lo que le alejó parcialmente de los problemas de la calle.

El base siempre era apartado por sus equipos y tuvo muchas dificultades para encontrar su oportunidad. Estuvo en la liga de playground con jugadores mayores que él y buscó suerte en el Birmingham High School, donde su entrenador consideró que ya había alcanzado el tope de sus habilidades. Tuvo más suerte en el Grant High School en Van Nuys, donde empezó a destacar con 14 años. Allí desarrolló su formación, promediando 33.4 puntos, 7.9 rebotes, 3 asistencias y 4.6 robos y acabando su carrera con más de 2.000 puntos, declarado además como el mejor anotador del Valle de San Fernando.

Tras tontear con UCLA, que dudaba de las habilidades de Arenas y de su compromiso académico, recibió ofertas de Arizona, DePaul o Kansas State, decantándose por la primera de esas universidades y enfundándose la camiseta de los Wildcats. Entrenados por Bobbi Olson, llegaron a la final de la NCAA en el segundo año de Arenas en el equipo, cayendo ante Duke (82-72), donde jugaban futuros miembros de la NBA como Jay Williams, Carlos Boozer, Shane Battier, Mike Dunleavy Jr. y Chris Duhon. Toda una camada de baloncestistas que pudieron con la joven promesa rival, que recibió un golpe en el pecho en semifinales ante Zach Randolph, de Michigan State.

Llega la NBA

Arenas promedió 15,8 puntos en dos temporadas con los Wildcats antes de declararse elegible para el draft. Muchos especialistas declararon entonces que era demasiado joven para tomar esa decisión, que no tenía físico a la hora de defender el puesto de escolta ni aptitudes para el de base, algo que se confirmaría sólo a medias en sus años posteriores. De una forma u otra, los ojeadores de las franquicias de la NBA debieron pensar lo mismo, ya que Arenas fue relegado al puesto 31 de la segunda ronda del draft, desvaneciéndose así sus esperanzas de entrar en la primera. Al final, los Warriors se hicieron con sus servicios, pero el entrenador Dave Cowens contó muy poco por él y a su reemplazo cuando el equipo estaba de capa caída (8-15 en los primeros 23 partidos), Brian Winters, no le gustaban los jugadores que no habían completado el ciclo universitario.

El destino sonrió a Arenas. A finales de febrero y cuando ya era obvio que los Warriors no iban a entrar en playoffs, Winters le ofreció la posibilidad de jugar de base. Arenas aceptó: su posición natural era la de escolta, pero la posibilidad de tener minutos era demasiado tentadora. Todo cambió y acabó su temporada rookie con 10,9 puntos de promedio, 14,1 cuando fue titular, al mismo tiempo que agregaba 5,1 asistencias. Fue elegido mejor novato del mes de abril y se reencontró con su madre en una visita de los Warriors a Miami para jugar ante los Heat. Y llegó a anotar 32 puntos en una derrota ante los Clippers. Era el inicio de una carrera prometedora. Y así fue.

El mal récord del equipo propició la salida de Winters (que firmó un muy pobre 13-46) y motivó el fichaje de un Eric Musselman que siempre fue un buen asistente, pero le faltaba algo de fritura para ser primer entrenador. Eso no impidió que la entidad apostara por Arenas, seleccionando en el draft a Mike Dunleavy en lugar de a Jay Williams, que habría acabado siendo su competencia. El base (ya consolidado en esa posición) disputó los 82 partidos de la regular season, todos ellos de titular, con 35 minutos por noche y 18,3 puntos, 4,7 rebotes y 6,3 asistencias de promedio. Ganó el MVP del Rookie Challenge (30 tantos, 23 en la segunda mitad), para el que no había sido seleccionado en su primera temporada. Y el premio a Jugados Más Mejorado por delante de Chauncey Billups y Tony Parker. El futuro era suyo.

Los años dorados: estrella en los Wizards

Arenas encontró cobijo en Washington, aceptó una oferta de seis años y 65 millones de dólares tras ser en verano uno de los agentes libres más codiciados. En los Wizards fue donde fraguó su leyenda, una menor respecto al Olimpo, pero muy importante si tenemos en cuenta a un jugador con el que nadie contaba. En su primera temporada se fue a 19,6 puntos y 5 asistencias antes de explotar en las tres siguientes. 25,5, 29,3 y 28,4 en tres temporadas consecutivas, llegando a los playoffs y al All Star en cada una de ellas y siendo además En 2005 y 2006 Arenas formó parte del Tercer Mejor Quinteto de la NBA, mientras que en 2007 llegó al Segundo Mejor Quinteto.

Los Wizards alcanzaron playoffs en esos tres años ininterrumpidamente, algo que lograron también en un cuarto, ya con Arenas en declive por culpa de las lesiones. Antes de eso, el escolta, ya definitivamente reconvertido en base, demostró el jugador que ha fraguado su reputación, por mucho que hoy en día esté totalmente dañada. Un baloncestista explosivo y versátil, capaz de driblar como nadie, con un primer paso muy poderoso y un enorme rango de tiro. Arenas se hizo esencial en el cluth time, con finales apretados resueltos por su talento. Su mejor partido fue ante los Lakers de Kobe Bryant, el 17 de diciembre de 2006, en un templo como el Staples Center. 60 puntos (récord personal y de la historia de los Wizards), 8 rebotes y 8 asistencias con un 17 de 32 en tiros de campo, 5 de 12 en triples y 21 de 27 en tiros libres. Kobe, en su mejor individual, no pudo frenar el derroche de su rival a pesar de llegar a 45, con 8 rechaces y 10 pases a canasta. Espectacular.

Lesiones, declive y escándalo

Arenas se perdió los últimos 8 partidos de esa última temporada y los playoffs por una lesión en la rodilla izquierda y fue operado del menisco. Ya no volvió a ser el que era, ni a formar un big three anotador con Antawn Jamison y Caron Butler. En el curso siguiente se perdió 69 encuentros y disputó sus últimos playoffs, en los que se volvió a lesionar antes de firmar un contrato de 111 millones de dólares a razón de seis temporadas. Los 32 de la 2009-10 supieron a poco a pesar de volver a moverse por encima de los 20 puntos por noche. En mitad de la 2010-11 fue finalmente traspasado a los Magic. Su época gloriosa se acabó. Y nunca se recuperaría del escándalo que protagonizó cuando todavía pertenecía a los Wizards.

Una partida de cartas en un avión acabó con un pique que se exageró hasta la médula. Al día siguiente, Arenas se enzarzó con Javaris Crittenton (involucrado en el intercambio que acabó con Pau Gasol en los Lakers) en el vestuario y éste le acabó apuntando con un arma cargada cuando el base le había enseñado cuatro pistolas sin cargar. Todos salieron corriendo. Finalmente no pasó nada, pero David Stern les sancionó indefinidamente. El castigo para Arenas fue mayor y se acabó declarando culpable en el juicio por portar armas de fuego, algo prohibido en la normativa NBA. Al no tener licencia, también se saltó las leyes del Distrito de Columbia. Fue sentenciado a dos años de libertad condicional. Las lesiones habían hecho mella en su persona, pero el escándalo protagonizado acabó por sentenciarle.

Arenas intentó resucitar en los Magic como suplente de Jameer Nelson, pero la entidad, en la penúltima temporada de Dwight Howard y Stan Van Gundy juntos y con estrella y entrenador cada vez más alejados en lo que fue la previa de su divorcio particular, cayó 4-2 ante los Hawks en primera ronda de playoffs. Los Magic le cortaron en el lockout (el segundo que acortaba la temporada de la historia de la NBA) acogiéndose a la cláusula de amnistía, la primera vez que un jugador recibía la aplicación de dicha norma. El base disputó otros 17 partidos el curso siguiente con los Grizzlies antes de dar el salto a la Liga china, en los Shangai Sharks. En 2013 fue detenido en Los Angeles por posesión ilegal de armas. También tuvo problemas por saltarse muchas normas de conducción, admitiendo que se había llegado a saltar hasta 60 semáforos en rojo en un plazo de cuatro meses.

Su reputación cayó en picado. Su carrera acabó con 31 años y sin que nadie recordara ya al jugador que donó 100 dólares por cada punto que anotó durante la temporada 2006-07 a las escuelas locales del área de Washington. Ni por ser el mentor de un niño que perdió a su familia con 10 años en un incendio, consiguiéndole incluso un trabajo como recogepelotas. Las armas de fuego le costaron su contrato con Adidas y las lesiones, unidas a dicho escándalo, acabaron con lo que había conseguido, el éxito relativo de un hombre con el que nadie contaba pero que perseveró hasta llegar a lo más alto. Disputó 552 partidos de temporada regular y 20 de playoffs. Promedió 20,7 puntos. Se llevó más de 160 millones de dólares en contratos. Pero su legado es una maldición y lo que podría haber sido parte de una narrativa carismática y llamativa, acabó siendo algo mucho peor. Un talento único enterrado en errores propios, imperdonables. De esos que se imponen a la parte buena de lo que se haya podido hacer. Siempre.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.

Normas