El misterioso caso de Trae Young
El base de los Hawks respondió a no ser seleccionado, otra vez, para el All Star con un partido excepcional en el que superó totalmente al big three de los Suns.
Trae Young tiene 25 años. Fue número 5 del draft de 2018 y entre 2020 y 2022 llamó a las puertas del mega estrellato: dos veces all star y un billete a la final del Este para sus sorprendentes Hawks. ¿Desde entonces? Muy poca cosa, reducido casi a atracción local en Georgia, jugador de culto de un equipo que no encuentra el rumbo. Lleva dos años sin ser all star, cada vez se hacen más odiosas las comparaciones con Luka Doncic (fueron intercambiados en la noche del draft, tú a Atlanta y yo a Dallas) y cada derrota de los Hawks se usa como un clavo en el ataúd de los prejuicios contra él: no defiende, no puede ser el líder de un verdadero aspirante, es más bonito que bueno y ha visto pasar ya por su equipo (por algo será) a demasiados entrenadores (MacMillan, Pierce, ahora Quin Snyder…).
Desde que fueron finalistas del Este, los Hawks no han superado la primera ronda de playoffs. Y si la temporada pasada acabó con buenas sensaciones (ganaron en Miami, al que iba a ser finalista, en el play in, y apretaron lo que pudieron a los Celtics en primera ronda: 4-2), el optimismo (un verano con Snyder al frente, Trae y Dejounte Murray más compenetrados…) ha saltado por el balcón esta temporada, en la que el equipo languidece, sufre para seguir el barato ritmo del play in del Este y vive entre rumores de construcción, el cadáver deportivo que sobrevuelan los buitres del mercado invernal.
Así que Trae Young, del que se ha decidido que sus números son como calorías vacías, no ha sido all star en las dos últimas temporadas. Algo que habría que explicar con tacto y cuidado a alguien que no tuviera todo el contexto del asunto y simplemente estuviera viendo como fulminaba a los Suns (129-120) del súper big three. El base anotó 32 puntos, repartió 15 asistencias, firmó un 7/11 en triples y dejó en evidencia, con su dinamismo y su inteligencia como pasador, las deficiencias y desajustes que todavía no puede disimular del todo (aunque las cosas han mejorado) la defensa de los Suns.
Así que los Hawks llevan tres victorias seguidas, las dos últimas con muy buenas sensaciones y en noches mediáticas contra Lakers y Suns. Trae promedia en la temporada más de 27 puntos (undécimo de la NBA) y más de 11 asistencias (segundo). En un momento, aunque se habló poco (nada) de ello, enlazó siete partidos de al menos 30+10, algo que con puntos y asistencias solo había hecho Oscar Robertson. Si se apilan las últimas tres temporadas supera el 25+10, nunca ha bajado de 8 asistencias de media en una temporada completa y en 2022 fue líder de la Liga si se sumaban volúmenes totales en anotación y pases de canasta. Su equipo pierde mucho, desde luego; la franquicia no da con la tecla y las cosas solo han ido a peor desde aquella efervescencia de los playoffs de 2021. Pero Trae (segundo además en la votación popular en el backcourt del Este) podría haber sido perfectamente all star. Y ha pasado de despegar como jugador tal vez ligeramente sobrevalorado a ser un playmaker, ahora mismo, definitivamente infravalorado.
Trae es un jugador delicioso, con sus enormes virtudes y sus obvios defectos, al menos si lo ves desde fuera y no tienes que darle vuelta a cómo de viable puede ser como absoluto número 1 de un equipo con aspiraciones reales. Cuando entran los triples con su rango inacabable, como pasó contra los Suns, es imparable en ataque. Sacó brillo a todas las deficiencias de un rival que intentó seguir su ritmo y se extravió en un mar de pérdidas: 17 para 21 puntos de los Hawks. A falta de cinco minutos, le robó la bola a Kevin Durant y anotó el triple que olió a game over (121-111) De hecho, lo fue. A su lado, 22+8+5 de Dejounte Murray, que no sabe dónde estará el viernes (el jueves se cierra el mercado) y un gran trabajo de Jalen Johnson (16 puntos, 7 rebotes), Bogdan Bogdanovic (tirando muy solo: 23 puntos, 5 asistencias) y Onyeka Okungwu (15 puntos, 7 rebotes). Una demostración de que los Hawks no debería ir tan mal… pero sí van tan mal: 21-27, décimos del Este.
Los Suns están pagando el esfuerzo de una gira larga en la que han jugado ya seis partidos fuera (3-3) y les queda otro más, en Washington. El del regreso a casa de Bradley Beal. Otra vez, demasiadas pérdidas y lagunas en los cambios defensivos, poco sostén colectivo para abrochar un partido en el que fueron casi siempre por detrás pero en el que estuvieron por delante en el tercer cuarto (86-88). Kevin Durant acabó en 35+8+8 pero no fue un día súper ni de Devin Booker (24 puntos) ni desde luego (otra vez) de un Beal (14 y 10 asistencias) que muchas veces debería ser más agresivo dada la atención defensiva que acaparan los otros dos miembros de un big three atómico que vuelve a patinar y deja su balance en 28-21, otra vez rondando la zona de play in del Oeste. Como en muchos partidos, los Suns comenzaron jugando grande y haciendo pasar el juego por Jusuf Nurkic y acabaron con el quinteto pequeño y Durant de falso pívot. Pero no bastó. Fue una mala noche, seguramente con las piernas cansadas y contra un jugador, Trae Young, que mandó un saludo para todos los que consideran que no merece ser all star. Un último dato: solo ha habido tres temporadas de al menos 25 puntos y 10 asistencias que no han recibido ese premio. Una es de Michael Adams (en 1991) y las otras dos, ya de Trae. Cosas.