El inmenso poder del trueno
Los Thunder, con un Shai excepcional y una aparición determinante de Chet Holmgren y Jalen Williams, derrotan a los Celtics en un partido tremendo.
Denver Nuggets, el vigente campeón, ha ganado diez de sus últimos doce partidos. Las dos derrotas llegaron contra el mismo rival: Oklahoma City Thunder. Los Celtics llevaban seis triunfos seguidos, con victorias en las pistas de Clippers, Lakers y Kings, pero se dejaron la racha (127-123) en… Oklahoma City, contra los Thunder, un equipo que ha ganado cinco partidos seguidos, tres de ellos a Nuggets, Celtics y Timberwolves (por 23 puntos, una paliza). El campeón, el equipo con el mejor balance de victorias de la NBA y el líder del Oeste.
Ahora en 23-9 por el 26-7 de los Celtics (todavía los mejores), parece que solo su juventud, y que vienen de no superar el play in la temporada pasada, se interpone entre los Thunder y el salto oficial al nivel de aspirantes al título. Es el tercer equipo más joven de la NBA, y por décimas, si se ajusta su rotación principal, solo por detrás de dos en profunda reconstrucción: Blazers y Spurs. Una falta de arrugas tan insultante que sugiere tendrían que pagar el peaje de la clase media, como si no estuviera permitido dar el salto de repente, de una zancada gigantesca. Pero los equipos especiales hacen precisamente eso.
Y este es un equipo especial. Demonios, hasta el entrenador Mark Daigneault es demasiado joven (38 joven) como para fiarse. Pero el caso es que los Thunder ganan sin parar, juegan de maravilla, tienen uno de los equilibrios en pista más fascinantes de toda la NBA (ataque-defensa, juego interior-exterior, tiro-percusión) y superan a los mejores en finales igualados en los que (aunque debería) no les tiembla el pulso. Los Celtics pierden muy poco, casi nunca, cuando no falta nadie, con los principales de la rotación en pista. Y desde luego, muy rara vez son zarandeados como en un tercer cuarto (40-25) en el que se marcó la diferencia que acabó siendo definitiva. Después, los Celtics reaccionaron y convirtieron un 110-92 a siete minutos del final en un 121-119 en los últimos segundos. Una demostración de que ellos también siempre están ahí, de que hasta en las malas cuesta horrores ganarlos. Por eso son los máximos favoritos al título mientras no se demuestre lo contrario. En total, fue un partido fascinante, fabuloso, de altísimo nivel. Como corresponde al encontronazo de dos de los mejores equipos de la NBA. Todo el mundo sabe que los Celtics están (lideran) en ese lote; Ya nadie puede dejar fuera tampoco a los Thunder.
Shai Gilgeous-Alexander, aspirante a MVP esta temporada, la pasada y las próximas hasta nuevo aviso, acabó con 36 puntos, 6 rebotes, 7 asistencias y un 14/22 en tiros. Anotó 16 puntos en el determinante tercer cuarto, y eso a pesar de que se puso pronto con cuatro faltas. Siguió en pista y abrió la brecha que ya no se cerró. Manipuló a su antojo a un tremendo backcourt defensivo como el que forman Jrue Holiday y Derrick White, y solo sufrió cuando los Celtics exprimieron todas sus opciones defensivas y los brazos inacabables de Jayson Tatum le incordiaron en el último cuarto. Pero ahí aparecieron Jalen Williams (22 años), que anotó ocho de sus 16 puntos en el parcial final y volvió a ejercer de navaja suiza, la opción en formato vía de escape cuando fallan casi todas las demás; Y Chet Holmgren (21), el unicornio (2,16) que (si no pasa nada raro) le va a ganar el Rookie del Año a Victor Wembanyama y que es el factor X obvio, la pieza que faltaba la temporada pasada y que redefine completamente a los Thunder. En defensa, intimidación en el aro y versatilidad en las coberturas del pick and roll; En ataque, finalización, creación… y dos triples fundamentales en los últimos minutos (14 puntos, 7 asistencias, 4 tapones). Sin miedo.
Si se suma lo que Josh Giddey (que esta vez, además, acertó desde el perímetro: 23 puntos, 8 rebotes, 6 asistencias) puede aportar si encuentra definitivamente su sitio junto a ese big three, y el trabajo de especialista que hacen jugadores como Dort, Joe y el rookie Cason Wallace, el resultado es que los Thunder son uno de los mejores equipos de la NBA se mire como se mire y se ponga el listón donde se quiera. Dispuestos a todo, preparados para todo. También, y no muchos lo están, para estos Celtics tremendos que mandaban al descanso (58-61) y casi se reencuentran a tiempo después de que les pasara por encima un ciclón en el tercer cuarto. Ahí se enfriaron en ataque justo cuando más calor aplicaron los Thunder, seguramente el único pecado de los verdes más allá de los problemas defensivos de Holiday y un día nefasto de Jaylen Brown (4/18 en tiros, 0/8 en triples, 15 puntos, 3 asistencias por 3 pérdidas). Porzingis se pegó con Holmgren (12 puntos en el primer cuarto, 34 en total), Tatum metió tiros improbables en los últimos minutos (30+13+8) y White, que se perdió parte del primer tiempo por un corte, hizo en los últimos minutos ese montón de cosas que lo convierte en imprescindible. Pritchard se coló en los minutos de la casi remontada, y los Celtics perdieron pero demostraron que en su mejor versión ganan a todos… y sin ella, a la mayoría. No a estos Thunder que de tanto llamar a la puerta, la están derribando. Por las bravas. El que no se esté dando cuenta en estas últimas dos semanas, es que definitivamente no está mirando.
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