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UTAH JAZZ

¿El equipo de la temporada? Del ostracismo a la revolución

Tras acabar con la estancia de Mitchell y Gobert en Utah, los Jazz sorprenden con un inicio arrollador y sensaciones excelentes.

MINNEAPOLIS, MN - OCTOBER 21: Lauri Markkanen #23 of the Utah Jazz looks on as Jarred Vanderbilt #8 and Malik Beasley #5 celebrate after the game against the Minnesota Timberwolves at Target Center on October 21, 2022 in Minneapolis, Minnesota. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement. The Jazz defeated the Timberwolves 132-126.   Stephen Maturen/Getty Images/AFP
Stephen MaturenAFP

Los Jazz molan. La victoria ante los Pelicans en la prórroga y en Nueva Orleans demostró, antes de la primera derrota de la temporada ante los Rockeys, un ejercicio de madurez impropio de un equipo que iba a iniciar una teórica reconstrucción. Celtics, Bucks y Blazers eran tres de los cuatro que estaban imbatidos entonces (solo Bucks y Blazers mantienen esa etiqueta), en un frenético comienzo de temporada. Los otros eran los Jazz, 3-1 ahora, una franquicia que se ha movido en verano más que ninguna otra y que ha dado por finiquitada una era en la que han sido muy competitivos en regular season, pero no han conseguido dar un paso adelante en playoffs. Seis temporadas con 44 o más victorias y las semifinales del Oeste como tope. Un final más que anunciado con dos estrellas cuya relación estaba rota. Y adiós a un entrenador que ha hecho un papel correcto y tiene ahora un currículum suficiente como para volver a entrenar en la NBA en un futuro cercano.

Eso hicieron los Jazz: traspasar a Rudy Gobert rumbo a los Timberwolves, a Donovan Mitchell a los Cavaliers y finiquitar la estancia de Snyder. Danny Ainge llegó a los despachos de la entidad hace ya más de un año tras dar por finalizado el compromiso con los Celtics, el equipo de su vida. Con muchas críticas por su conservadurismo, pero una inteligencia incuestionable que llevaba algún tiempo escondida, ha vuelto a hacer gala de su consabido, pero olvidado talento. El botín que consiguieron los Jazz en los traspasos, que parecía menor en un inicio, ha cuadrado muy bien. Y su nuevo entrenador, Will Hardy, no quiere ser alguien de paso que tenga un compromiso efímero en un lugar concreto, algo que es un riesgo en un año de estreno en un banquillo, con la exigencia inherente a la NBA y todo lo que eso conlleva.

Los Jazz han ganado, en este inicio de temporada, a Nuggets (123-102), Timberwolves (126-132) y Pelicans (121-122), demostrando en esos tres partidos un nivel ofensivo extraordinario. Han conseguido victorias ante rivales teóricamente superiores (aunque han caído ante Houston, supuestamente inferior), incluido el reencuentro en Minnesota (ya veremos cómo es en Salt Lake City) con Rudy Gobert. Buena gestión en esos finales ajustados, gran compenetración y un trabajo excelso de Will Hardy, que aprendió de un Gregg Popovich (2015-21) que también tiene 3-1 a los Spurs, y estuvo el año pasado a las órdenes del hoy denostado Ime Udoka.u

El espectáculo es constante en los partidos de los Jazz: están en 125,7 puntos por partido, han superado los 120 en sus tres encuentros iniciales y son el cuarto mejor ataque de la NBA. Anotan 15 triples por partido (la cuarta mejor cifra de la Liga) y lanzan con un 39,5%, una cifra espectacular para intentar más de casi 40 lanzamientos desde el exterior. Y, para redondear y dar muestras de su juego colaborativo, también son terceros en asistencias: reparten 29,5 por noche. Cifras espectaculares que se sustentan en una plantilla compensada que tiene como gran referencia a Lauri Markkanen, uno de los grandes del último Eurobasket que llegó a Utah en el traspaso que llevó a Donovan Mitchell a los Cavaliers: 21,5 puntos y 8,8 rebotes para un hombre que hace de todo: lanzar de tres, postear, correr, defender, salir al pick and roll y al pick and pop cuando es necesario y mostrar un físico imponente con el que lo domina todo.

Los traspasos han cambiado la dinámica de los Jazz: Mike Conley (9,8 tantos y 8,5 asistencias en este inicio) es el perfecto jugador veterano que es la extensión de Will Hardy en pista y que, de hecho, es mayor que su entrenador (35 años por 34). Jordan Clarkson, Mejor Sexto Hombre en 2021, ha ascendido definitivamente a la titularidad por necesidad y por talento: promedia 18,5 puntos por partido por encima del 40% en triples (con, ojo, 5,3 pases a canasta). Kelly Olynyk da versatilidad en el interior y se va a 15,5 tantos; Collin Sexton aporta 12,3 desde un banquillo del que también sale Malik Beasley, botín del traspaso de Gobert a los Wolves. Y Jarred Varderbilt, también procedente de dicho movimiento, aporta trabajo sucio, esfuerzo en las trincheras, garra y rebote: 9,8 puntos y 10,3 rebotes. Con algo de Walker Kesller y un Rudy Gay entrado en años pero con mucha experiencia, los Jazz completan una rotación en la que parece no entrar Talen Horton-Tucker. Una pena de promesa venida a menos que está en serio riesgo de quedarse en nada en la NBA.

Así están los Jazz. Hardy ha comprendido en seguida que con esa plantilla no se puede atrincherar en defensa (por Clarkson, Sexton...) y que en partidos de muchos puntos su equipo puede ser competitivo. Con solo 4 partidos, es (muy) pronto para sacar conclusiones y queda una cantidad ingente de regular season por delante. Pero en una Conferencia Oeste ultracompetitiva, un buen inicio te da margen de cara al final. Y lo que tienen que hacer, por ejemplo, unos desastrosos Lakers para recuperarse de un 0-3, ya no van a tener que hacerlo unos Jazz que no tienen nada que perder, y sí mucho que ganar. En el futuro más inmediato, otro partido ante los Rockets, esta vez en Utah, en el que pueden seguir sumando. Son, de momento, el equipo de la temporada. Del ostracismo, a la revolución. ¿Hasta dónde pueden llegar? Veremos.