El código de vestimenta de la NBA que censuró a Allen Iverson: “Un asesino en traje sigue siendo un asesino”
La estrella de los Sixers fue un jugador que marcó a toda una generación por sus exhibiciones en pista, su corazón, su forma de hablar... y de vestir. Tan grande era su poder cultural que la NBA tuvo que tomar cartas en el asunto.
Allen Iverson fue la definición perfecta de jugador generacional. Pocas veces una estrella ha dejado tan marcado a un grupo de aficionados que no paran de recordarle y reivindicarle por mucho que pase el tiempo. Su especial carácter le hizo ser amado por el público, así como su corazón en la pista. Y todo eso se impuso enormemente a los episodios negativos que pudo protagonizar. El base, que también podía jugar de escolta, fue uno de los anotadores más importantes de la historia de la NBA. Se hizo con muchas distinciones individuales, consiguió una mansalva ingente de puntos y enamoró a propios y extraños allá por donde pasaba. Su cuestionable carácter provocó que su carrera sufriera vaivenes, especialmente en los últimos años de carrera. Pero eso no impide que se le recuerde como alguien único dentro y fuera de la pista de baloncesto. Con un aura que le convertía en una figura imprescindible en la historia reciente de la mejor Liga del mundo.
En su dilatada carrera como profesional, Iverson ganó el Rookie del Año en su primera temporada, dejando la ya icónica imagen del crossover a Michael Jordan en una jugada a la que se vuelve con asiduidad. También fue cuatro veces Máximo Anotador, estuvo seis veces en los Mejores Quintetos (tres en el primero), tres veces líder en robos, MVP del Rookie Challenge, dos veces MVP del All Star y MVP de la temporada en la 2000-01, esa en la que permitió a los Sixers volver a soñar con el anillo, liderando a la entidad a las Finales por primera vez desde 1983 y permitiendo a la ciudad de Philadelphia soñar con el título. Tal fue su huella en la franquicia que, todavía hoy, ni siquiera se ha conseguido regresar a las finales de Conferencia. Iverson pasó por varios equipos en sus últimos años (Nuggets, Pistons, Grizzlies) antes de volver a los Sixers y retirarse en el Besiktas turco.
La vida del exjugador ha sido una odisea desde entonces: arruinado en su adiós al baloncesto, pasó por diferentes problemas antes de volver a establecerse económicamente y aprovechar su estatus para seguir formando parte de la farándula de la NBA. Así, fue elegido en el Hall of Fame de 2016 y su número 3 fue retirado por los Sixers en una ceremonia en la que participó Larry Brown, uno de los mejores entrenadores de la historia y una figura que le dejó marcado. También fue incluido dentro de la lista de los 75 mejores jugadores de la historia. Todo ello, incluido el hecho de participar en varios podcasts y charlas y reivindicar su era y la figura de Kobe Bryant, le volvieron a establecer, superando así sus problemas monetarios y consolidándose fuera de las pistas, algo que no todos los jugadores consiguen.
La vestimenta
Uno de los temas más importantes de la carrera de Iverson fue su poder cultural. Su forma de hablar con los medios y de vestir representaban a una buena parte de la población racializada del país y también de la clase baja de Estados Unidos. Esto provocó una gran polémica dentro del seno de la NBA. En 2005, David Stern estableció un código de vestimenta prohibiendo a los jugadores camisetas sin mangas, pantalones anchos, gorras de béisbol, bandanas, camisetas a la altura de las rodillas, gafas de sol dentro del pabellón, joyas o botas de marca Timberland. El objetivo del entonces comisionado era acabar con la cultura del hip-hop y, sobre todo, la asociación que se hacía de ello. Algo que no gustó nada a Iverson, que criticó duramente la decisión del mandamás por mucho que, como el resto de jugadores, se viera obligado a acatarla.
La estrella dejó entonces una de las frases más famosas de la historia: “Un asesino en traje sigue siendo un asesino”. Con eso quería asegurar que la forma de vestir no definía a una persona, lo que le hizo convertirse en una figura todavía más trascendental, especialmente entre la gente que se veía representada en la forma de hablar o de vestir. “Asociar la vestimenta hip-hop con la violencia, las drogas o una mala imagen es de racistas”, dijo Iverson, que también explicó que la publicidad de muchos patrocinadores destacados de la NBA, como Nike, Reebok, Puma y Adidas, está muy influida por la cultura del hip-hop. El base, eso sí, fue sin cadenas en el inicio de la siguiente temporada, además de dejar a un lado las partes más polémicas de su ropa. Algo que enterró el hacha de guerra, pero que se convirtió en un episodio muy recordado tantos años después.
Iverson, que disputó 14 temporadas en la NBA, ocupa el séptimo puesto en la categoría de puntos por partido en la historia de la NBA, con 26,7 por encuentro, solo superado por Michael Jordan, Wilt Chamberlain, LeBron James, Kevin Durant, Elgin Baylor y Jerry West. Muy rápido con y sin balón, asumía un gran volumen de tiros, penetraba muy bien y era capaz de defender en líneas de pase, con buenas manos que le hacían robar muchos balones. La viva imagen del éxito para un jugador de apenas 1,83, su forma de ser y comportarse le convirtió en un eterno referente. Sus 48 puntos ante los Lakers en el primer partido de las Finales de 2001 (en la única derrota de los angelinos en esos playoffs) siguen representando a una de las exhibiciones más grandes de la historia de las eliminatorias por el título. Un hombre singular, particular y, sobre todo, especial. En su forma de jugar, de hablar y de vestir. Y en el mejor de los sentidos.
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