Durant acaba con el mejor Yabusele
El francés se fue a 19 puntos y los Sixers acariciaron la victoria en el retorno de Paul George, pero Durant destrozó el sueño en una recta final tan mágica como taquicárdica.
La vida no está siendo justa con los Sixers. Más allá de los errores y horrores de la franquicia, personificada en Joel Embiid, y en los constantes problemas de comunicación que están teniendo a la hora de hablar del estado de salud del pívot (lo que les ha llevado incluso a recibir multas), la realidad es que la plantilla lo intenta todo lo que puede y más. Pero nada: llevan cinco derrotas en seis partidos y la única victoria llegó ante los Pacers y en la prórroga. Todavía no han ganado en casa ni han disfrutado de su equipo al completo, cada vez ve más lejos los primeros puestos del Este y en la dinámica que llevan va a ser muy difícil que salgan de esa crisis de resultados pantagruélica a la que llevan tanto tiempo sometidos y que les ha hecho estar fuera de las finales de Conferencia desde 2001, con Allen Iverson de mesías. Tras ello, muchos intentos, una reconstrucción eterna en forma de Proceso y una cantidad ingente de fracasos que no parece que vayan a arreglar ni de una forma ni de otra. Y todo, con la sensación de que la oportunidad real ya pasó y que ahora están recogiendo las migajas de lo que nunca han sido.
Y eso que lo intentan: con ahínco, bravura y un orgullo desmedido que va más allá de las adversidades y que sí representa lo que son como entidad histórica, dos veces campeona de la NBA por mucho que haya que tirar de recuerdos y añoranza para llegar a los anillos. Los Sixers llegaban a Arizona sin nada que perder y con Paul George disponible por primera vez en la temporada. Lo primero les transformó en un rival muy peligroso, pero lo segundo fue casi la peor noticia, en forma y fondo: el alero, en su nuevo equipo, debutó con 15 puntos, 4 de 14 en tiros de campo, 1 de 7 en triples, 6 pérdidas y el error en la jugada final, una suspensión desde seis metros que habría forzado la prórroga en una última jugada que protagonizó él en detrimento de un Tyrese Maxey que es todo magia y corazón: 32 tantos, 12 de 22 en el lanzamiento y 6 de 14 desde el exterior. Al final, el pasado pesa más que el presente y el tema va de roles y aura, por mucho que (nos) cueste comprender por qué el mejor jugador del equipo no se lanza el lanzamiento más importante. Vivir de la nostalgia no es bueno para los Sixers, que en los últimos tiempos no tienen buenos momentos a los que aferrarse. Tampoco Paul George.
El partido fue precioso y lo ganó Kevin Durant. El segundo periodo fue una oda a la ofensiva y un bochorno en el plano defensivo (37-37), los Suns llegaron a mandar de 11 y los Sixers de 9. Hubo 17 cambios en el marcador y 9 empates. Y, al final, ganó el de siempre: 35 puntos, 4 rebotes y 6 asistencias, porque hay pasados que pesan más que los presentes y porque Durant es infinitamente mejor de lo que es y siempre será un George que hace tiempo que cobra demasiado para el nivel que demuestra en pista. Una bandeja de la estrella de los Suns inclinó la balanza en un último cuarto en el que anotó 15 tantos, incluidos los 5 últimos de su equipo, un triple excelso y la bandeja que dictó sentencia. El alero compensó el desastre de Devin Booker en el tiro (13 puntos con 3 de 18 y 0 de 6 en triples), se apoyó en los 17 de Bradley Beal, en Royce O’Neale (15, con 3 de 4 en triples), en Grayson Allen (14, con 2 de 4) y en el enorme esfuerzo de Jusuf Nurkic, que logró 15, con 15 rebotes, y dejó en nada la aportación de un Andre Drummond que esta vez no fue un imán para los rebotes (8+5) ni para nada.
La buena noticia para los Sixers, por sacar alguna, fue el estupendo papel de Guerschon Yabusele. El francés se fue a 19 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias, 6 de 14 en tiros de campo, 5 de 11 en triples y 2 de 2 en tiros libres, incluido un mate extraordinario en el periodo final. Anotó 8 tantos en los últimos 12 minutos, se fajó en defensa y en las trincheras y estuvo presente en los momentos calientes para sumar un total de 30 minutos. Fue de lo mejor de un equipo que rozó la victoria, comandó las hostilidades al final y se mereció más, pero que sufrió un resultado injusto, también procedente de los errores propios en la resolución del duelo: demasiado tiempo de balón para Paul George, demasiado poco de Tyrese Maxey y un Embiid que lo vio todo vestido de calle y se quedó, un día más, sin nada. El cuento de nunca acabar para el pívot y para su franquicia y el último vestigio de un Proceso que no ha funcionado ni parece ya, salvo milagro, que lo vaya a hacer. Hasta que llegue el final, seguirá habiendo intentos frustrados. El último lo chafó Kevin Durant, que se fue a 35 puntos, 4 rebotes, 6 asistencias y un 14 de 20 en tiros de campo para su enésima exhibición. Genio y figura.
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