Cooper Flagg no es Luka Doncic

Es ventajista decir que Cooper Flagg no es Luka Doncic, pero también es una verdad como un piano de cola. Independientemente de hasta donde pueda llegar el joven jugador, que tiene mimbres de estrella y está cuajando una temporada rookie más que correcta, es imposible que los Mavericks recuperen lo que perdieron cuando decidieron renunciar al esloveno el pasado 1 de febrero. Es lo que pasa siempre que se toma una decisión drástica en un momento histórico y echas por tierra todo por lo que has trabajado desde que encontraste un relevo generacional para la alargada sombra de Dirk Nowitzki y has llegado incluso a pisar las Finales. Nada de eso le importó a Nico Harrison, condenado al ostracismo por pura obviedad. Y mientras, los texanos recogen las migajas de lo que en su día fueron.

Flagg (que cumplirá 19 años el próximo 21 de diciembre) mide 2,06 centímetros y viene de hacer magia en la Universidad de Duke, lo que le impulsó a un número 1 del draft que los Mavericks lograron en la lotería. Y sus promedios están siendo más que buenos: 17,3 puntos, 6,3 rebotes y 3,3 asistencias. Funciona bien cerca del aro, lanza muy mal desde el exterior (apenas supera el 25% en triples) y tiene buenas aptitudes para el rebote y fortaleza para jugar debajo de la canasta y penetrar de fuera hacia dentro, sin importarle chocar con cuerpos voluminosos. Es bueno y se nota, y su progresión determinará el futuro de unos Mavericks que se encomiendan a su figura mientras sobreviven al infierno que ellos mismos han creado. Y hablamos de la directiva, evidentemente.

Los números de Falgg son inferiores a los que Doncic logró en su año rookie (21,2+7,8+6), aunque su candidatura al Rookie del Año que el esloveno ganó en su momento está fuera de toda duda. Eso sí, los planes de la franquicia son diferentes ahora a entonces, si es que hay algún plan. Mark Cuban, que vuelve a tener poder directivo tras al desastre de Nico Harrison, lo tenía todo pensado: un año para rendir tributo a Nowitzki mientras el alemán hacía de mentor de la nueva adquisición. Ahora, Flagg está inmerso en un infierno que no es su culpa y todo lo que se vislumbraba con la llegada de Luka, que disfruta en los Lakers, es incertidumbre en el presente. Kyrie Irving está lesionado, Klay Thompson parece más un exjugador en activo que otra cosa y Anthony Davis está más fuera que dentro mientras protagoniza una historia personal tan anodina como cansina.

En todo ese meollo está un Cooper Flagg que no tiene la culpa de nada y que tampoco acapara los focos de sus predecesores en la más alta posición del draft. Ver los tejemanejes de los Mavericks, con alguna victoria y bastantes derrotas (9-16, undécimos de la Conferencia Oeste), es un ejercicio de paciencia mientras los argumentos en torno a la franquicia gozan de una repetitividad que nada tiene que envidiar de una serie como The Walking Dead. Ya sabes qué va a pasar y cómo va a acabar la historia porque no hay de donde rascar. Y la única duda es si van a volver a emerger para convertirse en un equipo competitivo, para lo que seguro tendrán que empezar de cero rodeando bien a Flagg, esa última gran apuesta que ha llegado de rebote a un sitio en el que nadie parece querer estar. Después de todo lo que ha pasado, a nadie puede sorprenderle. Por lo que sea.

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