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Chicago saca la guadaña con Krause

El arquitecto de los Bulls de Jordan fue uno de los homenajeados por la franquicia en el duelo con los Warriors y el público de Chicago abucheó a su viuda.

Thelma Krause -
Thelma Krause -JAMIE SABAUAFP

Este viernes 12 de enero los Bulls empezaron a homenajear a lo mejor de su historia, vasta y exitosa, en lo que han llamado su Ring of Honor. Esta distinción -que se realizará cada dos años- sirve como si fuera un Salón de la Fama particular de cada franquicia y el nombre está tomado de otros que han tenido calado en la NFL; en la NBA también lo tiene Phoenix Suns. En este primer tributo se eligió como principales atractivos a los miembros de la plantilla de 1995/96, una de las que consiguió los dos tripletes con Michael Jordan. Aquel año se batió el récord de la regular season hasta ese momento, 72-10, además de ganar el título, y es por ello que se eligió la visita a Chicago de Golden State Warriors, que mejoraron aquel balance con su 73-9 de la campaña 2015/16, para este acontecimiento. Pero un mal gesto arruinó una bonita noche.

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Fue una ceremonia descafeinada desde el principio. Jordan y Pippen decidieron no acudir, manteniendo la distancia ya habitual que tomaron con la franquicia que les hizo campeones, y Rodman fue baja de última hora porque la inclemencia climatológica le dejó sin poder volar. Como ellos estaban incluidos en el honor, valga el título, Toni Kukoc, Artis Gilmore, Johnny Kerr, Dick Klein, Bob Love, Jerry Sloan, Tex Winter, Chet Walker o Steve Kerr, actual entrenador de los Warriors. Y un protagonista más: Jerry Krause. Ahí estuvo el problema.

Krause fue el arquitecto que hizo posibles las plantillas de aquellos Bulls. Era el responsable deportivo de la franquicia. Lo fue 18 años, entre 1985 y 2003. Y es hijo de Chicago. De igual manera es una figura que no deja indiferente a los aficionados del equipo, por lo bueno y por lo malo.

Su aparición en el documental The Last Dance, que se emitió durante la pandemia de coronavirus y estaba producido por el propio Jordan, se dejaba a Jerry como el principal responsable de que la dinastía que los jugadores formaron esos años terminara de malas maneras. Se negó a pasar por el aro con ciertos contratos y deshizo el equipo, lo que fue motivo para que Michael, en primer término, le señalara públicamente y sin loar lo suficiente los esfuerzos realizados para haberle conseguido tanto a él como a los demás.

En este acto que nos ocupa Thelma Krause representó a Jerry. Es su viuda. Su marido murió en 2017. Pues cuando fue presentado como miembro de este Ring of Honor se llevó un sonoro abucheo de la afición que se dio cita en el United Center. La realización televisiva enfocó a Thelma, totalmente descompuesta por la reacción del público al oír el nombre de Jerry, a lágrima viva y sin consuelo, como se comprobó también en los videomarcadores del pabellón, que proyectaron la escena.

A este bochorno de Chicago salieron a responder numerosas figuras de autoridad. En primer lugar Michael Reinsdorf, presidente y consejero delegado, en nombre de la franquicia, recordando que “es una parte importante de nuestra historia” y “su legado merece ser celebrado y respetado”. Stacey King, que justo en 1995 acababa de dejar los Bulls, trabaja ahora para la retransmisión televisiva como comentarista y no se cortó: “Es de lo peor que he visto en mi vida. Espero que los que hayan abucheado se avergüencen. Yo estoy decepcionado, ha sido falto de clase”. Hasta el presidente de los Sixers, Daryl Morey, quiso recordar que “sólo el y Bob Myers son los GMs que han ganado dos tercios de sus partidos en ‘playoffs’, es uno de los mejores de todos los tiempos”. Otro de los que ofreció su opinión fue Eddie Johnson, jugador de la NBA durante casi dos décadas y nacido en Chicago: “Parecía una broma. La gente que le gritó es de mala vida, gente triste. Construyó el equipo y contrató a Phil [Jackson], imbéciles. Merecían una tunda y que les mandaran a casa”. Steve Kerr no lo oyó en un primer momento, aunque eso no le privó de comentar lo que le parecía cuando fue preguntado por ello: “Vergonzoso. Estoy roto por Thelma y la familia Krause. ¿En qué estamos pensando? No lo puedo creer. Ya estés de acuerdo o no con él, con lo que hizo, estábamos aquí para celebrar. Jerry hizo un gran trabajo reuniendo a aquel equipo. Esta noche iba de recordar la felicidad que ese equipo proporcionó a la ciudad, por lo que esa gente que abucheó debería estar abochornada”.

Publicado en AS el 16/2/2020

Por Juanma Rubio:

La magia que, día a día y partido a partido, creó una comunión única entre Chicago y un equipo que había sido el hermano pobre de la ciudad durante años es una química perdida y por la que muchos aficionados se preguntan cuando acceden al United Center y ven las seis banderas de campeón. Que cada vez quedan más lejos: Michael Jordan vistió la camiseta de la franquicia por última vez con 34 años, hace ya casi un cuarto de siglo. Y se fue con un sabor de boca amargo que en cierto modo nunca ha cicatrizado, ni para él (solo hay que recordar su complejo discurso cuando entró en el Hall of Fame) ni para una afición que vio como en 2010 invertía 275 millones en los todavía Bobcats (después Hornets) y asiste ahora a la aparición de una nueva cara de la relación del astro con el mundo desde su Carolina natal, con las donaciones multimillonarias para abrir hospitales en Charlotte y las ayudas a las víctimas de los huracanes Dorian y Florence. Nadie desde luego critica sus acciones, pero es inevitable que estas señalen, de forma indirecta, al distanciamiento extraño de Jordan con sus Bulls, tantos años después de que le sacara de quicio la afición de Jerry Krause por tantear a jugadores europeos y hasta tal punto que casi se consideró una rareza verlo en el United Center en 2011, cuando los Bulls celebraron el veinte aniversario de su primer título NBA.

Aquel divorcio, y las dificultades de las partes para superarlo de forma pública, son vistos (todavía) como una ominosa sombra que pone chinas por el camino de unos Bulls todavía en manos de los Reinsdorf. Esa narrativa, que parece forzada desde fuera, es real. Ronald Lazenby, autor de la mejor biografía sobre el '23', considera que, a los ojos de los jugadores, una gran señal de precaución pende sobre la franquicia; y que así era por ejemplo cuando esta trató de aproximarse a Kevin Garnett, que saltó a la NBA directamente en 1995 tras convertirse en una sensación nacional en sus años de instituto en la Farragut Academy de, sí, Chicago: “Si la pifiaron con uno de los mejores de la historia, ¿para qué voy a querer ir yo a jugar allí?”.

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