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NBA | Chicago Bulls

Chicago Bulls retirará el dorsal de Derrick Rose

El base, que se retiró en septiembre de 2024, disputó 7 temporadas en la franquicia tras ser elegido con el uno en el draft de 2008.

El United Center se rinde a Derrick Rose tras el anuncio de la retirada de su camiseta.
David BanksUSA TODAY Sports via Reuters Con

No hay mayor orgullo para un jugador en la NBA que ver su número en el cielo del pabellón que defendió noche tras noche. El privilegio de ver su camiseta retirada para siempre por la franquicia por la que vivió no tiene parangón. Sensaciones que Derrick Rose sentirá y disfrutará tras la decisión de Chicago Bulls, el equipo que le eligió con el 1 en 2008, de retirar el dorsal 1 que defendió durante siete temporadas.

Es el quinto número que los de Illinois retiran tras el 4 de Jerry Sloan, el 10 de Bob Love, el 23 Michael Jordan y el 33 de Scottie Pippen. También están mencionados en el techo del United Center los entrenadores Phil Jackson y Johnny Kerr (que fue también directivo y locutor) y el mánager general Jerry Krause.

Rose fue una estrella del instituto que llevó a la Simeon Career Academy a conquistar dos títulos estatales consecutivos, algo que jamás había logrado una escuela de Illinois. En ese periodo de tiempo se fue a 120 victorias y 12 derrotas antes de dar el salto a los Tigers de la Universidad de Memphis. Estuvo allí durante una temporada en la que promedió casi 15 puntos, rozando también los 5 rebotes y las 5 asistencias. Lideró a su equipo a la Final Four y llegó a la final ante la Universidad de Kansas, pero no consiguió la victoria, logrando los Jayhawks su primer título en 20 años. Tras ello, se declaró elegible para el draft de la NBA. Todos los pronósticos le daban como número 1 del draft. Fue escogido por los Bulls, de su Chicago natal. Empezaba una historia que prometía magia y un cuento de inagotables páginas. O eso se pensaba entonces. No fue así, claro.

Años de promesas

Rose no tardó en despuntar: se hizo con el Rookie del Año en su primera temporada, en la que promedió 16,8 puntos y más de 6 asistencias. En su debut en playoffs, en el Garden, se fue a 36 tantos y 11 pases a canasta, aunque los Bulls perdieron en siete extenuantes partidos contra los Celtics. En su segunda temporada consiguió 20,8 puntos de promedio y accedió por primera vez al All Star. Los Bulls, con las mismas 41 victorias del año anterior, volvieron a perder en primera ronda contra los Cavaliers, donde LeBron James apuraba los últimos compases de su primera etapa en Ohio. En esa eliminatoria, Rose se fue a 26,8 puntos por noche. Se convirtió entonces en un jugador consolidado en la competición. El futuro era suyo. Y, tras ello, no hizo más que confirmarlo.

La 2010-11 fue una temporada histórica para Rose. La salida del banquillo de un tacaño como Vinnie del Negro y la llegada de Tom Thibodeau dio una nueva perspectiva a los Bulls, que accedieron a sus primeras finales de Conferencia desde la época de Michael Jordan y parecían dejar atrás su alargada sombra. Cayeron 4-1 ante los Heat (de LeBron, claro), pero fue la confirmación del genial base, que con 22 años y 191 días se convirtió en el MVP más joven de la historia de la NBA con promedios de 25 puntos, 4,1 rebotes y 7,7 asistencias. Los Bulls miraban al futuro con optimismo: tenían a una estrella llamada a ser generacional, un entrenador cada vez más consolidado y una intendencia (Carlos Boozer, Joakim Noah, Luol Deng...) perfecta para mostrar oposición a los Heat y optar al anillo en los siguientes años. Por fin parecía que recuperarían la gloria que perdieron con la salida de Jordan. Pero las cosas no siempre ocurren como uno desea.

La caída a los infiernos

Durante el primer partido de los playoffs de 2012, con los Bulls mandaron de 12 puntos en el marcador y con 1:22 para el final, Rose se lesionó el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda durante un salto. Fue el principio del fin: la franquicia de Chicago perdería a su referente para el resto de la fase final (cayeron 4-2 ante los Sixers al no recuperarse de tremendo golpe moral) y toda la temporada siguiente. Rose ya arrastraba problemas físicos y sólo disputó 37 partidos de 66 posibles ese curso (con lockout incluido). Jamás volvió a ser el mismo. Perdió su explosividad y su poder vertical en el regreso. Su sensibilidad en lo referente a las lesiones aumentó. Y nunca volvió a ser lo diferencial que era en una pista de baloncesto. Disputó 10 partidos en la 2013-14. Y aunque tuvo cierto resurgimiento los dos cursos anteriores (61 y 66 encuentros respectivamente), con Pau Gasol en la franquicia, los Bulls no volvieron a ser ni favoritos ni candidatos.

Rose salió de sus amados Bulls y de su Chicago natal en junio de 2016. A partir de ahí, se convirtió en carne de traspaso y pasó por Knicks, Cavaliers y Wolves antes de regresar a los Knicks, donde se reencontró con un viejo conocido como Tom Thibodeau. Siempre mantuvo sus cualidades anotadoras, pero su continuidad fue escasa debido a su maltrecho físico, castigado por años y años de lesiones. La gestión emocional que ha hecho de ello salió a la luz en su etapa en Minnesota: el 31 de octubre de 2018 anotó 50 puntos en el Target Center, en la victoria de los Wolves contra los Jazz. Se fue a 19 de 31 en tiros de campo, 4 de 7 en triples y 9 de 11 en tiros libres. Al terminar el partido fue abrazado por sus compañeros y no pudo contener las lágrimas. Era el tope de su carrera. Y también la demostración de que quedaba talento escondido en el pozo de esa otra cara del deporte que el base ha sufrido mucho más que cualquier otro.

Rose anunció su retirada camino de los 36 años y tras ser cortado por los Grizzlies, con los que disputó 24 partidos la temporada pasada. Se ha enfrentado a un sinfín de operaciones y ha amagado un par de veces con la retirada, algo por lo que finalmente se ha decidido. Sus últimas temporadas las ha pasado más alejado de los focos que en sus buenos tiempos, pero con la convicción de que la lucha que ha mantenido es tan loable como cualquier otra. Y que el tortuoso camino recorrido tiene un mérito enorme si tenemos en cuenta que pasó de ser el mejor jugador de la NBA, a un hombre de rol que estuvo hasta el final con el esfuerzo por bandera. Su físico ya era insostenible (no jugó más de 27 partidos en ninguna de sus tres últimas campañas), aunque todavía demostraba ramalazos de esa calidad que sabemos que tenía. Pero su historia ya está escrita. La del MVP más joven de la historia. La de un base superdotado sumergido en una concatenación insoportable de lesiones. La de una estrella que perdió su luz. Pero un hombre que fue una estrella, al fin y al cabo. Y de eso nadie se olvida.

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