Aldama vuelve a la tierra

Del cielo al suelo. Así es la temporada regular de la NBA, y así hay que ir navegando los partidos. Porque así fue para Memphis Grizzlies, que pasó de una victoria (apurada, eso sí) en pista de los Jazz a una derrota estrepitosa en Houston (128-108). Y así fue, desde luego, para Santi Aldama: de sus 27 puntos y 5 rebotes con 5 triples del estreno a un mal partido en Houston que acabó con solo 2 puntos, sin anotar en juego (0/2) y con, algo es algo, 5 rebotes y 3 asistencias. Como todo su equipo, Aldama sufrió contra el físico y la envergadura de los Rockets, que jugaron aguijoneados por su pésimo inicio contra los Hornets. Objetivo conseguido…

Aunque costó: en el descanso, las cosas parecían ir bien para los visitantes (59-65), borrados del mapa en un tercer cuarto (39-18) en el que encajaron un parcial de 13-0 y dejaron ir el partido. Su 53% antes en tiros antes del descanso cayó a un 20% en esos doce minutos en los que fueron arrollados por los Rockets, que tiraron mejor de tres (anotaron siete triples más) y reventaron el partido en el rebote: 64-43, 23-14 en capturas ofensivas. Apilaron 27 puntos definitivos en segundas oportunidades. Alperen Sengun capturó 5 rebotes de ataque y 15 totales y terminó además con 16 puntos. Para Jabari Smith Jr fue un 14+16 (6 de ataque), un esfuerzo definitivo al lado de los 22 puntos de Jalen Green y el tremendo trabajo defensivo de Tari Eason y Amen Thompson. En los Grizzlies, Ja Morant anotó 24 puntos en 24 minutos (con 2 asistencias, por 6 pérdidas, eso sí) y no jugó más porque su equipo ya no tenía opciones en el último cuarto y porque está entrando en ritmo, poco a poco, después de tener poca presencia en pista en pretemporada. Otra vez sin Jaren Jackson Jr, a los Grizzlies les faltó físico, volumen y rebote (algo en lo que JJJ no ayuda demasiado..). Zach Edey, que hizo lo que pudo, acabó con 13 puntos y 9 capturas, y Desmond Bane sumó 17 puntos en 16 tiros. Por ahora, un 1-1 poco convincente de unos Grizzlies obligados a dejar atrás su terrible temporada pasada (marcada por las lesiones) y a no desengancharse de un Oeste que redefine sus jerarquías a toda velocidad.

Los Warriors, a toda velocidad

Los Warriors son, a su manera, otro equipo que quiere dejar atrás sus malas vibraciones del curso pasado para no quedar fuera del baile en el Oeste. Por ahora, un éxito: han jugado dos partidos cómodos (Blazers, Jazz), y los han saldado así, con comodidad, +77 total después de un tremendo 86-127 en Salt Lake City, feudo de unos Jazz que no saben muy bien en qué punto de su reconstrucción están. O sí: en uno no muy prometedor. Su máximo asistente fue John Collins (cuatro) y el único jugador que pasó del 50% en tiros fue Walker Kessler… que anotó su único intento (2 puntos). Por lo demás, Lauri Markkanen (13 puntos) jugó muy incómodo por el plan, muy físico, de los Warriors para incomodarle con y sin la bola en las manos.

Los Warriors siguen con el nuevo plan de Steve Kerr, comprometido a rotar por ahora con doce jugadores, algo que era anatema para él en temporadas pasadas. Convencido por fin de que su equipo tiene más profundidad que súper estrellas, está probando otra fórmula aunque, eso sí, insiste con el quinteto gigante que ya le gustó la temporada pasada: Stephen Curry, Andrew Wiggins, Jonathan Kuminga, Draymond Green y Trayce Jackson-Davis. Es una unidad muy fuerte en defensa pero que se atasca en ataque, con muy poco tiro y pocos espacios para Curry, y con Kuminga otra vez, como la temporada pasada, sufriendo cuando tienen que hacer de alero y no de ala-pívot finalizador.

Pero estos Warriors son versátiles: ese quinteto gigante que comenzó atascado dio pronto paso a uno pequeño con Curry, Gary Payton II, Buddy Hield, Wiggins (de escolta a ala-pívot) y Green. Hield sigue iluminado (24 puntos en la primera parte, 27 en total con un 7/9 en triples), Kevon Looney parece rejuvenecido (9 puntos, 10 rebotes) y si se suma a Brandin Podziemski, Kyle Anderson y De’Anthony Melton, los Warriors son, en efecto, un equipo muy profundo y con planes de juego muy diferentes. Veremos contra competencia de más nivel.

Los Pelicans salvan los muebles

En el último partido de la noche en la Conferencia Oeste, los Pelicans ganaron sin ningún brillo (103-105) a los débiles Trail Blazers, un equipo que sigue muy lejos de nada que pueda parecerse a un futuro post Damian Lillard. Para los de Nueva Orleans, la victoria es importante. Mejor ganar en las noches tontas, las de malas sensaciones, para mantener el ritmo en el Oeste. Y fue, desde luego, una noche de muy malas sensaciones, sobre todo en la primera parte, en la que solo perdían por 10 puntos (47-37) por lo débiles que son los Blazers. Los visitantes se habían quedado en un 31% en tiros de campo y habían fallado casi la mitad de sus tiros libres (7/13). Y Zion Williamson, que no jugó el primer partido, parecía una sombra de sí mismo.

En la segunda parte, los Pelicans hicieron lo justo para ganar, incluida una canasta definitiva, un uno contra uno marca de la casa, de Brandon Ingram a falta de cuatro segundos y un tapón final de Zion Williamson, muy poderoso, en la acción en la que los Blazers buscaban la prórroga. Zion acabó con 4 tapones, 16 puntos, 11 rebotes y 7 asistencias. Ingram, con 21 puntos. Y Jordan Hawkins con 24 puntos, 5 rebotes y un fundamental 4/7 en triples. En los Blazers, al menos se compitió mejor que en la desastrosa primera noche, contra los Warriors. Chauncey Billups intentó que sus jugadores minimizaran errores y jugaran más controlados, sin tiros rápidos y con más juego en estático. Jerami Grant se benefició de ello (34 puntos) y Anfernee Simons sumó 24. Al menos, destacó la labor defensiva de los jóvenes: Toumani Camara, Donovan Clingan y un Scoot Henderson que, además, anotó 15 puntos y repartió 6 asistencias. Pequeños pasos para dejar atrás su decepcionante temporada rookie.

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