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Rudy Fernández y Sergio Rodríguez dialogan antes de una entrevista. Era septiembre de 2013, el inicio de una temporada en la que el Chacho fue el MVP de la Euroliga.

Premios AS 2024

Rudy y Chacho, el adiós de dos genios

La retirada de las dos leyendas del Real Madrid deja sin jugadores en activo a la primera Selección de baloncesto campeona del mundo.

Después de ganar tanto y de asistir con una mueca de admiración y mucha emoción a sus gestas, la mejor generación de la historia del baloncesto español ha abandonado para siempre las canchas. El adiós de Sergio Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1986) y Rudy Fernández (Palma de Mallorca, 1985) el pasado verano, tras sendas carreras de leyenda que avanzaron paralelamente e incluso fueron de la mano durante muchas temporadas, ha dejado sin representación en activo a aquella Selección española campeona del mundo, por primera vez, en Japón 2006. Sus conquistas son ya historia de la canasta y entregarles con honor el Premio AS Trayectoria, casi una obligación.

El goteo de despedidas ha sido incesante en los últimos años, pero resistían los jóvenes de aquel oro en Saitama. Coleaban. El pasado enero confirmó su retirada Marc Gasol, aunque su último partido había sido ocho meses antes. Así que los únicos que continuaban haciendo diabluras sobre la cancha eran Rudy y el Chacho, cada vez más cerca de los 40 años. Lejos de aquellos niños que fueron, de los que cambiaron el devenir de la semifinal del Mundial ante ­Argentina con su efervescencia; pero aún útiles, mucho, incluso decisivos en el Real Madrid.

Sergio Rodríguez, primero por la izquierda de la fila de abajo, y Rudy Fernández, el tercero en la fila de arriba, celebran el título mundial de 2006, el primero en la historia de la Selección, en el Saitama Super Arena japonés.
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Sergio Rodríguez, primero por la izquierda de la fila de abajo, y Rudy Fernández, el tercero en la fila de arriba, celebran el título mundial de 2006, el primero en la historia de la Selección, en el Saitama Super Arena japonés.

El alero confirmó su marcha por adelantado el 4 de abril, el día que cumplía 39 años y de forma algo espontánea. Así pudo recibir el homenaje de los aficionados y de la gente del baloncesto en cada cita que afrontó hasta el 2 de agosto: adiós en la Final Four de la Euroliga, en la ACB levantando la Liga, en los Juegos de París con su sexta presencia olímpica y su última actuación tras perder con Canadá, donde se rozó la proeza. Y pudo, igualmente, recibir una de las despedidas más emotivas y naturales, por no estar en absoluto preparada, de la historia de nuestro baloncesto. La leyenda de Rudy aún cabalga, titulamos en AS tras su soberbia demostración de talento que puso el 2-0 en la final liguera, ante el UCAM Murcia, para encarrilar el título con 14 puntos (8 en el último cuarto) en 14 minutos. La grada se puso en pie de manera instintiva a un minuto y medio de que sonara la bocina, en la que iba a ser su última presencia ante la hinchada madridista en el WiZink Center, y le tributó la mayor ovación que se recuerda por pasión y duración. Una que se alargó durante un cuarto de hora, varios minutos después de acabar el encuentro, que terminó con Rudy en el banquillo y entre lágrimas. No era el único que lloraba. A muchos aficionados les embargó la emoción con la misma intensidad, lo habían pasado tan bien con él en los últimos 13 años que se rompieron sobrecogidos por una mezcla de sensación de pérdida y agradecimiento. “Contigo cambiamos el rumbo. Gracias por tanto, Rudy”, se podía leer en una gran pancarta desplegada en el coliseo blanco.

Rudy Fernández celebra un triple con la camiseta de Portland Trail Blazers con Sergio Rodríguez al fondo.
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Rudy Fernández celebra un triple con la camiseta de Portland Trail Blazers con Sergio Rodríguez al fondo.ap

Y a su lado, Sergio Rodriguez, que se marchaba igualmente, aunque él lo llevaba por dentro, no había dicho nada. Se fue de manera sobria, levantando con timidez el trofeo de Liga junto con Rudy, casi sin quererlo, un 12 de junio, el día de su cumpleaños. Celebraba 38 y acababa de completar su última función. Una semana después oficializaba el adiós. Ha transcurrido casi medio año y los reconocimientos se suceden todavía, aquí y en el extranjero, como cuando el Olimpia Milán le incluyó en su Hall of Fame por haber devuelto la ilusión al club, por su magia y su talante, por ser como es. Driblar el cariño de la hinchada, de lo que la gente sintió al verle en acción en 20 años de carrera, iba a ser imposible, anunciara cuando anunciara su final.

“He vivido emociones que de niño parecían inalcanzables”

Sergio Rodríguez

Conexión personal

Que Sergio Rodríguez y Rudy Fernández digan adiós de manera simultánea y reciban a la vez este Premio AS es un guiño del destino, de un camino que comenzaron cada uno por su lado y concluyeron juntos, de la mano. Rudy, que nació 14 meses antes, debutó en la élite con el Joventut en un duelo frente al Madrid en 2002, tres días después de celebrar los 17 años. Y el Chacho lo hizo al día siguiente de su 18 cumpleaños, en su caso, con el Estudiantes ante el Barça en la final liguera de 2004. Unirían fuerzas por primera vez en la Selección, en el Eurobasket de 2005, y la romperían ante Argentina en el Saitama Super Arena en el Mundial del año siguiente. Su determinación, velocidad, frescura, calidad y acierto permitieron a España remontar para salir de una situación muy delicada. Triunfo agónico con lesión de Pau ­Gasol incluida y actuación colectiva apabullante en la final contra Grecia. Era el primer gran oro de la Selección absoluta masculina.

“La mejor decisión deportiva de mi vida fue juntarme con el Real Madrid”

Rudy Fernández

La NBA les aguardaba. En ese mismo verano de 2006, el Chacho aterrizó en Portland, tenía apenas 20 años, y en 2008 siguió sus pasos Rudy, a los Blazers también. Allí hicieron pareja y conectaron algunos de sus característicos alley-oops. Para cuando se volvieron a reunir en la Selección, en los Juegos de 2012 (Sergio estuvo cuatro veranos fuera de las convocatorias internacionales), América era pasado y afrontaban un nuevo desafío: devolverle la gloria al Madrid, recuperar el viejo trono de Europa, algo que consiguieron en 2015 espoleados por el Lasismo. “Son muchísimos años vestido con esta camiseta, con este escudo. Personalmente, la mejor decisión deportiva de mi vida fue juntarme con el Madrid y creo que el trabajo que he hecho todos estos años ha merecido la pena”, contó Rudy en su adiós, y añadía: Este club no solo cambió el rumbo de mi carrera, sino que cambió mi vida. Me lo ha dado todo y espero haber devuelto, al ­menos, una parte de lo que he recibido”.

“El final es un sueño, cinco títulos en dos años y una Euroliga histórica”

Sergio Rodríguez

Sergio deseaba retirarse “estando bien físicamente y ganando el último partido”. “Y la vida me ofreció ese regalo. El final de mi carrera es un sueño y más tras lograr en las dos últimas temporadas cinco títulos, entre ellos la histórica Euroliga de Kaunas. Un camino en el que se cumplieron sus anhelos de la infancia: “Hice realidad mis sueños de niño y viví las emociones que entonces imaginaba y que parecían inalcanzables. Me he divertido desde el primer minuto”.

“Espero haber devuelto, al menos, una parte de lo que he recibido”

Rudy Fernández

La retirada de ambos rompe la vieja guardia vikinga (se había ido antes Felipe Reyes; ya solo queda en acción Sergio Llull). Entre los dos agruparon 1.334 partidos y 43 títulos de blanco, aunque suman más en su carrera. Rudy ganó sus tres primeros trofeos con el Joventut y el Chacho, siete con el CSKA de Moscú y el Armani Milán entre su primera y última etapa merengue. En la ­Selección, la trayectoria de Sergio fue magnífica (154 internacionalidades y 7 medallas); la de Rudy, insuperable, en la cima de todo: 11 metales, seis de oro (dos Mundiales y cuatro Eurobasket), y 266 partidos, más que Navarro, Epi, Reyes… más que nadie. Dos genios que se van; nos lo dieron todo.

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