Rudy: “Podía haber seguido jugando otra temporada más”
“Me encontraba cómodo en el Real Madrid y la Selección, le cuenta el alero mallorquín a ‘Basket Europe’. Sin embargo, no tiene remordimientos por haberlo dejado cuando lo hizo.
Rudy Fernández anunció su retirada, por sorpresa, el 4 de abril de 2024. El día que, precisamente, cumplía 39 años y avanzaba hacia el cierre de su decimotercera temporada en el Real Madrid, que también fue la última. Después, se despidió en París 2024, haciendo historia en sus sextos Juegos Olímpicos, algo que no ha logrado ningún otro jugador en el baloncesto olímpico masculino.
El mallorquín se fue como una leyenda, uno de los mejores aleros de la historia del baloncesto europeo: 26 títulos con el Real Madrid, tres con el Joventut y once medallas con una Selección española en la que (también en categoría masculina) nadie ha jugado más partidos. De hecho, este será un verano extraño para él, sin convocatoria con España. Una cita a la que solo faltó una vez, en 2017. Su compromiso y su capacidad para entender cuál era su rol en cada momento de su carrera lo convirtieron en un excelente líder en el relevo generacional, el que sacó brillo al oro del Eurobasket 2022.
Ahora, Rudy asegura en entrevista para Basket Europe que podría haber jugado al menos otro año más: “Terminé la temporada con el Real Madrid muy bien. Entendía mi rol y estaba muy cómodo en el equipo. En la Selección, tenía más liderazgo. Podía haber seguido otro año, físicamente estaba bien y me sentía importante en los dos lados, con el Madrid y España”. Eso sí, no siente remordimientos por haberlo dejado cuando lo hizo: “Estoy tranquilo, no forcé nada. Sentía que mis hijos cada vez demandaban más cosas de mí, y quería dejar sitio a las nuevas generaciones, a las que iba a acabar quitando minutos. Y quería tener un buen cierre para mí carrera, y eso es lo que sentí en el último partido de los Juegos Olímpicos”.
En cuanto a la actualidad, el exjugador ha explicado cómo ve a las nuevas generaciones de jugadores en un tiempo en el que el imán de las universidades estadounidenses está transformando el proceso de las canteras en Europa y el ritmo del desarrollo de los jóvenes talentos: “Los jóvenes están ahora mejor preparados físicamente que antes. Yo siempre fui un jugador bastante físico, pero en mi época no había tantos así. Ahora, es normal. En cuanto a la personalidad de los jóvenes, no diría que hay más prisa por triunfar o llegar a la cima, pero sí es más difícil competir con las universidades americanas, que reclutan a los mejores jóvenes. Pagan bien, te permiten un desarrollo académico… Esto está marcando un antes y un después en el baloncesto de base. Yo empecé en el Joventut a los 16 años y seguí allí hasta los 21 o 22. Ahora, eso es muy poco común”.
Pero, eso sí, también ha dejado claro que hay una parte buena en el desembarco masivo de jugadores del Viejo Continente en el otro lado del Atlántico: “El juego individual no gana los títulos. En Europa lo sabemos todos, y en Estados Unidos ahora se están adaptando a eso. La cultura europea ha entrado en el baloncesto estadounidense. Cada vez hay más jugadores europeos allí, varios de los últimos MVP han sido de aquí. El juego en Europa es más táctico, se basa en el grupo, el colectivo”.
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