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FIBA

Garbajosa: “Europa es el motor del baloncesto en el mundo”

El presidente de FIBA Europa repasa en AS su primer año en el cargo, un tramo marcado por las negociaciones con Euroliga: “Soy optimista”.

Garbajosa: “Europa es el motor del baloncesto en el mundo”
DANI SANCHEZDiarioAS

Mañana se cumple un año de la elección de Jorge Garbajosa (Torrejón de Ardoz, 46 años) como presidente de FIBA Europa, un cargo trascendental, al más alto nivel, en los engranajes del baloncesto mundial y al que llegó después de siete años de gestión exitosa en la FEB. En su visita a AS, para hacer balance de estos intensos doce meses en su nuevo cargo, reconoce que la vida le ha cambiado bastante y que tiene la sensación de que pasa más tiempo dentro que fuera de los aviones que conectan Madrid con Múnich. Feliz por el cambio, asume que cada vez están más lejos sus años en las pistas porque hasta a su hija tiene que contarle que papá, el presidente de FIBA Europa, fue antes jugador de la NBA y, con la Selección española, campeón del mundo y de Europa, plata olímpica...

“Ha cambiado mucho la vida”, reconoce sin ocultar aquello de que sarna con gusto no pica: “Es un paso que di voluntariamente. El cuerpo me pedía cambiar. No recuerdo dos días seguidos sin coger un avión, pero es muy chulo porque tienes una visión más global. Hay cincuenta federaciones en Europa y son cincuenta realidades completamente diferentes. Tienes que intentar que todas, las más grandes y las más pequeñas, puedan ir avanzando y creciendo”.

Dice que tiene una visión global y desde luego parece la persona ideal para aterrizar un concepto que tenemos muy sobado pero que esconde una realidad compleja: ¿qué es en realidad el baloncesto europeo?

Pues para mí, y desde el máximo respeto al trabajo de otras regiones, es el motor principal del baloncesto en el mundo. África y Sudamérica, al margen por supuesto de la NBA, han tenido un crecimiento brutal en los últimos diez años. En Asia hay más competiciones, pero la tradición más grande de baloncesto la tiene Europa. En el último Mundial, seis de los ocho que llegaron a las rondas finales eran europeos, y eso que esta vez no estaban dos habituales como Francia y España. La final fue europea, el campeón fue europeo.

Da para presumir, claro.

Lo que pasa es que esa es la punta de la pirámide: Francia, España, Alemania, Grecia... Luego hay una realidad de países emergentes que te llena de ilusión: Finlandia o la República Checa, por ejemplo; y también federaciones que son pequeñitas pero que hacen un esfuerzo muy grande para que siga habiendo baloncesto en sitios donde no hay tantas facilidades: Gibraltar, Mónaco, Malta, San Marino... Ahí es donde FIBA Europa tiene que estar más presente. Si crecemos pero la diferencia entre grandes y pequeños, por llamarlos así, es cada vez más grande, nos estaremos equivocando. Lo que queremos es crecer en conjunto, cada uno con sus necesidades.

Acostumbrado ya a llevar traje y no ropa de deporte, ¿cómo le explicaría ahora al Jorge Garbajosa veinteañero lo que estaba por venir después de las pistas?

No tendría manera de explicarlo (risas). Pero ni al veinteañero ni justo cuando me retiro porque este no era el plan. Pero te metes, te subes en un tren que te lleva a un sitio donde coges otro... Al final, y obviamente al margen de mi familia, de lo que me doy cuenta es de que el baloncesto es mi vida. Me gusta estar cerca del baloncesto, sumar. Cogí una pelota con 14 años, tengo 46 y no la he soltado. Me apasiona. Lo que sí le diría a mi yo veinteañero es que sea consciente de que es un privilegiado. Ahora sigo haciendo lo que me gusta, pero con chaqueta en vez de con camiseta.

Hace un año tomó el mando de FIBA Europa, que tiene su propia forma de hacer las cosas, obviamente dentro de la estructura de FIBA.

Europa tiene una posición privilegiada en la FIBA. Nuestra opinión cuenta mucho, nos dicen que tenemos que tirar del carro, pero esto supone también mucha responsabilidad. Estamos muy orgullosos de los proyectos de desarrollo que financiamos en Europa: Her World, Her Rules enfocado al baloncesto femenino, Wilead también centrado en la mujer pero más en el área de gestión; iniciativas de cantera como Youth Development Fund... Tenemos el programa FIBA Plus, una especie de traje a medida para federaciones que necesitan asesoramiento para organizar competiciones, crear estatutos, programas de desarrollo de jóvenes... Todo eso a mí me hace mucha ilusión. Europa quiere crecer con los demás continentes, pero también asumir la responsabilidad de ser líder en baloncesto.

Lo peor habrá sido tener que enfrentarse en su área de influencia con los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza.

Cuando te cuentan situaciones como estas lo que te afecta y te importa más es lo personal, te cuesta dormir. Gente de Ucrania e Israel, gente de baloncesto sin entrar en otras cuestiones políticas, te cuenta la realidad que está viviendo. Lo que haces, aunque cuesta, es dejar al margen todo lo que está más allá del baloncesto y tomar decisiones. Que son muy complicadas, pero en las que ayuda seguir unos principios sencillos. Uno es la protección de los deportistas y todo el entorno de los equipos; otro es la protección de los aficionados y otro, la reputación de nuestras competiciones.

Y gestionar en unas condiciones muy complicadas.

Cuando llega el conflicto entre Israel y Palestina intentas quitarte toda la parte sensible, lo que tú puedas pensar de todo eso, y te limitas a pensar en cómo podemos hacer que nuestros clubes sigan jugando. Nuestros asesores hacen sus informes, intentamos buscar otros países, y ahí tengo que decir que me ha emocionado la solidaridad que ha habido. Pero no por ideas políticas, simplemente clubes hermanos, compañeros a los que se intenta ayudar. En algunos casos se ha podido salvar a los clubes, en otros no porque no se podía garantizar la seguridad. Lo que intentamos es ser asépticos, o lo más posible, en situaciones en las que es muy difícil serlo.

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DANI SANCHEZDiarioAS

Paulius Motiejunas, CEO de la Euroliga, hablaba hace unos días en AS de las negociaciones con FIBA y del interés por desatascar y avanzar. Hay problemas que siguen sin resolverse y ese supongo que seguirá siendo uno de sus principales caballos de batalla.

Es una situación complicada. No lo digo yo, lo dice el hecho de que llevamos 24 años así y no se ha solucionado. A día de hoy, hay voluntad de hacerlo. Pero cuando hablas de un conflicto de tantos años, hay tal maraña que tienes que ir desenredando cada uno de los hilos y es complicado, porque muchos están interconectados. Nosotros como FIBA, dentro de la flexibilidad necesaria en una negociación, tenemos clarísimo hacia dónde queremos ir. Y no solo a nivel europeo: a nivel mundial.

¿Hacia dónde?

Tenemos un sistema de competiciones que tiene la Champions League de Europa, la de América, la de Asia, la Basketball Africa League y una Intercontinental. Nuestro ecosistema es enorme. Después tenemos las selecciones nacionales y las ligas domésticas, que para nosotros son clave, la base de la pirámide del baloncesto profesional. Todo lo que no sea conectar todos estos estratos hace que se resienta el sistema. Lo que pretendemos es que las ligas domésticas tengan su espacio, la estructura de las competiciones en Europa sea mucho más sencilla y ambos niveles estén interconectados. Es tan sencillo como que al que lo hace bien le das un premio y si se hace mal, hay un castigo. Si no, la competición se resiente.

Y ahí entra la negociación con la Euroliga.

Si conseguimos unificar el segundo estrato de las competiciones europeas, conectarlo con las ligas nacionales y también con la Euroliga, habrá un salto cualitativo.

En ese segundo estrato están Champions y Eurocup, y ya ha habido rumores de unificación. Pero ¿cómo se llega a eso?

No es sencillo. Lo positivo es que la atmósfera ya no es de rencillas, seguimos reuniéndonos periódicamente. Ahora es una cuestión solo de proyecto. Yo soy optimista ahora que la Euroliga ha renovado a largo plazo a su CEO y a su presidente. Necesitamos que definan su proyecto, es complicado si una de las partes está en proceso de desarrollo de su proyecto individual. Y quiero insistir en el enfoque, en que tiene que haber un premio al que lo hace bien y un castigo al que lo hace mal. Mirad el caso del Girona en fútbol, que ha hecho una gran temporada y va a ir a la Champions. Eso es clave para ellos, y para otros que vean que trabajando pueden tener también un logro así. Y al contrario, nosotros en la FEB reconducimos los ascensos y descensos entre ACB y LEB Oro y las dos competiciones son mejores por ello. Si no tienes ese riesgo de bajar, llega un momento en el que se pierden la ambición y la inversión. La competición pierde valor. Necesitamos llegar a un aficionado que no forme parte de nuestro core y que se mueva por la pasión, los resultados. Y no vale usar la NBA como modelo porque la NBA es, en realidad, el sistema más abierto del mundo. Todos compiten en las mismas condiciones económicas y existe el draft para relanzar a los peores proyectos. En Europa no es así. O fomentamos la competitividad con nuestra visión y tradición, o perdemos valor.

En el otro modelo, la filosofía de fondo no es tan distinta, pero se habla de premiar a los proyectos con más estabilidad, que pasan por la segunda competición europea, siguen creciendo y se hacen hueco en la primera…

Yo no tengo nada en contra de la Euroliga, solo faltaría. Pero hay que ensamblarlo todo y ese es el reto que tenemos, analizar de forma global. ¿El Unicaja acaba de terminar líder de la fase regular de la Liga porque ha jugado en una competición con un modelo como el de la Champions? Pues solo por eso no, pero ha ayudado. Porque con una competición tan dura como la española, es complicado que sea sostenible estar en dos de mucho volumen de partidos. Hay que ensamblar todo, es una pirámide: Euroliga, segunda competición europea, ligas nacionales… Además, es que a veces se lo ponemos muy difícil al aficionado menos acérrimo para que entienda el sistema del baloncesto. Nosotros acabamos de aprobar en la Asamblea un cambio muy grande en la Euroliga femenina con una premisa: que cada partido cuente, sea importante. ¿Para qué vamos a jugar partidos que no tengan valor?

La Euroliga femenina es una competición que a nivel deportivo incluye a muchas de las mejores jugadoras del mundo, equipos de mucho nivel... Usted siempre ha hecho mucho hincapié como gestor en el desarrollo del baloncesto femenino.

El deporte femenino es un movimiento imparable, y el baloncesto está siendo líder. Lo hemos visto en España. El nivel de la Euroliga femenina a nivel de baloncesto es el mejor, ahora hay que dar el siguiente paso. Su mayor crecimiento es digital, y su principal consumidor es el mercado americano porque muchas de sus mejores jugadoras están en equipos europeos. El siguiente paso es ser más atractivo para las empresas y los inversores. Y el nuevo sistema de competición fomenta que desde octubre todos los partidos tengan mucho valor. También vamos a pasar de final a cuatro a final a seis porque queremos que más gente tenga la oportunidad de llegar a las últimas etapas. Eso va a ayudar a que más equipos tengan éxito, y ese éxito se puede usar para seguir promocionando, crecer... Estamos en un momento muy bonito.

Entonces, ¿hay posibilidad de que se cierre a corto plazo la unificación de Eurocup y Champions en una gran segunda competición europea?

Estamos en ello, pero es una negociación complicada en lo mollar. Son dos competiciones con sus pros y sus contras. El problema es que estamos ya a mitad de mayo, así que de cara a la temporada que viene no es imposible, pero sí difícil llegar a un acuerdo. Porque hay mucho más: están las ligas domésticas y las Ventanas de partidos internacionales. Al poco de llegar yo, conseguimos el acuerdo para que una Ventana y la Euroliga no se solaparan, y creo que es un éxito que está fuera de toda duda. Además, me hizo especial ilusión, igual de manera romántica, porque hicimos promociones cruzadas: Euroliga de las Ventanas y FIBA de Euroliga.

Desde luego, pareció un primer paso muy importante.

Hay jugadores que te ven y te dan las gracias porque para ellos son situaciones muy duras, y el aficionado lo recibió como un mensaje de unidad y colaboración. Eso es lo que hay que fomentar, y nuestra responsabilidad es llegar a un acuerdo.

¿Cómo le gustaría a FIBA Europa que fuera ese acuerdo?

A nosotros nos gustaría un acuerdo de veinte años. Eso es lo que buscamos. Tenemos un plan hasta 2031 y otro hasta 2041. Sabemos dónde queremos ir. En cuanto Euroliga defina su plan, tenemos que llegar a un acuerdo. Durante la Ventana de febrero, en los partidos de selecciones, se vendieron 170.000 entradas en pabellones europeos. Eso no es bueno solo para FIBA y las selecciones, es positivo para todo el baloncesto. Somos vasos comunicantes. Hay que dar un buen producto sin hacer elegir, ni al deportista ni al fan.

Ya con unos años de experiencia, ¿está plenamente satisfecho con ese modelo de las Ventanas?

Tengo un enorme respeto a las ligas nacionales, y creo que la Euroliga es una gran competición. Pero lo que atrae al fan menos habitual a ver nuestro deporte son las selecciones. Llegan a ese aficionado menos fiel que queremos que pase a ser fiel. También hay que pensar que igual un país como España organiza recurrentemente campeonatos internacionales y los aficionados pueden ver a sus equipos. Pero no hay que quedarse solo con España, Francia, Alemania, Grecia… en FIBA hay 212 federaciones. Cuando se implantan las Ventanas en 2015, muchos aficionados solo podían ver partidos amistosos de sus selecciones. Y había federaciones que tenían muchas dificultades para organizar un campeonato, por ejemplo, porque no lo habían hecho nunca. Ahora son capaces de organizar estos partidos internacionales de máximo nivel sin ningún problema. Es para estar orgulloso.

¿Qué opina de la aparición, que tampoco se ha concretado todavía, de Dubái como posible vía de expansión para la Euroliga?

Nunca me he escondido, y como concepto a mí no me puede gustar. ¿Me puede llegar a gustar? No lo sé, porque no sé qué implica. Nadie ha explicado qué significa Dubái en Euroliga. Qué supone a nivel de crecimiento, si es por una temporada o de manera definitiva, qué aportaría a la competición a nivel económico y de promoción… Como principio, no lo veo. Que luego vienen y me lo explican, pues podemos hablar. No he visto el proyecto Dubai. Como principio lógico, yo soy FIBA Europa y no estoy de acuerdo, y Asia seguro que tampoco porque nos estamos yendo de nuestro radio de acción. Pero insisto, si me lo explican y veo que Europa y Asia pueden beneficiarse de ello... Por ahora solo hay rumores. Más que estar en contra, no me cuadra.

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DANI SANCHEZDiarioAS

¿Qué rol cree que debería tener la NBA en el baloncesto europeo? Tanto Euroliga como FIBA hablan de negociaciones y contactos con la liga estadounidense, pero no de qué esperan de ella o cómo se podría materializar esa mayor participación.

Lo que puedo decir es que nuestra relación con la NBA es excepcional. El último Comité Ejecutivo de la FIBA se celebró durante el All-Star de Indianápolis, y todos los miembros estaban allí. En diciembre estuvimos en sus oficinas hablando de la participación de Estados Unidos en los Juegos de París, de la interacción con el proyecto NBA… Vamos de la mano y la relación es excelente, siempre lo ha sido. Estamos muy alineados y además el crecimiento global de la NBA también es una gran noticia para nosotros. Es una competición que tiene una capacidad de atracción excepcional. El niño que empieza a ver baloncesto por la NBA, es uno más que tenemos en nuestro círculo.

¿Es una posible fuente de tensión que cada vez se van más jugadores europeos, y lo hacen siendo además cada vez más jóvenes, a la NBA?

Es algo que preocupa, sí. Muchas federaciones vienen a pedirnos que las protejamos. Pero también dentro de Europa, porque hay muchos chicos y chicas que se mueven muy jóvenes, por ejemplo de Este a Oeste. Las posibilidades legales son limitadas, pero tenemos la obligación de intentar que alguien que pone mucho esfuerzo y medios en generar talento y trabajar con los niños, no tenga que dejarlo por presión económica o por desasosiego. Hay que proteger de manera legal y económica a las canteras. El salto a Estados Unidos tiene su lógica y sus cosas buenas, pero no puede ser tan masivo que afecte de forma negativa a nuestro producto.

Es que, además, ya no es solo la NBA. Ahora, incluso a nivel universitario los jugadores pueden cobrar por acuerdos económicos y de imagen.

Muchas veces son decisiones familiares. Están los estudios, los incentivos económicos… alguien que no sabe si va a llegar a profesional puede sacar así una carrera. A mí con catorce años también me surgió la posibilidad de ir a un instituto de Houston. No fui, pero era algo que llamaba mucho la atención. Tenemos que ver cómo conseguimos que Europa sea más atractiva para quedarse. Y ahí siempre recomiendo la apuesta por el jugador joven. Los clubes y los entrenadores tienen que atreverse, que sé que no siempre es fácil. La parte legal y financiera es nuestra responsabilidad, pero también invitaría a nuestros entrenadores a que den oportunidades a los chavales.

Mucha gente cree que empieza a ser excesivo el movimiento de jugadores nacionalizados, casi siempre estadounidenses, que compiten con selecciones europeas. Casi como un mercado de fichajes a nivel de selecciones.

Pero creo que estamos en un término medio virtuoso. Si permitieras seis nacionalizados en una selección, obviamente sería un problema. Pero mientras esté limitado a uno yo creo que está controlado. Pensad que hay diferentes realidades legales en cada país para que un jugador se nacionalice, no podemos hacer una ley para cada país, no tenemos esa competencia. Mientras se limite a un nacionalizado, que sé que se intentó en el pasado que pudiera haber más, creo que estamos en un buen término medio. No se pervierte la idea y da la oportunidad de crecer, dar un salto de calidad y tener también más capacidad de promoción a algunos países.

El problema puede estar en que no siempre se ve clara la vinculación del jugador con el país que le da un pasaporte que luego le ayuda a tener un mejor mercado en Europa.

Pero es que, ¿cómo se define esa vinculación? Hay jugadores que cogen el pasaporte y no tienen más compromiso con esa selección, pero otros la mantienen aunque no puedan jugar en un momento puntual. Yo ya dije, con el caso de Lorenzo Brown en España, que nunca había visto más amor que el suyo por jugar con una selección. Además sabíamos, asesorados por Sergio Scariolo, que era una pieza que encajaba perfectamente con lo que necesitábamos. ¿Qué supuso para España el éxito del Eurobasket en el que Lorenzo tuvo su parte de responsabilidad como uno más? ¿Cuánto ayudó para que el baloncesto español siga siendo referente, pueda seguir en sus niveles de inversión, por ejemplo, en baloncesto de formación? Seguramente el sistema no es perfecto, pero es una buena solución. Ahora, además, los jugadores que no se nacionalizan antes de los 16 años no pueden jugar hasta los 23, un acuerdo al que se ha llegado para evitar el mercadeo, que alguien vaya a un país menos desarrollado y vuelva con 17 chicos jóvenes.

¿Se plantean ampliar las medidas del campo como piden ya muchos entrenadores y jugadores profesionales por pura evolución física del juego?

Yo no estoy de acuerdo. Para un Mundial, por ejemplo, se podría debatir. Pero es que tendrías que hacerlo en todas las pistas, colegios y pabellones del mundo. No todo el mundo tiene los medios, a veces no hay espacio… A nivel profesional es cierto que se puede debatir. Físicamente, el baloncesto ha cambiado mucho. En el Mundial vi a pie de pista el Alemania-Australia y pensé que yo no podría haber jugado hoy en día. Pero qué es eso, ¿el 0,5% de todo el baloncesto que hay en el mundo? Hay otras cosas que sí creo que son más importantes para el futuro, como la pista de cristal con paneles LED.

Se usó en Madrid en el Mundial Femenino Sub-19, el pasado verano, y se acaba de usar en la Final Four de la Champions, en Belgrado.

Estoy orgulloso porque fuimos, en Madrid, los primeros en un torneo importante. Cuando lo haga todo el mundo, se recordará que esa fue la primera vez. Es que hasta les gusta más a los jugadores, porque es un poco más blando. Es algo nuevo que va a ayudar a vender mejor nuestro producto a los jóvenes.

Por último, Elisa Aguilar ya ha sido reelegida y ratificada como presidenta de la Federación Española. Supongo que mirará, como mínimo de reojo, lo que sucede en la que era su casa hasta el año pasado.

La FEB es mi casa y Elisa es mi amiga. Quiero que le vaya lo mejor posible por cariño a ella y a esa casa, y porque para FIBA Europa el baloncesto español es muy importante. Ha pasado por dos procesos electorales y no ha sido fácil, aunque sabíamos que era muy probable que saliera reelegida porque su proyecto tiene muy buena pinta. Lo que mi ilusiona es ahora, que ya puede ponerse en marcha con ese proyecto, ver qué empieza. Ver el proyecto Elisa.

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