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SURNE BILBAO BASKET

Francis Alonso, un malagueño muy de Bilbao

El escolta está encantado con su nuevo destino. Se fue a la aventura a Estados Unidos y trata de crecer en Miribilla.

Actualizado a
Francis Alonso, un malagueño muy de Bilbao
ACB MEDIA

Francisco Fernando Alonso Martínez se ríe cuando le vacilan con que dónde están sus ocho apellidos vascos. Como es un malagueño de pro, igual que Dani Rovira, el actor de la conocida película, y está en Euskadi, “alguna bromilla ya me ha caído”. En su caso, aterrizó con sus padres y en próximas fechas vendrá su novia. Málaga y Sevilla se lanzan piques parecidos a los de Bilbao y San Sebastián. “Tengo muchos amigos sevillanos a los que los quiero mucho, es verdad que existe rivalidad, pero por mi parte no incido en ella”, resuelve Francis, el escolta que ha fichado por el Bilbao Basket tras dejar su amado Unicaja.

Alonso está encantado en Euskadi. Eso sí, aún no se ha sumergido en el Cantábrico, donde las aguas se mantienen en unos agradables 22 grados. “Estuve en la costa con mis padres y fue más de paseo y cafelito, pero vamos que me atrevo sin problema”, precisa. “Me están tratando muy bien, estoy con ganas de empezar y seguir conociendo esta cultura”, desvela en Radio Bilbao sin desprenderse de su eterna sonrisa. “Intento mantener la positividad y ser alegre; no se sabe si eso vale para algo, pero trato a todas horas de ayudar a los demás”. Ya sabe algo en euskera: “Egun on (buenos días), kaixo (hola) y agur (adiós)”. Sus primeros pasos en la ciudad del Guggenheim le dejaron bastante perplejo: “Vine con mis padres, salíamos de soportar mucho sol y pensábamos que veníamos al fresco, pero resulta que había una ola de calor”. Además, disfrutó de la locura de las fiestas de la capital vizcaína, donde no hay ni una hora de tregua. “Me llevo la experiencia de vivirlas con mis padres, ahora tengo ganas de que venga mi novia y mostrarle lo que me han enseñado los compañeros”.

Francis no es un jugador al uso, alguien que crece en una cantera y se perpetúa hasta la retirada. A los 17 años, hizo la maleta y se fue a Estados Unidos. El solo. Para cinco años. “Necesitaba un reto, algo nuevo, para alguien que quiere llegar a un nivel profesional compaginar estudios y deporte es complicado. El último año en Unicaja había sido difícil para mí, con tres competiciones, más la selectividad”, detalla. En una acción fortuita sufrió un golpe en la cabeza de Tautvydas Sabonis, uno de los hijos de Arvydas, y permaneció varios meses sin poder jugar. “Veía que tenía que salir, no me arrepiento es la mejor experiencia que he vivido”, refresca. Eso sí, su llegada a Estados Unidos no fue un camino de rosas. Apenas sabía inglés “y lo pasé regular”, aunque “para una persona con esa edad, tener desparpajo ayuda a superar esos obstáculos”.

Primero pasó por el Instituto Cushing Academy. Luego se fue a la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro. Empezó a mostrarse como un consumado anotador y un tirador implacable. Siempre tuvo que soportar la etiqueta de ser un anotador, “pero no me pesa, esto es un juego y me divierte, me considero un chico muy ambicioso, siempre intento mejorar”. Un orgullo para una familia muy amante del baloncesto. De hecho, de niño tenía una canasta en la cocina, en una columna que había en medio de aquella estancia. Protagonizó más de un accidente doméstico con sus tiros “y alguna bronca me he llevado”, se sincera.

En Estados Unidos descubrió todos esos tópicos que se cuelan en las películas de baloncesto universitario norteamericano, es decir, el rey y la reina del baile de graduación y toda la parafernalia que rodea a esa ceremonia. “Eso es real, y otras cosas que no se ven en las películas”, se carcajea pícaramente. Más en serio, aclara que “allí el ambiente que rodea al baloncesto es muy diferente a la mentalidad europea, en la NBA o la liga universitaria la gente va a disfrutar, como aquí con una obra de teatro, da igual que el equipo pierda por 30, están igual de alegres”. Completó estudios de Business y Administración de Empresas. Cuando estaba allí, compartió piso con un canadiense y un holandés, Jordy Kuiper, ahora en el Valladolid. Es uno de sus mejores amigos y el culpable de convertir una de las habitaciones en una sala de cine. suele repasar la vida de Conor McGregor, luchador de artes marciales mixtas que empezó desde abajo hasta convertirse en multimillonario y estrella.

Sus hermanos también juegan a baloncesto. La hermana llegó a hacerse árbitra y su hermano trabaja como entrenador profesional en México. Porque su padre Paco es toda una institución Málaga. Fue jugador del Caja de Ronda, durante más de un lustro, en todas las categorías del baloncesto español, e incluso pasó dos años en Maristas. Al retirarse entrenó al equipo, lo dirigió en la ACB, en dos etapas y en un total de 14 duelos, hasta que en 2003 pasó a la cantera. En total, 35 años ligado al Unicaja. Intento siempre que me ayude, a veces ha sido difícil tener un padre entrenador, separar las dos facetas... pedirle en ocasiones que sea más padre que entrenador o viceversa, pero es gente que sabe del juego, como mi hermano, y hay que aprovecharlo”. Cuando Paco entrenaba, el crío le acompañaba y se quedaba con su hermano en una pista auxiliar. Una vez que acababa de trabajar el Unicaja, los míticos Berni Rodríguez y Carlos Cabezas echaban unas canastas con el chaval. Muchos veranos, su padre dirigía a jugadores de LEB Oro y cantera. Y Francis con 8 y 9 años trataba de meterse en esos grupos para aprender. “Lo que me enseñaron Carlos y Berni no tiene precio, fue un orgullo estar con ellos”. De hecho, el base le dejó su histórico dorsal 10 antes de que fuera retirado en el Carpena. En una familia tan deportista, también su madre reclama un hueco, como profesora de baile, una vida siempre ligada a la danza.

Francis se dejó coleta hace un par de años. “Estábamos confinados por la pandemia, durante dos meses en casa estaba aburrido y me dije: ¿qué hacemos?, pues me dejo coleta; en cuanto vino el verano, a cortar”. Y le fascina el cine: en el confinamiento se veía cuatro cinco películas diarias, ahora su media es de dos sin contar las series. A Francis le encantan todos los deportes. “Tenis, boxeo, pádel, fútbol... todo me vale, menos el ciclismo, que, eso sí, me viene bien para la siesta”. Desde pequeño sus hermanos le llevaron a ser seguidor del Barça, pero desapareció esa pasión cuando emigró a Estados Unidos, “ahora me gusta cualquier partido, me encantó el ambiente de San Mamés el otro día”. De hecho, está tan integrado que asistió al Athletic-Valencia (1-0) y “me pareció genial, porque ganamos”.

Para seguir avanzando en su carrera, el escolta malagueño ha tenido que superar varios reveses. En la temporada 2019-20 un positivo por COVID-19 le impidió acudir a la Fase Final de la Liga en Valencia. La 2020-21 fue muy buena y luego llegó la llamada de la selección española, con la que había acudido ya en categorías inferiores. En Bilbao se encuentra muy a gusto, aunque es una ciudad que tiene poco que ver en cuanto a paisaje y climatología con la capital de la Costa del Sol. “La pasión que se palpa con el baloncesto es única, no muchas ciudades tienen esa suerte de dar con una gente tan implicada”. Su lema en Miribilla es claro y directo: “Quiero ayudar a ganar, lo es todo para mí, como para cualquier equipo, club y ciudad, Bilbao tiene ese espíritu que tanto me encanta y me gustaría ayudar”. E insiste: “Mi misión es ganar y a nivel individual, recuperar sensaciones con el balón, ayudar a dirigir en algunos momentos como base”, ya que en su carrera ha estado a caballo entre uno-dos,

En el vestuario se ha encontrado con jugadores a los que conoce bien por haberse enfrentado muchas veces a ellos, como Hakanson, Rigo y Rabaseda. Con este último ha coincidido en la Selección. Y con Reyes, otro con un padre famoso en el baloncesto (el exjugador Miguel Ángel) lo hizo en el Oviedo de LEB, otro de sus equipos en España. También vistió los colores del Fuenlabrada, en donde estuvo cedido en 2019. “Es una suerte conocernos y tener buena química, nos ayudará para conectar en la pista”. De hecho, está sorprendido por la buena sintonía que hay desde tan temprano, y destaca de este Bilbao Basket “la capacidad de lectura, el juego ligero, dinámico, nos pasamos muy bien la pelota... y eso tiene que ver con la química y con conocernos”.

A Alonso también le da por la lectura, con temáticas específicas. Tras devorar ‘El Alquimista’ de Paulo Coelho, se ha entregado a otro tipo de libros. “Leo menos de lo que me gustaría, me encantan las biografías, historias reales que le hayan pasado a gente, por ejemplo, el libro de Agassi, sirve de motivación, por la manera de ver la vida que tiene”. Y en cuanto a la canción del verano, lanza no sin antes pensárselo un rato largo: “Ni Rosalía ni Quevedo, ‘Last Last’ de Burna Boy”.

Entrando en materia baloncestística, para el nuevo ‘hombre de negro’ no hay duda de quién es el mejor jugador que ha visto en su vida: “LeBron, porque tiene todo. Siempre se hablará de la rivalidad con Jordan, pero mantener el nivel durante 20 años no mucha gente lo puede hacer y parece que cada temporada va a mejor”. Sobre Doncic, aún pide más tiempo para su catalogación, “ojalá que siga así y se meta en esa conversación, es muy joven y puede pelear el trono a LeBron”. Por desgracia, no pudo medirse Luka cuando este se encontraba en España. “Iba a hacerlo en un Campeonato de España Júnior, en el que, por cierto, él no jugó mucho, pero por el golpe en la cabeza, no pudo ser>”.

El Bilbao Basket ha partido hacia Oporto para disputar el torneo de Paredes, ante el equipo luso (rival en la apertura de la pretemporada el día 27 en Laredo), Sheffield Sharks de Inglaterra y Budivelnyk Kiev. El vestuario se vio sobrecogido por la grave lesión de Goudelock el sábado. “Las lesiones nos frustran mucho mentalmente. Es muy duro y más, por tratarse de la pretemporada, cuando estás intentando conocer a todos, Drew estaba con ganas y motivación, es un tío muy duro, tiene confianza en sí mismo, de esta va a salir y seguro que pronto”. Destaca de su compañero que atesora “una capacidad innata para meterse en la zona y volverse con habilidad para un tiro”, así como una “gran lectura en penetración y pase... su carrera lo dice todo, es una pena su baja, ojalá que sea menos de la previsión inicial, no le deseo a nadie algo así, será difícil reemplazarle”.

A su nuevo entrenador, Ponsarnau, lo conoce de haber coincidido en la Selección Sub-21. La principal virtud del técnico de Tàrrega es que “conecta con el jugador”. “Es entrenador de jugadores, sabe cómo adaptarse y llevar a cada uno, el jugador lo nota”. También le hace ilusión jugar la Champions en Miribilla, “sé lo que conlleva en el calendario, lo duro que es, Bilbao necesita una doble competición para exponerse, este equipo está muy capacitado para tener una buena temporada y puede protagonizar una sorpresa”. Por último, se aventura a dar un posible ganador del actual Eurobasket. “Primero España”, se arroja dejando hablar al corazón, para luego dar el dictamen de la cabeza: “Entre Eslovenia o Grecia estará”.