Fiba ec | 1ª Jornada segunda fase
Europa como terapia
El Bilbao Basket, dubitativo en la ACB, vuelve a encontrar consuelo en la FIBA EC con un De Ridder fantástico ante el combativo Cholet.
Es una obviedad. Las victorias lo curan todo. Un equipo que anda pesaroso, metido en una espiral preocupante que se ha comido toda la ventaja que tenía sobre le descenso en ACB, muda su rostro cuando saca un partido que tiene algún peso clasificatorio. No hay más que ver las caras. Ponsarnau andaba con gesto preocupado. A la conclusión del triunfo en el segundo compromiso de la segunda fase de la Europe Cup ante el Cholet hizo la rutinaria valoración en inglés y a continuación, ya en castellano, bromeó: “Estoy satisfecho, muy happy, como decía antes". Europa sigue siendo un territorio amigo para un Bilbao Basket imbatible, tan rocoso en el Viejo Continente como quebradizo en España.
La Ventana FIBA fue una faena con la estampida de casi toda la plantilla, y los viajes por el continente en la Europe Cup están pasando factura en lo físico a la hora de encarar la ACB, pero bienvenido sea el desgaste con triunfos como éste, con una buena noticia para que todos encuentren en ella un punto de inflexión. Empezando por De Ridder, que estaba bloqueado y en nada se parecía al coloso de este año y medio en Miribilla. Sacó el látigo e impulsó al equipo a anotarse el triunfo ante el líder de la liga francesa, un enemigo que asusta con una tarjeta de visita de una sola derrota este año, en su país, a mediados de octubre, porque en la EC también estaba invicto. Once partidos sin caer acumulaban. Los ‘hombres de negro’ llevaron el choque de cara en todo instante y se puede decir que no vieron peligrar el triunfo, tal vez en el suspiro final, a 12 segundos para acabar, cuando falló un triple clave Smith. Ahí sí surgió el vértigo habitual a perder.
Los cuartos de final están más cerca porque este pulso era clave y se van con un buen average: +7. Diez de diez este año, la ruta perfecta. Una racha a la que se suma la victoria en el último partido de la temporada anterior frente al Ninners Chemnitz alemán para dar a los del Ponsarnau el récord de triunfos seguidos en Europa. La serie positiva más larga de los ‘hombres de negro’ se remonta a la Eurocup 2009-10 y la inició después de caer en la ida de la previa en la pista del Donetsk. Tres semanas más tarde el cuadro bilbaíno ganó al equipo ucraniano en el Bizkaia Arena y posteriormente superó por este orden a Charleroi (visitante), Spartak San Petersburgo (local), Turk Telekom (v y l), Charleroi (l), Spartak (v), Benetton (v), Panellinios (l) y Brose Basket (v y l). El equipo dirigido por Fotis Katsikaris rompió la racha en la visita al BEC del Benetton Treviso, una derrota que no le privó del pase a cuartos de final y posteriormente a la Final a Cuatro que se disputó en el Buesa Arena de Vitoria. Ahora es líder y el único invicto del Grupo L, el ‘de la muerte’ entre los cuatro de la segunda fase del torneo.
Si se trataba de dar pasos adelante, de que sumaran a la causa hombres que están con la confianza por los suelos, se logró. Hubo mucha implicación de casi todos en esta velada para la redención. El equipo no está muerto, ni mucho menos, aunque sigue habiendo jugadores lejos de su mejor nivel. Esta vez el que se quedó fuera es Gielo. Ya se sabe que Hlinason es un valor seguro, está en un momento fantástico. Los norteamericanos están en entredicho y mostraron sus ganas por agradar y que las aguas volvieran a su cauce, especialmente un Jones muy activo a ambos lados de la pista.
El Cholet es un equipo veloz, que monta la transición a la mínima. Y muy físico, te come los espacios, de aquí que Ponsarnau destaque eso de que hay que correr y moverse mucho para que no te encuentren “o cuando lo hagan, ya estés en otro sitio”. Su entrenador, Fabrice Lefrançois, es puro nervio, un tipo muy gesticulante al que tuvieron que calmar los árbitros con una técnica. Luego en sala de prensa se mostró más elegante e irónico.
Vautier y los exteriores Ndow y Ayayi llevaron el peso de la anotación. El primero sabe postear, ese viejo oficio ya en desuso. La Casilla ha dejado paso a Miribilla, bueno, a medio Miribilla, ya que la grada superior luce unas lonas para hacer el recinto más recogido y ruidoso. Y se consigue el efecto. Arrancó mejor el Cholet (16-21, tras una canasta de De Sousa) en un primer cuarto a tirones con el Bilbao respondiendo hasta dos veces para acabar los diez primeros minutos por delante y sin acusar el buen inicio de Ndow (10 puntos sin fallo).
Hicieron un par de amagos los ‘hombres de negro’ en el segundo cuarto pero hasta el descanso prevaleció la igualdad y fue un triple casi al final de Domínguez lo que dio ventaja a los locales de cara a la segunda mitad (49-48).
Antes, el Cholet remontó con un 0-6 con cuatro puntos de un Vautier que abrió también el marcador del tercer acto. Recuperó el Bilbao Basket la iniciativa apoyado en Hlinason y De Ridder (60-54), pero los franceses regresaron de nuevo para volver a remontar (65-66). Los tiros libres estaban siendo un lastre para los locales (frente a ello, el Cholet no erró ni uno en los 17 que lanzó), aunque en cuanto empezaron a meter de fuera, todo les resultó más sencillo. Los visitantes respondían a cada intento de escapada vasca, hacían la goma sin acabar de claudicar.
El Surne logró su mejor parcial hasta entonces en el partido, un 8-0 con triples de Kullamae y Domínguez, que abrió un hueco importante en el electrónico de siete puntos cara al último acto (73-66). Tampoco le valió ese nuevo intento de fuga, ya que Vautier recortó distancias rápido (76-75) y devolvió a una dinámica de máximo equilibrio. Una igualdad que parecía romperse con el 88-80 con el que se adelantaron los de Ponsarnau a 2:35 del final, la máxima diferencia. Las pérdidas de los franceses y el rebote ofensivo ¡al fin! del Bilbao Basket fue decantando la noche. Hubo un par de situaciones de atolondramiento, con Domínguez en la esquina solo, listo para tirar sin que le vieran, pero esta vez se minimizaron daños. En esta ocasión sí había hambre por cada balón, como en un contraataque en el que casi se va por línea lateral Rahkman, pero supo tocar la bola antes de eso con la fortuna o deseo suficiente para que golpeara en un rival y a este le imputasen la fuera.
El Cholet no había dicho su última palabra, llegó al a 91-88 a 28 segundos del final, pero en medio de un monumental caos el conjunto bilbaíno se hizo con el choque y con una ventaja jugosa de +7 ante lo igualado se está siendo un Grupo L que, eso sí, lidera invicto y con mano firme. El oasis europeo sirve para restañar las heridas domésticas.
Ponsarnau, muy satisfecho
Jaume Ponsarnau acabó “muy satisfecho” con la victoria, sobre todo porque su equipo “ha tenido una muy buena mentalidad”. “Este modelo de partido es el que debemos de seguir a partir de ahora, con muchos jugadores que aporten energía. Todo el mundo ha sumado, se ha sentido implicado y tenía ganas de hacerlo bien delante de nuestra gente. Estoy muy satisfecho”, incidió el técnico de Tàrrega.
Recalcó la dificultad que entrañaba este encuentro contra el líder de la liga francesa que llegaba a Bilbao invicto en Europa. “Solo saben ganar y lo consiguen a partir de mucha fuerza, energía y compromiso. Nos ha costado defenderles en la primera parte, pero al final hemos estado incluso mejor en esa fuerza y energía”, se felicitó.