Euroliga | Madrid 77 - Panathinaikos 87

Las razones del mal inicio del Madrid

El equipo blanco está en la misma situación que hace un año (5-6) en Euroliga. La derrota ante el PAO confirma los malos síntomas detectados en el inicio de temporada.

El base del Real Madrid Facundo Campazzo, durante el partido de la fase regular de la Euroliga de baloncesto que Real Madrid y Panathinaikos disputan este jueves en el Movistar Arena.
Fernando Faucha
Nacido en Madrid en 1987. Licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Entró en AS en 2010 en la sección de fútbol. En 2014 pasó a formar parte de AStv, en donde ejerció como redactor y montador. Ya en 2018 recaló en su actual ubicación, la sección de baloncesto, donde escribe de ACB, Euroliga, NBA, Selección española...
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El Real Madrid hizo una profunda renovación en la sección de baloncesto este verano. Desde los despachos hasta el vestuario, pasando por el banquillo. Que el equipo necesitaba reforzarse en varias posiciones parecía evidente después de una temporada en la que se acabó ganando la Liga Endesa con un nivel prácticamente sobresaliente, sí, pero ese nivel solo se alcanzó cuando quedó eliminado de la Euroliga. Es decir, el ritmo de combinar las dos competiciones a la vez pasó factura. Una vez liberados de la exigencia que supone la competición europea, la plantilla dio lo mejor de sí misma, que es mucho. Pero el objetivo de este club no podía ser el de sobrevivir durante siete meses para clasificarse para el playoff de la Euroliga sobre la bocina, no jugar la Final Four y, entonces sí, arrasar en España. De ahí los refuerzos.

Además, se apostó por un cambio de entrenador. Chus Mateo acababa contrato y no se le ofreció la renovación. Un técnico cuestionado en muchos momentos por la afición, pero que siempre tuvo el respeto y la confianza de los jugadores y que ganó seis títulos en tres años. Consiguió en gran medida mantener intacto el gigante legado de Pablo Laso. Llegó Sergio Scariolo en su lugar. El italiano volvía al club más de dos décadas después y tras un paso triunfal, histórico, por la Selección española. El club juntaba a un técnico de prestigio absoluto con una plantilla mucho más completa que la de la temporada pasada. La cosa pintaba bien en pretemporada, pero después de un mes y medio de competición, las dudas sobre el techo del proyecto no se acaban de disipar. El Madrid tiene el mismo récord en la Euroliga que el año pasado a estas alturas (5-6) y la derrota de ayer ante el Panathinaikos, la primera del curso en casa, ha sido un golpe duro para la credibilidad de la plantilla como verdadera aspirante al título continental y ha reforzado las dudas sobre algunos aspectos que claramente han de mejorar.

Desconexiones temporales

Si algo está representando al Madrid de Scariolo en este inicio de temporada son las desconexiones del equipo en casi todos los partidos. Ayer, contra el Panathinaikos, fue en la primera parte. Otros días, los más, ha sido en la segunda, dejándose remontar partidos que dominaba antes del descanso (Maccabi, Baskonia, Estrella Roja, Bayern...). Han sido muy pocos los encuentros en los que se haya visto al equipo blanco dominar de principio a fin, sin grandes altibajos en el juego. Anoche Scariolo apuntaba al cansancio de varios jugadores. El calendario europeo es cada año más exigente y el italiano está siendo escrupuloso con su plan de rotaciones, intentando que los pesos pesados (especialmente Tavares y Campazzo, con 33 y 34 años cada uno) lleguen frescos a los tramos de la temporada en los que se juegan los títulos. Algo que no ocurrió el año pasado y que fue un problema para el equipo tanto en la Copa del Rey como en la Euroliga. Pero esas rotaciones continuas y las diferencias tácticas respecto al año pasada hacen que al equipo le esté costando arrancar. Y que, cuando lo hace, no lo pueda mantener en el tiempo durante muchos minutos seguidos.

El jeroglífico Campazzo-Maledon

Facundo Campazzo es, junto a Tavares, el jugador más importante del equipo. Y Theo Maledon, el gran fichaje del verano (con permiso de Trey Lyles). Y la Euroliga, desde hace tiempo, se gana con jugadores que marquen la diferencia en el juego exterior. Con bajitos de máxima calidad capaces de hacer funcionar el juego del equipo y de ser una amenaza constante en la anotación. Así que, en principio, tener a estos dos jugadores en la plantilla debería ser un plus. Pero hasta ahora Scariolo no ha dado con la tecla para que las capacidades de uno y otro se multipliquen en pista. Hay buenos tramos de Campazzo, lo mismo de que Maledon, pero raramente esos ratos coinciden en el tiempo. Quizá porque los dos jugadores sean muy parecidos. Demasiado. Dos manejadores que necesitan tener el balón en las manos mucho tiempo, ser ellos los que ordenen siempre las jugadas, para ser determinantes. Andrés Feliz, en cambio, puede actuar más como finalizador si la situación lo requiere. Puede llegar a brillar sin tener que botar todo el tiempo. Pero el argentino y el francés no. Y eso es un problema mientras no se resuelva, porque el Madrid necesita la mejor versión de los dos a la vez para ponerse a la altura de los grandes de Europa.

Quebradero de cabeza con los triples

El Madrid lleva años buscando un triplista. Concretamente desde que se marchó Jaycee Carroll. Su ausencia se ha ido tapando con parches, con jugadores de talento y de mucha capacidad anotadora (Mario Hezonja, Dzanan Musa...) pero que no son especialistas puros en la materia. Este año ha llegado David Kramer, que venía de promediar en La Laguna Tenerife un 47,2% desde el perímetro en Champions League y un 37,8% en Liga Endesa. En lo que va de Euroliga ha jugado en 7 de los 11 partidos y su porcentaje de triples es del 31,2%, una cifra bajísima para el supuesto triplista de cualquier equipo. Por encima del 40% solo están Chuma Okeke, con un impresionante 51,6%, y Alberto Abalde, un 46,7%. Dos jugadores que, por cierto, no suelen estar en pista en los momentos decisivos de los partidos. Mientras tanto el equipo en su conjunto está lanzando un triple menos por partido que el año pasado (26,5 por 27,5) con un acierto bastante similar (33,3% por 33,6% el curso anterior), lo que le deja en el puesto 15 de 20 en porcentaje de triples, muy lejos de los mejores de la competición.

El factor Hezonja

Por talento y por contrato, Mario Hezonja tiene que ser uno de los líderes del equipo. El croata ha demostrado en sobradas ocasiones en las dos temporadas que lleva en Madrid que es un jugador especial, diferente, uno de los grandes aleros/ala-pívots de la Euroliga. Pero ahora mismo parece haber perdido la inspiración. La marcha de Yabusele por sorpresa hace poco más de un año supuso un problema en cuanto a la configuración de la plantilla, pero Hezonja supo aprovechar el hueco libre para hacerse fuerte en la posición de ala-pívot. En ataque ganaba por rapidez de movimientos a sus defensores, mientras que atrás sus kilos le permitían defender de tú a tú a jugadores más grandes pero menos explosivos. Además, cuando estaba concentrado era una máquina de cerrar el rebote defensivo. Pero la llegada de Okeke y, sobre todo, la de Trey Lyles, le están haciendo jugar mucho más de tres. Algo que, por otra parte, el mismo ha reclamado en varias ocasiones. Y ahí sus virtudes se están evaporando. Con jugadores más pequeños y rápidos ya no es tan efectivo en defensa. Está más alejado del aro propio, con lo que sus números en rebotes defensivos se resienten (de 4,8 a 2,9). Y en ataque juega más lejos del aro y con el balón en las manos más tiempo, lo que suele acabar en su caso en tiros más forzados y difíciles. Si el año pasado promediaba 61% en tiros de 2, 31% en triples y 81% en tiros libres, esta temporada está en 50%, 25% y 72%.

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