El Fuenlabrada recobra el sabor de la victoria

El 5 noviembre de 2022 ocurrió un acontecimiento que puede tildarse de extraordinario. El Fuenlabrada ganaba un partido de baloncesto. El Fernando Martín ha vivido muchas de esas en su historia, pero a partir de ahí, de esa cita ante el Manresa, el equipo esquivó cualquier alegría. Más de cinco meses después y tras 19 jornadas, el colista de la ACB ha vuelto a saborear lo que es levantar los brazos en la competición. Lleva un año con tres entrenadores, un montón de jugadores y la sensación de que la LEB llama a su puerta. Pero ha podido darse el gustazo y recibir una bocanada de aire fresco. A alguien le tenía que tocar el sonrojo de ser víctima de este grupo arrojado al olvido. Y ese deshonor ha recaído en manos del Bilbao Basket, que en una semana ha pasado de la victoria épica ante el Barça, es decir de caminar por el celo, y a despeñarse por el infierno en un partido infame. Él fue precisamente el que abrió la serie negativa de los madrileños en noviembre y el que ahora la cierra.

El calvario del Fuenla parecía no tener fin. Necesitaban una señal para salir del subsuelo. Las pérdidas y los fallos en los tiros libres de los visitantes ya les pusieron en la pista de algo grande. Estos dejaron a los locales meterse en ritmo de partido y aquello acabó en humillación. El tercer acto fue penoso. Sin convicción ni energía, en esta Liga no se gana ni al colista. Aunque trataron de apretar al inicio y maquillaron el tanteo al final, los fuenlabreños no se descompusieron como otras muchas tardes. Solo Reyes, y en menor medida Sulejmanovic, se salvaron de la quema en el cuadro vasco. Un triple del alero cacereño suyo supuso el 21-28 en el inicio de la segunda manga. En ese momento delicado apareció, providencial, Marc García. Inspirado de cara al aro, anotó de forma consecutiva 10 de los primeros 12 puntos de los suyos entre el minuto 10 y el 20.

Ese balón de oxígeno permitió al Fuenla tener al rival a tiro. Al descanso todo estaba como había arrancado, por el empate a 39. Los ‘hombres de negro’ se planteaban que a poco que pusieran cierto orden, ideas claras, dureza y jerarquía, caería la derrota 20 seguida para el rival. Y acostumbrado a padecer de lo lindo, las tablas eran una heroicidad para el Carplus. Éste sobrevivía con el tiro libre (11 de sus 39 puntos en el intermedio llegaron desde esa línea) y el brazo ejecutor de Pinder, su referencia ofensiva, que recibió el alta horas antes del balón al aire.

Conscientes de la oportunidad que tenían ante sí, los de casa volvieron al parqué de los vestuarios repletos de agresividad y confianza. Lo contrario que un Surne indolente y errático. Un 18-6 le mandó a la lona. Ni Radicevic ni Hakanson, de vuelta tras dos partidos de baja, dieron con la dirección adecuada. Cinco puntos en siete minutos y 10 en todo el cuarto. Ese punto más de agresividad local desmontó a un visitante tibio, que llegó al ecuador del tercer cuarto con 7 de desventaja tras un ‘alley-oop’ de Noguama y Eyenga, de los que hacía mucho que no se veían en la localidad madrileña. Siguió martilleando el anfitrión, deseoso de engordar una ventaja que se fue hasta los 18 de ventaja (67-49) gracias a un parcial de 28-10. El público, que empezó lógicamente frío, se frotaba los ojos al ver aquello. El bloqueo ofensivo de los ‘hombres de negro’ era de época. Cualquier atisbo de remontada lo exterminó el Fuenlabrada, que se dio un homenaje al final. Hubo una labor de maquillaje por parte vasca, eso sí, hasta el 77-71. Reyes emitió señales de orgullo. El colista vuelve a sonreír, hasta piensa en acabar el año dignamente, mientras los bilbaínos se olvidan del playoff y piensan en si la Champions aún les querrá reservar un billete.