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BILBAO BASKET

Rousselle: “Es una suerte haber vivido este viaje”

Emotiva despedida del Bilbao Basket al excapitán después de tres años intensos, en los que ha vivido de todo. Se vuelve a su país y jugará en el Dijon.

Rousselle, con el cartelón de agradecimiento

Hay jugadores que dejan huella en los sitios por los que pasan. Por ser un prodigio en su especialidad o por su calidad humana. En el caso de Jonathan Rousselle, hablamos de un buen base, sin llegar a la excelencia de otros en su posición. Pero el eco que deja como persona va a ser difícil de igualar a corto plazo en el Bilbao Basket. Un tipo profesional hasta la médula, que siempre ha puesto el bien del grupo por encima del suyo y que se ha dejado la vida por enganchar el vestuario con la grada. Alguien muy cercano. “Vamos a anunciar algo que va a causar una gran sorpresa”, ha arrancado con ese sentido del humor fino que tiene el capitán del Surne en el acto de despedida de hoy en Miribilla, por delante de un cartelón gigante dándole las gracias por su legado inolvidable. “No soy una estrella, pero hacemos una rueda de prensa para despedirme, eso dice mucho de este club”, se enternece.

Acompañado por la presidenta, Isabel Iturbe, y el director deportivo, Rafa Pueyo, no ha salpicado ninguna lágrima en una ceremonia que era festiva, de gratitud, porque Jo no concibe un colofón de tristeza a una etapa que se lleva como un recuerdo imborrable. “Han sido tres años inolvidables para mí y mi familia, mi mujer y mis dos hijos. Es difícil poner en palabras lo que ha pasado”, ha asegurado en un discurso tan profundo como espontáneo y emotivo. Se ha remontado incluso a sus tiempos de niño. ”Al inicio, el objetivo era jugar mejor que mis dos hermanos mayores. Esto lo he conseguido. Luego quería llevar mi baloncesto a un buen nivel, también puedo decir que lo he logrado, y ser profesional en Francia. Era un sueño”. Poco a poco ha ido superando todos los retos que se fijó, y llegó el último paso. “Lo que casi no me puedo creer es que he podido competir fuera de mi país, encima en España. No sé cómo ha pasado, pero estoy aquí despidiéndome después de tres años, es algo real. Doy las gracias a todo el mundo, no quiero ir nombrando a la gente porque me voy a olvidar de muchos”, iba desgranando mientras abarcaba con los ojos su última mirada a una sala que es como su tercera casa. Finalmente sí entró en detalles, su familia, los fisios, el eterno Txipi (el delegado)... Salgado, el base histórico del club y ayudante estos últimos años, estaba presente. “Es una suerte haber vivido esta experiencia, este viaje”, ha resumido.

La presidenta Iturbe ha sido muy directa en este adiós tan especial: “Jo siempre será uno de los nuestros, uno de los dos capitanes, un ejemplo de valores, desde el primer día se integró perfectamente. de él puedo destacar su cercanía con la afición y su compañerismo. Deportivamente ha sido una pieza clave para lograr los objetivos marcados. Tenemos que agradecer su compromiso”. Pueyo ha completado el homenaje: “Se va un ‘hombre de negro’ con mayúsculas, un buen jugador, y un excelente compañero y persona. Siempre ha pensado en el colectivo antes que en sí mismo. Es un día triste porque se va alguien muy querido, será el mejor embajador en Francis del Bilbao Basket, mucha suerte en el Dijon”.

El base de Seclin deja atrás 84 partidos en la ACB y 627 puntos anotados, muchos con ese peculiar estilo como si fuera un arquero, dando mucha parábola al tiro. Lo suyo no ha sido limitarse a entrenar y jugar, cobrar un sueldo y pasar inadvertido. Se ha integrado en el pálpito de la ciudad como un bilbaíno más. El Jo de 2019 y este que se vuelve a su país no son el mismo. ”Hablo castellano, alcanzas la mejor liga de Europa, sales de tu zona de confort, me voy siendo mejor persona y mejor padre”, lanza como cierre a un capítulo precioso en su vida. No se dio ninguna opción de una posible continuidad. Ahora Hakanson va a bajar al ‘uno’ y se intenta renovar a Luz, aunque parece complicado. “Estaba claro que esto era un fin de ciclo; y con la marcha de Álex (Mumbrú), más. No ha sido mi mejor temporada. Es ley de vida y del deporte. Si no estás a tu mejor nivel... El club tiene que contar con los mejores jugadores”. Mucha honestidad en un discurso que ha mantenido desde su llegada, tras el ascenso. Además, el propio Rousselle se resistía a vestir otra camiseta en ACB diferente a la negra: “Lo que más quería era quedarme, pero una cosa es lo que deseas y otra, la realidad del mercado. Me gustaba identificarme solo con esta camiseta en la ACB y pensé que no iba a ir a otro sitio”.

Rousselle ha acabado con un repaso a estas tres temporadas, saldadas con una clasificación para la Copa y el playoff, una salvación milagrosa y otro curso glorioso en el que se rozó la zona noble. “Hemos estado a una bandeja de acabar octavos”, ha recordado en alusión a la jugada que protagonizó Luz ante el Betis en el final de la fase regular. No titubeó al señalar su momento más dichoso como hombre de negro, el año de su estreno en España, cuando el equipo se metió en la Copa ganando al Barça en el Palau. “Era increíble. Me acuerdo de todo perfectamente”. Tanta felicidad ha enterrado el momento amargo de la lesión, al final del curso pasado cuando el club se jugaba la vida en plena pandemia. ”Era la primera de mi carrera, es muy duro para un jugador no poder ayudar a los compañeros”.

Se va otro fan del Bilbao Basket, que ve el horizonte inmediato con esperanza en Miribilla, aunque toca empezar de cero con un nuevo técnico y unos ocho-nueve fichajes. “El club está en buenas manos. No tengo miedo. Saben cómo hacer las cosas con poco dinero. Ahora es un momento clave, pero confío en el club al cien por cien”. Para cerrar el acto, otro toque de ironía con su aterrizaje en el Dijon, la ciudad de la mostaza: “Es un contrato de cinco millones...”. Un tipo inolvidable, socarrón como él solo. “Tengo que ser inteligente, ya son 32 años, tengo dos hijos y debo pensar en ellos”.