La final de la Minicopa se trasladó al campo grande, al de los mayores, al Palacio de Deportes de Granada, donde horas después tocaba Clásico. Buen baloncesto y magnífico ambiente, más de 3.000 personas en las gradas para disfrutar del talento de los chavales (infantiles, 13 y 14 años) y ver si el Madrid acababa invicto el torneo, como así ocurrió (73-66), o el Cajasiete Canarias estrenaba palmarés. Ganaron los blancos con su invitado para este campeonato, el puertorriqueño Felipe Quiñones, que milita en la Escuela Bridgewater de Florida, como MVP absoluto. Esta vez sumó 23 puntos, 7 rebotes, 3 asistencias y 6 robos para 27 de valoración.

Uno de esos chavales especiales que de vez en cuando deslumbran en la Copa pequeña desde que todo arrancara en 2004 con Ricky Rubio como foco de atención. Eso, claro, no es sinónimo de llegar a la élite, pero el Madrid quiere que Quiñones se sume a su cantera. Con él recuperó el trono perdido a manos del Barça en Málaga 2020, cuando venía de encadenar siete títulos entre 2013, el año de la exhibición de Doncic en Vitoria, y 2019. En algunas de esas ediciones participaron y brillaron Juan Núñez y Usman Garuba, o Kareem Queeley y Kostadinov. En total, 8 trofeos, por delante del Barcelona (6) y del Joventut (4), los tres únicos clubes vencedores.

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En los blancos, además del puertorriqueño (1,91 m), que tiene un don natural para encarar la canasta en carrera (rapidez, bote bajo del balón, control del cuerpo y de los pasos y una gran finalización, rectificando el tiro si hace falta), encandiló cómo se manejan con el balón Marcos Zurita (1,88), Maximiano Haro (1,84) y Manuel García (1,80), que a sus 15 tantos agregó 13 rebotes y 3 asistencias para 23 créditos.

Ambos equipos, rivales de grupo, se habían medido en el estreno el miércoles pasado (apuradísimo 63-62 para los blancos) y la final también se movió en un puño. Sobre todo, cuando el Cajasiete Canarias fue capaz de meterse en el partido con un 0-15 de parcial: del 19-6 de salida al 19-21 al inicio del segundo cuarto. El Madrid recobró el control, pero el empuje de Babel Lipasi, un pívot de dos metros que en la semifinal había atrapado 31 rebotes, mantuvo la incertidumbre hasta los últimos instantes. Y fíjense qué casualidad, en la final volvió a atrapar exactamente 31 rechaces (15 ofensivos). Qué locura. Añadió 32 puntos (14 de 25 de dos, incluidos dos mates), 4 recuperaciones y 3 tapones para 57 de valoración (61 en total su equipo). Los bases Pedro Pasqua y Javier Seco nos dejaron buenos detalles técnicos.

La tercera plaza fue para el Valencia, que venció al Betis por 61-70 y la quinta para el Barça, que se impuso al Joventut por 60-61. En un año, más.