Nunnally y su caída en 2018: "Tuve nueve hemorragias cerebrales"
El alero, que ganó con el Fenerbahçe la Euroliga, dice que esta “es como la NBA de Europa”. “Seguiré intentándolo en la NBA hasta que no pueda jugar más”.
Cabalgar entre la NBA y la Euroliga es lo más notable en la carrera de baloncesto de James Nunnally, pero su trayectoria ha sido mucho más. Distintos ambientes, países e idiomas dan lugar a innumerables experiencias. Altos y bajos, MVP’s y lesiones, campeonatos y angustias, todo mientras persigue el deporte que ama.
En esta charla motivacional con la marca de ropa urbana GRRR, James Nunnally (San José, California, 1990) asegura que no hay nada como levantar un trofeo de Euroliga: “Es como la NBA de Europa que logras con tu grupo de compañeros de equipo”. Lo que se ve al final del curso es ese levantamiento de trofeo, pero sin duda, el camino hasta llegar ahí es lo que determina ese momento: “Los chicos lucharon todo el año, superaron las dificultades y siguieron atacando, siguieron atacando y superaron las cosas juntos”.
La Euroliga es, según él, la NBA de Europa, y es que Nunnally conoce de cerca las dos ligas, en las que tiene una basta experiencia: “Ir y venir de la NBA a Europa, es una elección que hice”. Atlanta, Philadelphia, Minnesota, Houston y Nueva Orleans figuran en su historial, y asegura que, si tuviera otra oportunidad, volvería a intentarlo: “Quiero triunfar en la NBA. No puedo decir que al menos no lo intenté. Siempre trato de alcanzar mis sueños. Si tengo otra oportunidad, quizás lo vuelva a intentar. Voy a seguir intentándolo hasta que no pueda jugar más”.
La perseverancia y el trabajo duro, son, sin duda, pilares fundamentes en la carrera de Nunnally, pero destaca, por encima de lo demás, el sacrificio: "Sacrificamos mucho. Me perdí cumpleaños, bodas de mejores amigos, celebraciones de mis primos... He tenido una cena de Acción de Gracias en mi casa en mis diez años de carrera”. A pesar de ello, se reconoce privilegiado: “Tenemos muchos beneficios. Es un gran trabajo este que tenemos. Tenemos la suerte de tenerlo, pero sacrificamos mucho tiempo y el tiempo es algo que no puedes recuperar”.
Uno de los momentos más sacrificados de su carrera fue sin duda su terrible lesión hace cuatro años: “Fue el 5 de enero de 2018, recuerdo el día. Jugábamos contra Baskonia. No jugué en todo el partido hasta el último cuarto, así que estaba frustrado. Quería hacer un mate con una mano, solo recuerdo que la metí y me desperté en la ambulancia tratando de volver al partido”. La cosa era seria: “Tuve nueve hemorragias cerebrales. Lo que significa que mi cerebro estaba sangrando en nueve puntos pequeños. Tuvieron que monitorizarme durante dos días”. Después de cuatro años reconoce que a veces aun piensa en ello cuando sale a la cancha, aunque asegura tenerlo superado: “Definitivamente tengo que dejar ir el miedo. Tengo una memoria muy corta. Eso es lo que debes tener en este juego. Solo debes pensar en la siguiente jugada”.