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SURNE BILBAO BASKET

Goudelock: "Es un verdadero orgullo transmitir lo que me enseñó Kobe"

El escolta del Bilbao Basket, confiesa que es un honor el apodo que le puso Bryant de 'Mini-Mamba' por las similitudes de su juego con la leyenda de los Lakers, Buenas migas con Delgado.

Goudelock, con el Bilbao basket
AIOL

Goudelock no es el típico baloncestista norteamericano con un pasado estelar que viene a España, trabaja callado con intachable profesionalidad y se va. El clásico jugador, vaya, que cuando comparece ante la prensa responde con un inglés lo más retorcido e ininteligible posible a ver si hay suerte y no le entrevista nadie, o que apenas se acerca a la gente y que resulta inexpresivo en el parqué. Su actitud es justo la contraria. Es un volcán en la pista, es capaz de ofrecer 22 minutos de rueda de prensa como hoy y lanza frases con mucha carga de ironía. De eso ha ido esta tarde su comparecencia en Miribilla. 

Para empezar, hablamos de alguien al que apodan la Mini-Mamba, por la comparación de su juego con el desaparecido Kobe Bryant, la 'Black-Mamba', con el que coincidió a comienzos de la pasada década. Su fallecimiento en accidente de helicóptero en enero de 2020 conmocionó al mundo. Después Goudelock inauguró una auténtica vida de nómada por lugares tan distantes como Kazán, Estambul, China, Tel Aviv, Italia y Vilna. Un baloncestista de enorme pedigrí que, a sus 32 años, ha perdido parte de su exuberancia física, por eso ha estado al alcance de la coja economía del Bilbao Basket. El recuerdo de Kobe siempre permanece en su memoria. "Cuando me puso ese apodo, yo era más joven y pensaba que no quería ser la versión 'mini' de nadie, pero el tiempo pasó... Fui a China y todo el mundo me llamaba así, y en Rusia, lo mismo. Empezó a impactarme y me di cuenta de la responsabilidad que supone un apodo como ese, qué especial es que alguien así, con lo gran jugador que fue, te ponga ese mote. Una estrella de ese calibre, con su enorme ética de trabajo, su forma de amar el juego. Cuando murió, fui consciente de lo afortunado que fui por haber estado cerca de él, por recibir sus consejos. Sigo recordando todo lo que me dijo y continúo transmitiendo a mis compañeros de todo lo que aprendí estando junto a él", expone largamente sobre aquella etapa en los Lakers. Por aquella época, más o menos, el 24 sufrió una dura lesión en el tendón de Aquiles.

Goudelock se siente muy a gusto en Bilbao, una ciudad que le encanta. También la comida le ha cautivado. Y cuando se le pregunta quién es su jugador favorito en la ACB, lanza entre carcajadas: "Ángel Delgadoooooo". El pívot dominicano del Bilbao Basket es uno de los más expresivos en la ACB y su energía contagia a todos. El domingo cuando el escolta metió un triplazo exhibiendo una gama de recursos técnicos espectacular, lanzó varios gritos al cielo. "Intento animar a la gente y coger yo mismo un punto extra. Cuando estás bien, son momentos de explosión, no lo hago muy frecuentemente, Delgado sí suele prodigarlos. Es una forma de que el público se meta aún más en el partido, una sensación muy bonita que forma parte del juego", sonríe.

Admite Andrew que se encuentra al 70 por ciento de su techo y aún puede jugar mejor. Lo de estar lejos de casa lo asume como algo natural. "Cada vez lo llevo mejor. Echo de menos a los cuatro chavales y mi mujer, así llevo toda mi carrera, con once años fuera de mi país, es mi vida. Cuando acabo de entrenar paso mucho tiempo charlando con ellos. A veces es duro, pero no me voy a martirizar", expone. Entrando más en detalle, considera que esta experiencia en España es extraordinaria. "La Liga es dura, como ya me esperaba. Los partidos aquí no son fáciles. Todo es perfecto, la gente me parece muy alegre".  

El exterior de Stone Mountain admite su etiqueta de estrella, sabe que acapara las fotos en Miribilla. "Asumir el papel de líder es mi trabajo normal. Durante mi carrera ha sido el rol que he tenido en mis equipos. Incluso cuando era un jugador joven siempre quería ser el líder del equipo porque alguien tiene que tener esa responsabilidad y a mí me gusta. Me siento más cómodo jugando de esa forma, genero mucha atención de los rivales y eso lo hace todo más fácil para mis compañeros", explica. La semana pasada atravesó un proceso febril, aunque hizo un esfuerzo, y ya está bien. "Mientras mis piernas y mis brazos puedan, voy a seguir", concluye. Le encanta estar en contacto con gente caliente como la de Miribilla: "El ambiente es muy bueno. Ya me había dicho el entrenador cómo era este campo lleno, con la gente apretando, y se nota. Su ánimo es un extra, me encanta ver el pabellón así y jugar en estas condiciones. Es una lástima que el año pasado por culpa de la pandemia no lo tuviéramos en ningún lado".

El 0-5 de inicio del Surne fue inquietante, pero en la actualidad llevan dos victorias seguidas. "Empezamos mal porque nos medimos a algunos de los equipos más duros de la Liga. Sentíamos que podíamos haber ganado un par de esos compromisos. Intentamos no frustrarnos y ahora han llegado dos victorias. Como equipo seguimos creciendo y los jugadores nos vamos conociendo. Muchos somos nuevos y tenemos que conectar. Jugamos realmente bien en pretemporada y pensamos que todo iba a ser así. Pero eso no suele ocurrir porque muchos equipos tienen estructuras ya consolidadas y nosotros seguimos trabajando en nuestros sistemas tanto en defensa como en ataque. En los últimos partidos todo va cristalizando. Diría que aún no estamos donde queremos estar, pero damos pasos en la dirección correcta", analiza el norteamericano.

Nota que no solo él va a asumir los balones calientes. Por ejemplo, ante el Burgos se jugó y encestó el triple de la victoria Hakanson. "Lo más difícil en el baloncesto es defender a un equipo que no solo tiene un foco de peligro. La razón por la cual el Madrid o el Barça son tan buenos es porque todos los jugadores lo son, no te puedes centrar en parar a Mirotic porque saldrán Calathes, Davies o Higgins. Cuando Hakanson mete un triple que nos gana el partido, su nivel de confianza crece; cuando Bigote en los dos duelos anteriores mete muchos puntos, su nivel de confianza crece. Y si esos niveles individuales crecen, el equipo crece. A los rivales ya no les vale con decir: vamos a defender a Goudelock, que la tenga que pasar. ¿Que la tenga que pasar? ¡OK, mis compañeros os van a matar! Es así de simple", no deja de sonreír.