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HALL OF FAME FEB/AS

"Ilusionamos a todo un país con la plata del 84"

Los dos Juan Antonios, Corbalán y Epifanio ‘Epi’, rememoraron su paso por la Selección y la medalla de Los Ángeles durante la gala de ingreso en el Hall of Fame.

Sevilla
Los dos Juan Antonios, Corbalán y Epifanio ‘Epi’, rememoraron su paso por la Selección y la medalla de Los Ángeles durante la gala de ingreso en el Hall of Fame.
Los dos Juan Antonios, Corbalán y Epifanio ‘Epi’, rememoraron su paso por la Selección y la medalla de Los Ángeles durante la gala de ingreso en el Hall of Fame.Antonio PizarroDIARIO AS

El Joventut conquistó su segunda Liga española en 1978 y la tercera, en 1991. Una sequía de 13 años causada por los dos grandes colosos de nuestro baloncesto: Barcelona y Real Madrid. En ese lapso, hubo un reparto equitativo de campeonatos, con seis por barba. Uno golpeaba, el otro respondía. Era un duelo titánico entre dos destructores con plantillas mágicas, con jugadores brillantes como Juan Antonio, Corbalán (Madrid, 1954) y Juan Antonio San Epifanio Epi (Zaragoza, 1959).

Von Karajan, como apodaron a Corbalán por su talento para dirigir la orquesta sobre el parqué, es uno de los mejores bases de nuestra historia, un grande de la década de los 70 y los 80 tanto en nuestras fronteras como en el Viejo Continente. MVP del Eurobasket 1983 y capitán en la plata de Los Ángeles, el cardiólogo (se licenció en medicina en 1980) ganó 12 Ligas, 7 Copas y 5 títulos europeos, entre ellos, 3 Copas de Europa con un Real Madrid al que dirigió desde 1971 hasta 1988. Tras dos años retirado, volvió en el curso 90-91 para despedirse en Valladolid al lado de Arvydas Sabonis. Una carrera brillante que ahora se ve recompensada con su inclusión en el Hall of Fame de la FEB. “La plata de Los Ángeles era un premio que nos merecimos. Reconocía, no solo a una generación, sino a todos aquellos que nos permitieron llegar hasta ahí. Me acuerdo de Díaz-Miguel y de Pedro Ferrándiz, personas que me moldearon con el paso del tiempo”, dijo Corbalán.

Epi, Super-Epi, por su parte, fue el alma de un Barcelona a la deriva. Un equipo sin suerte, golpeado una y mil veces por su eterno rival, que pasó de solo una Liga en su palmarés a engalanar las vitrinas con siete más gracias a este alero que vistió de azulgrana desde 1979 hasta 1995 y que derivó al Madrid de Petrovic y Fernando Martín. One Club Man (hombre de un solo club), el aragonés era astuto en la salida de los bloqueos e infalible en el lanzamiento. Cualidades que le llevaron lucir en 239 ocasiones la camiseta de la Selección, un tope que aguantó hasta 2017, cuando Juan Carlos Navarro, otro tótem en el club culé, le superó. Con Díaz-Miguel a los mandos en el banquillo, y Corbalán en pista, se colgó la plata del Eurobasket de Francia y la de los Juegos de Los Ángeles. Sin el cerebro blanco, llegaría también el bronce de Italia 91 para mejor jugador europeo de la década de los ochenta para L’Equipe y uno de los 50 mejores de siempre para la FIBA. Cerró su etapa con la Selección con 3.358 puntos. “Ilusionamos a todo un país a través de un deporte de equipos. Fue una medalla de oro esa plata. Cambio el rumbo de lo que fue el baloncesto en España”, aseguró Epi en su entrada al Hall of Fame de la FEB.

Antonio Díaz-Miguel

"El mayor reconocimiento que se le ha dado"

Un empleo temporal y una renuncia. Así arranca una de las grandes historias de baloncesto español. En 1965, Antonio Díaz-Miguel (Alcázar de San Juan, 1933-Madrid, 2000) asumía el banquillo de la Selección para un Torneo Amistoso en Ámsterdam (Países Bajos) de manera interina. Iban a ser solo siete días..., pero la renuncia del estadounidense Ed Juncker alargó la estancia hasta los 26 años, 9 meses y un día. De los 32 a los 59 años. Toda una vida que cambiaron radicalmente la cara, la autoestima y la fe de un equipo que no encontraba la llave para abrir las puertas del éxito.

Díaz-Miguel fue el seleccionador de muchas, muchísimas generaciones. Estuvo presente en 431 partidos con la Selección entre Juegos Olímpicos (6), Mundiales (4) y Eurobasket (13). Todos récords absolutos. Su palmarés, maravilloso, en una época en el que Yugoslavia y la URSS hacían temblar Europa a su paso: una plata olímpica (1984) y tres medallas en el Eurobasket, dos platas (1983 y 1973) y un bronce (1991). Y muchos tiros al canto, con seis cuartos puestos, cinco de ellos en una década de los ochenta.

"Mi vida ha estado alrededor del baloncesto", contaba este ciudadrealeño, que obtuvo el reconocimiento de auténticas leyendas de los banquillos estadounidenses como John Wooden y Bobby Knight.

Ahora, 21 años después de su fallecimiento por culpa de un cáncer, Díaz-Miguel entra en la primera promoción del Hall of Fame: "Es el mayor reconocimiento que se le ha dado en la historia del baloncesto", asegura Eva Latorre, su viuda.

Fernando Martín

"Para decir algo no tenía que usar muchas palabras"

Cuando hay un muro en medio del camino, existen dos opciones: darte la vuelta y rendirte o encontrar la manera de saltarlo. De conquistar ese obstáculo para seguir la ruta hasta el Olimpo. Fernando Martín era de los segundos. El James Dean (como le bautizó George Karl) del baloncesto español fue el primero cruzar el Atlántico para probar en la NBA, en unos Portland Trail Blazers en los que jugó solo 146 minutos en 24 partidos en la temporada 1986-87. 22 puntos, 28 rebotes y 9 asistencias fueron su escaso botín... pero qué importa cuando tu legado va más allá y está en el ADN de Pau y de Marc Gasol, de Sergio Rodríguez y de José Manuel Calderón, de Ricky Rubio y de un Rudy Fernández que le brindó un bello homenaje en el concurso de mates del All Star con su camiseta, el 10 negro vintage de los Blazers.

Madrileño de pura cepa dio sus primeros pinitos la élite en el Estudiantes antes de dar el salto al eterno rival, al Madrid, que se birló al Joventut. La razón, 10 millones de las antiguas pesetas por el chico de oro. Por un interior de hormigón, de calidad innegable y competidor voraz que nos dejó muy pronto, en 1989, a los 27 años por culpa de un accidente de tráfico en la M-30. en un día de lluvia. Demasiado pronto para un jugador de currículum envidiable: cuatro Ligas, tres Copas, una Supercopa, dos Recopas, una Korac y un Mundial de Clubes con el Madrid. Además, de las platas en el Eurobasket de 1983 y en los Juegos de 1984.

"Tenía su impronta que no se podía replicar. Para decir algo no tenía que usar muchas palabras", asegura Antonio Martín, presidente de la ACB y hermano de esta enorme leyenda que aceede a su segundo Hall of Fame tras el de la FIBA en 2007.