Luka Doncic ha acabado los Juegos con mal sabor de boca. Eslovenia llegaba como campeona de Europa y una de las candidatas a las medallas, pero, tras un inicio fantástico, han caído en sus dos últimos duelos y se han ido a casa con las manos vacías. Ganaron todos sus partidos en la fase de grupos, y la victoria final ante España les daba un cruce fácil en cuartos con el que se impusieron a Alemania (94-70). Sin embargo, la derrota en semifinales ante Francia, en un duelo igualado y resuelto por la mínima (90-89), cortaba en seco la racha de un equipo que jamás había perdido con Doncic. Y, a partir de ese momento, nada salió como Eslovenia pensaba en un inicio. Ni como quería su gran estrella, el jugador de los Mavericks.

La lucha por el bronce siguió el mismo camino. Australia pasó por encima de los europeos (94-107) con un Patty Mills heróico (42 puntos) y Eslovenia dijo adiós a unas medallas que vio muy de cerca, pero que evitaron el cansancio con el que llegaron a las últimas rondas y ese espectacular tapón de Nicolas Batum sobre Klemen Prepelic, en la última jugada de las semifinales. Una jugada que puso fin a una progresión meteórica y que hizo mucho daño a nivel psicológico y moral a una plantilla joven y liderada por un Doncic que ha cuajado un gran torneo... pero ha tenido luces y alguna sombra que ha sido muy comentada. Principalmente, las protestas a los árbitros, una constante que no ha cesado en ningún momento.

Doncic ha hablado después del torneo y ha entonado el mea culpa, reconociendo que tiene que aprender de lo que ha pasado y que llegó exhausto al final del torneo. “Mi muñeca estará bien. Necesito un par de días libres. He jugado baloncesto todos los días desde el comienzo de la temporada de la NBA. Muchos juegos, así que necesito un par de días libres", ha dicho el esloveno, que ha llegado visiblemente cansado a los últimos encuentros, algo que ha potenciado la cantidad de juego y de balón que asume sobre su persona, siendo el líder de su selección durante prácticamente la totalidad de minutos que ha estado en pista.

Además, Doncic ha reconocido estar decepcionado por su forma de jugar y ha hablado de sus constantes protestas a los colegiados: “Esta no es la forma en que debería comportarme. Tengo que aprender de eso. Pero jugamos por nuestro país, que tiene dos millones de personas. Queríamos darles una medalla y fue algo muy emotivo”. Una reflexión interesante para una estrella de este deporte, que ha visto la cara amarga de la derrota y que, a pesar del increíble nivel mostrado de forma constante (en los Juegos ha promediado casi un triple-doble), todavía tiene cosas que pulir y mejorar. De eso, claro, no se libra nadie.