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NBA | CELTICS 96 - SIXERS 106

Ni rastro de los Celtics: derrota, culpables y playoffs en peligro

Nadie sabe qué pasa en Boston. Los verdes vuelven a perder, van octavos del Este y no levantan cabeza. Muchos culpables, poca paciencia y difíciles soluciones.

Jayson Tatum, durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Boston Celtics y a Philadelphia Sixers.
Jayson Tatum, durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Boston Celtics y a Philadelphia Sixers.David Butler IIUSA TODAY Sports

Algunos se acuerdan más que otros de los pasados playoffs. Los Celtics se quedaron a dos victorias de sus primeras Finales desde 2010 y, tras una derrota en las finales de la Conferencia Este ante los Heat, los ánimos se caldearon. El 2-0 inicial se había convertido en 3-1 y la eliminatoria estaba muy cuesta arriba. Los Heat, magistralmente entrenados por Erik Spoelstra, se habían aprovechado de la ausencia de ventaja de campo de la burbuja de Florida para arrancar a los verdes dos partidos que podrían haber sido otra historia (de los condicionantes no se vive, ojo), en el Garden y ante una afición, la de la ciudad de Boston, que entiende el baloncesto. Pero las finales del Este, ese techo que el proyecto de Brad Stevens (ahora hablaremos de él) no ha conseguido superar, estaban muy complicadas. Tras una de las derrotas, Marcus Smart, ese hombre idolatrado de forma casi irracional por los seguidores de los Celtics y el líder del vestuario, cargó contra un Gordon Hayward que había dejado a su hijo recién nacido y a su mujer para ir a Orlando, renqueante del tobillo y en vías de recuperación.

Fue el principio del fin. Hayward, ojito derecho de Stevens, truncó su llegada a los Celtics el día de su debut, en 2017, con una lesión que estremeció al mundo del deporte en su totalidad. Los gritos de Smart hirieron el templado carácter del alero, que estalló hasta hacer pública la bronca, que se filtró a la prensa. Los Celtics ganaron el siguiente partido, pero perdieron la eliminatoria. Hoy, a 7 de abril de 2021, Hayward está en los Hornets, que van quintos del Este con un récord de 25-24. Y los Celtics, que se enfrentan a su mayor crisis desde que Brad Stevens llegó al banquillo, van a la deriva, octavos (25-26), en una crisis estructural y deportiva de la que no se salva nadie, con críticas cada vez más públicas a un entrenador que parecía intocable y sin que nadie vislumbre una sola oportunidad de solucionar un desastre cada vez más nítido. Ante los Sixers, ese rival al que han dominado en un pasado muy reciente con puño de hierro y que inició su particular proyecto casi al mismo tiempo que los verdes, han caído sin paliativos, agravando la situación. Y solo el flojo nivel de sus más inmediatos perseguidores (Pacers, Bulls, Raptors...) parece que va a salvarles. Aunque lo de evitar el play-in parezca ahora mismo un sueño.

Joel Embiid, ya recuperado de su lesión. se vengó de tantas y tantas noches de sufrimiento ante los Celtics con 35 puntos y 6 rebotes, merced a ser imparable en la zona y acudir a la línea de personal hasta en 20 ocasiones, con 16 aciertos. Estuvo acompañado de Danny Green (17 puntos, con 5 de 6 en triples), Tobias Harris (10), Ben Simmons (12), Furkan Korkmaz (otros 10) y buenos minutos desde el banquillo Dwight Howard (4+9), necesario para martillear la zona de unos Celtics que ahí no tienen prácticamente a nadie. En el equipo local (que parecía perdido en el Garden), Kemba Walker sumó 14 puntos, los mismos que Marcus Smart, Jaylen Brown se fue a 17 y Jayson Tatum a 20, pero con 7 de 17 en tiros de campo y 3 de 10 en triples. Los Celtics estuvieron en el partido hasta el segundo cuarto, cuando un parcial de 22-34 les dejó sin suerte. Antes de eso, hubo 10 cambios de liderato y 10 empates en el luminoso. Después, nada, más allá de una superioridad visitante tan obvia como merecida.

En los Celtics, nadie sabe nada. Sobre todo, en lo referente a cómo solucionar el desastre en el que están metidos. La dureza de las palabras de Brad Stevens tras la derrota ante los Mavericks causó sensación y envalentonó al equipo, que venía de dos victorias consecutivas antes de hundirse ante Philadelphia en un partido que ha acabado con un marcador maquillado, pero que no ha tenido demasiada historia. Danny Ainge ha dicho que Stevens es intocable, pero ya no lo parece de cara a los aficonados. A Ainge se le señala casi por unanimidad, merced a otro mercado invernal en el que los Celtics han copado rumores (entre los que estaba Marcus Smart, por cierto) pero no titulares. Y los jugadores andan despistados, alicaídos, taciturnos y ante un futuro sórdido. Ya nadie dice eso de "ya verás cuando lleguen los playoffs". Ahora mismo, los Celtics son un equipo a la deriva que no hace honor ni a su proyecto ni a su historia y que ha pasado de ser candidato a inicios de temporada, a intentar salvarla con una clasificación para los playoffs que, en el Este, es bastante barata. La crisis se acentúa y el momento se complica. Muchos culpables, pocas soluciones y un desastre constante. Eso son, ahora mismo, los Celtics. Quién lo diría.