Liz Mills: "La igualdad real de género está todavía lejos"
La entrenadora australiana charla con AS después de convertirse en la primera mujer que clasifica a una selección masculina, Kenia, para un gran torneo FIBA.
Una canasta in extremis del capitán, Tylor Ongwae, provocó el delirio de Kenia, que derrotó a Angola (74-73) y logró clasificarse para un Afrobasket por primera vez en 28 años. La selección 115 del ranking FIBA (ahora es la 112) batió a la 32 (ahora 33), un clásico del baloncesto africano que había arrasado a Kenia en la primera Ventana de clasificación (66-83) e iba camino de hacer lo mismo (9-22 después de un solo cuarto) el pasado 20 de febrero, en la segunda tanda de partidos para decidir el cartel del Afrobasket, el gran torneo del baloncesto africano.
Pero algo sucedió a partir de ese nefasto primer cuarto: Kenia comenzó a jugar con cohesión, con intensidad e inteligencia, con una defensa presionante e incansable y un ataque centrado en hacer muchas pequeñas cosas bien para sacar buenos tiros. Solo unas semanas antes, la Federación buscaba seleccionador para una Ventana en la que se necesitaba un solo triunfo para estar en el Afrobasket gracias al que se había sumado en los primeros partidos contra Mozambique. La elegida a contrarreloj fue una mujer, la australiana Liz Mills, que gritó al cielo con los puños apretados tras la canasta de Ongwae, la imagen que resumió un triunfo histórico, el que dirigió la primera mujer que ha clasificado a una selección masculina para un gran torneo FIBA.
Mills celebra su éxito, pero espera el día en el que no sea noticia el sexo de un entrenador, solo sus logros. Y empuja desde sus redes sociales para que las federaciones de todo el mundo promuevan el ascenso de las mujeres jóvenes que tratan de abrirse paso en sus organigramas técnicos. Celebra ser una pionera, pero ansía que las mujeres dejen de ser pioneras y sean, sencillamente, entrenadoras.
Liz Mills se ha dado a conocer a nivel mundial con este éxito, pero ya era una personalidad en el baloncesto africano, un continente con el que vive un idilio desde que llegó en 2008 a Zambia, junto a su hermana gemela, para trabajar como voluntaria con niños afectados por el virus del VIH. Tres años después, la mudanza era definitiva desde su Australia natal, donde Liz había estudiado ciencias del deporte y gestión de la empresa deportiva y había comenzado (a los 16 años ya entrenaba) a introducirse en el mundo del baloncesto mientras su hermana se decantaba por ese extraño primo lejano, el netball.
Si en los banquillos de todo el mundo el predominio es aplastantemente masculino, en África la situación se radicaliza todavía más. Hasta hace poco más de un año, en el Afrobasket de Dakar, no había habido una seleccionadora ni siquiera en categoría femenina. La primera fue la estadounidense Natosha Cummings-Price, con el equipo femenino de Camerún. Mills ha ido un paso más allá, uno fundamental en una carrera en la que ha ganado títulos y ha trabajado con clubes y selecciones en Zambia, Camerún, Ruanda… ha creado junto a su hermana una jornada navideña para los talentos jóvenes (chicos y chicas), el Mills Christmas Basketball Tournament, ha ejercido de asesora, ha participado en simposios y charlas por toda África y ha entrado en contacto con la African Basketball League que impulsan NBA y FIBA. También ha trabajado en proyectos de alto rendimiento del COI y Naciones Unidas y, como entrenadora, se ha especializado en analítica avanzada para ayudar al desarrollo de todo ese inmenso potencial que late en el corazón del baloncesto africano. La tierra en la que la australiana Liz Mills, que charló de todo eso con AS, es pionera y ya un referente.
"Espero que la mentalidad de vieja escuela desaparezca pronto"
¿Qué fue lo primero que le pasó por la cabeza cuando Tylor Ongwae anotó el tiro ganador y su Selección derrotó a Angola y se clasificó para su primer Afrobasket en 28 años?
Orgullo y una emoción muy profunda. Angola ha ganado once veces el Afrobasket, derrotar a un equipo de esa categoría suponía un logro increíble. Me sentí muy orgullosa por mis jugadores, muy feliz de que nos hubiéramos clasificado.
En ese momento se convirtió en la primera mujer que clasificó a una selección masculina para un gran torneo FIBA.
Me siento muy orgullosa, sin duda. Pero al mismo tiempo es triste que en 2021 tengamos que estar hablando de este tipo de hitos. Espero que en los próximos años veamos un incremento drástico en el número de mujeres que dirigen a equipos, tanto masculinos como femeninos. Espero que se llegue a un punto en el que se vea como algo normal que haya entrenadoras y no tengamos que seguir hablando del género cuando se trata de entrenar.
Se hizo cargo de Kenia para los partidos de la última Ventana de Selecciones. ¿Cómo le recibieron los jugadores en el vestuario?
Desde que llegué me arroparon y me acogieron muy bien. Después de más de una década entrenando en el continente africano, tengo una reputación que los jugadores conocen, sabían lo que iba a aportar al equipo. Es un vestuario con jugadores de mucha personalidad, ha sido muy divertido trabajar con ellos.
Como dice, lleva años ya desempeñando su labor en África. ¿Se ve como una pionera también en ese sentido?
No, en realidad no. Solo me veo como una entrenadora que está labrándose su carrera. Siempre me ha encantado estar en África, entrenar aquí. Ha sido una experiencia maravillosa.
Usted es mujer y de raza blanca. ¿Ha sido en algún momento algo problemático para abrirse ese camino en los banquillos africanos?
No demasiado. Aquí en África hay muchos entrenadores extranjeros trabajando con equipos por todas las partes del continente. Por desgracia, sí que he vivido discriminación sexista por cuestión de género, pero dentro de los equipos en los que he estado siempre he sido muy bien recibida. Además, ya llevo aquí tantos años que formo parte de la comunidad, todos me conocen, saben que trabajo para ayudar a que crezca el baloncesto africano.
En relación a esto que comenta, las mujeres que trabajan como asistentes en franquicias de la NBA suelen insistir en que los jugadores siempre las reciben de maravilla, que en los vestuarios la relación es de normalidad y que los prejuicios suelen estar más en otros niveles de las franquicias y las competiciones…
A mí me han tratado bien en los sitios en los que he estado, desde los directivos a los jugadores. Los mayores problemas suelen ser con equipos rivales, otras federaciones… gente que no ve como normal que aparezca yo como entrenadora. Pero bueno, es una mentalidad de vieja escuela que espero que desaparezca del todo pronto.
Allí, en la NBA, el mayor nivel del baloncesto mundial, hay mujeres que parecen a punto de dar el salto definitivo y convertirse en entrenadoras jefe. Becky Hammon es el caso más claro. ¿Cómo ve su situación desde la distancia?
No tengo ninguna duda de que Becky Hammon podría estar ya entrenando a una franquicia NBA. Espero que sea algo que podamos ver muy pronto. En cuanto una mujer lo consiga, y sea head coach en la NBA, será un gran ejemplo para todos. Los que no quieren mujeres entrenando a sus equipos se quedarán sin excusas en cualquier lugar del mundo.
Al final se llega al debate de la identidad, la representación… las niñas que sueñan con ser entrenadoras tienen que tener a mujeres como Becky Hammon o usted de ejemplo para sentir que realmente pueden conseguirlo.
Esto es algo crítico. Es fundamental que las chicas más jóvenes vean que hay mujeres fuertes, inteligentes y de éxito en posiciones de liderazgo. No puedes esperar que sueñen con lograr grandes cosas si no tienen esos modelos de comportamiento. Unas mujeres tienen que derribar las barreras y convertirse en el ejemplo para las de la siguiente generación. Es crucial, y espero que aunque sea de forma modesta yo esté pudiendo poner mi grano de arena para iluminar el camino de las mujeres en los banquillos de baloncesto.
¿Qué les diría a esas jóvenes que empiezan a soñar con hacer carrera en un banquillo?
Que trabajen duro, que se fijen objetivos y se ganen sus propias oportunidades. Que sean ellas las que se forjen su propio destino.
Por lo que dice, ve cerca el día en el que estará totalmente normalizado ver a mujeres dirigiendo a equipos de categoría masculina.
Es que estamos en 2021, ya debería ser así. Por desgracia, la igualdad real de género está todavía lejos, pero espero que en un futuro cercano deje de ser una gran noticia que una mujer entrene a un equipo de baloncesto masculino.
¿Su futuro va a seguir ligado a África?
Esa es mi intención. Ahora quiero dirigir a un equipo africano en un Mundial, unos Juegos Olímpicos…
Llegó al continente en 2008, desde su Australia natal, para trabajar como voluntaria en Zambia. Así que se ha convertido ya en una relación larga para usted….
África es para mí como un hogar lejos de mi hogar. Mi hermana gemela y yo sentimos desde el principio un vínculo especial con este continente. Por eso hemos vivido y trabajado aquí durante ya más de una década.
¿Qué es lo más bonito de trabajar en el baloncesto africano?
Creo que para mí ha sido este último paso, meter a Kenia en el Afrobasket 2021. Desde que empecé a trabajar en banquillos en 2012 era el gran objetivo para mí, y justo ahora lo acabo de conseguir.
¿Y lo más duro?
Me supuso una enorme decepción no meter a Zambia en el Afrobasket 2017. Fue un varapalo, pero aprendí mucho de ese golpe, saqué muchas lecciones que he usado después como motivación, dentro y fuera de la cancha. He trabajado mucho en estadísticas avanzadas y análisis de vídeo para dar a mis equipos ventajas competitivas y prepararlos mejor.
El baloncesto africano está en plena explosión, en todo caso. En el All Star 2020 había dos cameruneses, Joel Embiid y Pascal Siakam entre los jugadores seleccionados como titulares.
Está creciendo muy rápido. Hay mucho talento, mucho potencial en este continente. Es un momento muy emocionante para trabajar en el baloncesto africano. La colaboración de la FIBA y la NBA para crear una gran Liga continental es otro paso muy importante. Los jugadores van a crecer más y van a tener más exposición. Veremos más triunfando en la NBA.