La luz al final del túnel. Es lo que ha visto Facundo Campazzo en Minneapolis tan solo unas horas después de vivir la cara más amarga de la competición y ver como un veterano como Chris Paul jugaba con él hasta la extenuación. Los primeros partidos oficiales del argentino no habían sido precisamente tranquilizadores, con menos de siete minutos de promedio, muchas dificultades para complementarse con sus compañeros y para defender a sus rivales y algunas carencias propias de un jugador que jamás había pisado la NBA y que, en estas primeras semanas, ha constatado que en nada se parecen la mejor Liga del mundo al baloncesto europeo. Por mucho que pese, Campazzo va a sufrir en Denver, le va a costar ganarse ese puesto que le otorga brevemente Mike Malone en la segunda unidad junto a Monte Morris y va a tener que sudar para poder ser útil en un sistema en el que priman los bases pero en el que hay lanzamientos de tres y hay que jugar mucho tiempo sin balón, algo que no representa la virtud más desarrollada del base.

Ante los Wolves, la redención ha sido posible y se ha visto el primer gran partido de Campazzo: 15 puntos en 21 minutos con 5 de 7 en triples, 1 rebotes, 2 asistencias, 3 robos y un espectacular +26 con él en pista, su primer +/- positivo de toda la temporada. El base ha impulsado a los Nuggets desde el banquillo, y ha sido esencial en un último periodo en el que los de Colorado han sentenciado el encuentro: 41-25 de parcial y 12 puntos en cuatro triples del base, que ha contado con la confianza de un entrenador que no le ha utilizado hasta el segundo cuarto pero que ha sabido mantenerle en pista cuando había que hacerlo para sacar todo el jugo de un hombre que estaba en racha. En esos 12 minutos, por cierto, los Nuggets han lanzado con un 71,4% en tiros de campo y un 63,6% en triples. Casi nada.

Denver ha conseguido su segunda victoria de la temporada y respira aliviado ante un rival que se ha vuelto a hundir inexplicablemente y ha hecho gala de la poca consistencia que ha mostrado en cada momento de lo que llevamos de temporada. Ya lo dijo Ricky Rubio y se ha constatado ahora, con un cataclismo final en ambos lados de la pista que nadie entiende y que demuestra una ausencia clara y rotunda de fortaleza mental. Es verdad que Karl-Anthony Towns está lesionado (muñeca izquierda) y no tiene, todavía, fecha de retorno, pero o los Wolves sacan adelante partidos sin él o van a tener muy complicado meterse en los playoffs del Oeste, esa Conferencia en la que hay 16 equipos y prácticamente 13 candidatos con opciones de disputar la fase final. Juancho volvió a ser titular, pero se quedó en 6 puntos con una mala serie de tiro (3 de 10, con 0 de 3 en triples), mientras que Ricky no termina de encontrar su lugar en la rotación (6+2+4 en menos de 18 minutos). Anthony Edwards, número 1 del pasado draft, no ha estado especialmente fino (sólo 5 tantos), mientras que Malik Beasley ha vuelto a ser la mejor noticia para los suyos con 25 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias. Por encima de D'Angelo Russell, que se ha quedado en 17 tantos.

Y si Ryan Saunders no termina de dar con la tecla, está claro que Mike Malone acabará encontrando la manera. Su currículum da buena cuenta de ello y algunos se dieron (nos dimos) cuenta de lo bueno que era en esos pasados playoffs, en los que empezó cuestionado y acabó reforzado de manera clara y rotunda. Jamal Murray volvió a dejar destellos de la grandeza que demostró en la burbuja de Orlando y se fue a 36 puntos, mientras que Nikola Jokic consiguió un triple-doble de 19+12+12 e hizo las veces de playmaker como solo él sabe hacerlo, con una capacidad para encontrar a sus compañeros innata en él y con una ristra de pases que favorecieron la circulación de un balón que, en esta ocasión, pasó por las manos de un Campazzo que jugó mucho tiempo sin él pero estuvo extraordinariamente acertado desde el triple. Los Nuggets ven la luz. Y el base argentino, también.