Hervelle 'el guerrero' se retira
El pívot belga lo deja a los 37 años para pasar a la dirección deportiva. Dio su mejor rendimiento en el Madrid y el Bilbao. Es el segundo extranjero con más partidos en ACB: 473.
"Es hora de que admita que 'la' historia de mi vida llega a su fin! Gracias al baloncesto por darme tantos buenos recuerdos, amigos y emociones... Echaré de menos los partidos". Así ha anunciado Hervelle en Twitter que deja el baloncesto. A sus 37 años, se despide uno de los mayores guerreros que ha conocido la ACB. El último de los tres mosqueteros se marcha. Primero se fue Raúl López, que pasó a la dirección deportiva del Bilbao Basket y más tarde enfocó sus pasos como preparador de Ricky Rubio y jóvenes amantes del baloncesto. Luego Mumbrú, que ha cogido la pizarra y es técnico del equipo de Miribilla. Y ahora Hervelle. Los tres completaron un triángulo irrompible durante varios años en Miribilla, hasta llevar al equipo a tocar el cielo en la Euroliga, con un intenso playoff ante el CSKA previo a la Final Four (1-3 y mucha miga en el cuarto partido). Solo les faltó un título para completar la crecida.
Tras formarse en el Saint-Louis-Hannut y Verviers Pepinster, Hervelle dio el salto al Madrid y junto con Gelabale formaban los dos guerreros con Majkovic, dos promesas de enorme proyección. Logró dos Ligas (2005 y 2007) y una Copa ULEB (2007). Pero emergió un tal Mirotic y se quedó sin sitio. Messina le retiró la confianza. Aquel triple y la remontada en 2005 en Vitoria no se le olvidarán jamás. "Herreros se lesionó en el pulgar y se perdió parte del playoff. Volvió con un vendaje para enchufar la última. Uno de los mejores finales de la historia y vivirlo en directo fue incluso mejor", confiesa. En el Buesa siempre le esperaba mucha hostilidad. La ULEB que ganó con el Madrid en Charleroi, en su país, fue muy emotiva y también la Liga de ese año (2007). "Y en Bilbao, cuando disputamos el playoff con el CSKA de Kirilenko (2012) y le dimos guerra. Tenían un equipazo y llegar hasta allí fue mágico, no se lo pusimos fácil, incluso por razones arbitrales no forzamos el quinto", asume el pívot belga.
Se incorporó al Bilbao Basket atraído por las palabras de su amigo Mumbrú. Este le ha dedicado una emotiva carta: "Con la caña que le has metido a esas rodillas, es increíble tu longevidad como jugador. Se marcha de la pista uno de esos jugadores que marcan época, un jugador que jamás dejó de pelear por un balón, por ser mejor él mismo para hacer más fuertes a sus compañeros, a su equipo. Fue un chollo para sus entrenadores, ya que muchas veces era él mismo el que les hacia el trabajo sucio de la exigencia".
Tras el subcampeonato ACB, se juntó con ellos Raúl López para jugar la Euroliga y llegar a la final de la Eurocup. Más tarde se fue al Spirou Charleroi, de vuelta a su país, ya sin la frescura física de sus mejores años, y ahora ha decidido colgar las botas. "Seguramente este sea mi último año. Tengo una oferta de trabajo del Charleroi para seguir en el club, pero no he decidido.Voy a cumplir 37 años y me empieza a costar entrenarme cada día. La retirada siempre es una etapa complicada que hay que pasar. Quiero formarme bien y ojalá pueda seguir vinculado al baloncesto. Me atrae ser director deportivo", añadió en una entrevista en AS recientemente. Pedro Martínez le ha dedicado unas palabras muy precisas: "Odioso como rival, una pena que nunca en mi equipo...". Y el taronja Van Rossom, con el que ha compartido tantos partidos con Bélgica, le homenajeó: "¡Felicidades por tu increíble carrera! Qué gran viaje ... ¡¡Gracias amigo!!".
Felipe Reyes y Llull han sido sus otros grandes amigos y admite que salió mal del Madrid. Está pendiente un homenaje en Bilbao, que le entregó cuando jugaba una makila de honor (bastón de mando en Euskadi, que sólo tenía hasta entonces Mumbrú), tras superar los 300 partidos y dejar atrás al histórico Banic, la única leyenda que sigue en activo. Fue 'hombre de negro durante 8 temporadas, con un total de 277 partidos en Liga Endesa. Cerró la etapa con un amargo descenso. Y ahora, por desgracia, se va sin poder contar con el calor popular por culpa de la maldita pandemia.